Mara Rahab Bautista López / Traspatio Librería Margaret Atwood saltó a la fama mundial en gran medida por la adaptación de su novela “El cuento de la criada” a la pantalla chica con Elisabeth Moss interpretando a la protagonista; una novela que algunos de los movimientos feministas jóvenes han adoptado como referente, incluso hay protestas en la calle con mujeres vestidas como June Osborne u Offfred u Ofjoseph, según la llamemos, esa imagen, ese vestuario, tiene ya una connotación mucho más amplia y alejada de la literatura. El pasado mayo, la escritora lanzó en Estados Unidos una versión del libro resistente al fuego, esta edición fue subastada por la prestigiosa casa de subastas, Sotheby's en Nueva York; su precio de salida fue 40.000 dólares (unos 37.500 euros), toda la ganancia se destinó a apoyar a la organización sin ánimo de lucro Pen America en su labor de defensa de la libertad de expresión. Esta acción tiene tanto significado como la novela, y se enmarca en la agria polémica surgida en el país norteamericano tras los intentos de grupos ultraconservadores por prohibir libros que consideran inadecuados en las bibliotecas escolares, su edición es un respuesta a la quema de libros, sí la quema de libros en pleno 2022, ¿de nuevo una distopía? Recientemente, el Tribunal Supremo estadounidense revocó el derecho al aborto en algunos estados. La decisión abrió la posibilidad de otras restricciones semejantes en el marco legal de ese país. Al conocer la noticia, era casi imposible para quienes leímos “El cuento de criada” sentir que la distopía planteada por la autora se acercaba a una espantosa realidad. En el libro, el llamado estado de Gilead comenzó por controversiales decisiones legales. Luego en restricciones y limitaciones cada vez más específicas y violentas sobre el derecho reproductivo de la mujer. Al final, el sistema legal del país convirtió al embarazo y la posibilidad de concebir, en un hecho vinculado al control total de la ley, las personas y por tanto de la sociedad entera. Lo que al final generó un sistema sostenido en el puritanismo, que convirtió a las mujeres en esclavas sexuales o esposas trofeo siempre detrás del hombre, calladas, sumisas e idénticas. Lo que resulta más inquietante, por no decir, terrorífico, es una percepción clara sobre la posibilidad del poder como una maquinaria que aniquila la individualidad y por lo tanto el Estado contiene todo el poder, sobre absolutamente todo. En la novela, leemos esta lenta transformación de la sociedad en un violento totalitarismo teocrático, a los ojos desconcertados de los protagonistas. Poco a poco, los personajes asimilan los cambios desde la óptica de la sorpresa y la resignación, la realidad les cae de sopetón, un día los cambios lentos son cambios totales. Atwood, no solo en esta novela, sino en casi toda su obra pone la marca de su defensa por los derechos de las mujeres, en el centro de sus ficciones a personajes femeninos zarandeados por un mundo en el que se llama a la mujer a vivir y hacer, según reglas establecidas por los hombres. Las protagonistas de sus relatos se dan cuenta de que su propia imagen, su propia vida, se compone según las reglas del mercado masculino, (esto no parece muy distópico). La escritora, vuelve una y otra vez sobre cuestiones relacionadas con los derechos humanos y el mundo de la naturaleza. (Donó el dinero del Booker Price para la puesta en marcha de proyectos relacionados con la protección de los bosques de su país). En la trilogía MaddAddam, que abre Oryx & Crake, otra distopía en la que anticipó los conejos fluorescentes que se inventaron en 2013 y, que retrata de manera certera la explotación sin escrúpulos del medio ambiente, la manipulación genética al servicio de corporaciones, la desigualdad social y culto al cuerpo, la escritora incluso describe una pandemia provocada por el poder para “limpiar” al mundo, así la ficción especulativa, así la literatura, así Margaret Atwood. Atwood es una escritora precoz y muy prolífera, se conoce más por su prosa que por su poesía, género que también cultiva, dicen que escribió sus primeros versos a los 16 años y pronto, a los 21 ganó la Medalla E. J. Prat, un premio de poesía de la Universidad de Toronto para sus estudiantes, con el poemario Double Persephone. El fragmento con el que abrimos esta colaboración le pertenece, recomendamos mucho buscar su obra en este género y sus ensayos. Y acá las recomendaciones de la autora: Los testamentos, 2019 Nueve cuentos malvados, 2019 La semilla de la bruja, 2018El corazón es lo último que se va, 2016 Por último, el corazón, 2016 Nada se acaba, 2015 Maddaddam, 2013 (2021) Un día es un día, 2013 El año del diluvio, 2010 (2021) La maldición de Eva, 2006 Penélope y las doce criadas, 2005 (2020) Oryx y Crake, 2003 (2021) Alias Grace, 1996 La novia ladrona, 1993 (1996) La mujer comestible, 1969 Traspatio Librería es un proyecto de promoción de la bibliodiversidad, la edición independiente, la literatura y la escritura de mujeres. Ofrecemos un espacio de diálogo y encuentro. Ig: @traspatiolibreriamoreliaFb: @traspatiomoreliaTwitter: @traspatio_el