Meche Carreño, quien en los años 60 sorprendió con los temas escondidos y desnudó a una generación

Meche Carreño protagonizó una etapa del cine que provocó sorpresa y escándalo. Abordó temas que parecían escondidos, abrió los ojos a lados oscuros de la vida y mostró una ruta sin retorno. Una búsqueda expresiva que se quitó la ropa y detonó pequeñas y grandes bombas en nuestro cine.

“Nos Vemos en el Cine”

Jaime Vázquez

La alberca de un hotel en París fue escenario para un desfile de modas explosivo. Era el 5 de julio de 1946 y la estríper Micheline Bernardini lució en la pasarela la creación de Louis Reard: el traje de baño de dos piezas. Reard lo llamó atom, por ser diminuto. Bernardini decía que el trajecito era más explosivo que la bomba atómica que Estados Unidos había detonado en el Atolón de Bikini unos días antes. La reveladora prenda surgió con el nombre que sería conocido en todo el mundo: bikini.  

En los años sesenta, en México, la veracruzana María de las Mercedes Carreño Nava, nacida en Minatitlán en 1947, un año después del estreno del bikini, se convirtió en una menudita bomba sexi y lanzó al aire proyectiles al modelar una versión topless de aquel bañador presentado en París, ahora con el curioso nombre de monokini

PUBLICIDAD

La veracruzana subió a los cielos de la popularidad. Los periódicos la conocieron como Meche Carreño, una morena y chispeante joven que estudiaba actuación en la Academia Andrés Soler, que trabajaba como modelo y bailarina. La chica del monokini abrió de un golpe las puertas de la fama y cruzó con pasos desinhibidos los escenarios. Su “atrevida” decisión, finalmente, ayudó quitarle ropa en más de un sentido a la estereotipada óptica sobre la juventud. Eran los años sesenta, época de cambios.

En sus inicios en el teatro Meche Carreño actuó con dos grandes figuras: Alejandro Jodorowsky y Carlos Ancira, mientras lograba papeles secundarios en el cine, como en Especialista en chamacas (Chano Urueta, 1965), con Enrique Guzmán, Javier Solís, Tin Tan y la joven Diana Mariscal, que dos años más tarde también escandalizaría en Fando y Lis, de Alejandro Jodorowsky; en La Valentina (Rogelio A. González, 1966), con María Félix y Piporro; en El Barón Brákola (José Díaz Morales, 1967), un pastiche al estilo de El Santo; y en El pícaro (Alberto Mariscal, 1967).

Con su primer marido, el fotógrafo José Lorenzo Zakani, crea la productora Uranio Films. Bajo este sello, en 1967, Meche Carreño protagoniza un guion escrito por ella: Damiana y los hombres, dirigida por Julio Bracho.

PUBLICIDAD

La mancuerna Carreño-Zakani a través de Uranio Films produce No hay cruces en el mar, escrita por Carreño, que dirige Julián Soler en 1968. Le siguen Andante, de 1969, de Julio Bracho; La sangre enemiga, de Rogelio A. González en 1971, una historia de Luis Spota; y La inocente, 1972, de Rogelio A. González.  

Después de Azul (1972) y Novios y amantes (1973), es dirigida por Emilio Indio Fernández en La choca, quizá su película más conocida y por la que obtiene un Ariel en coactuación. Filmada en Tuxtepec, Oaxaca, La choca es una relectura que Fernández hace de sus obsesiones: metáforas del sexo, la naturaleza humana en choque con el deseo, el poder y la violencia, el macho que se apropia de su entorno y que ni siquiera al mirar a la muerte se redime, la mujer objeto y fuerza natural. Bajo la dirección de Fernández participa brevemente en Zona roja, en 1976.

Meche Carreño conoce a Juan Manuel Torres cuando este la dirige en La otra virginidad. Estudiante de cine en Polonia, autor de un libro de cuentos y una novela, amigo de Sergio Pitol, Gerardo de la Torre, José Carlos Becerra, Torres debutó con el episodio Yo, en Tú, yo, nosotros, de 1970. Con él, Meche Carreño vive un romance y filma tres cintas más: La vida cambia, El mar y La mujer perfecta. Torres, con quien la actriz compartió proyectos, muere en un accidente automovilístico en 1980. Carreño aparece al lado de Juan Gabriel en dos películas, El Noa Noa y Es mi vida, y en algunas producciones más. Unos años más tarde, en otro accidente, muere el hijo de Meche y de Juan Manuel y la actriz se aleja de la pantalla. A los 74 años, hace unos días, la “chica del monokini” perdió la vida.

Convertida en símbolo sexual de su tiempo, Meche Carreño protagonizó una etapa del cine que provocó sorpresa y escándalo. Abordó temas que parecían escondidos, abrió los ojos a lados oscuros de la vida y mostró una ruta sin retorno. Una búsqueda expresiva que se quitó la ropa y detonó pequeñas y grandes bombas en nuestro cine.

Jaime Vázquez, promotor cultural por más de 40 años. Estudió Filosofía en la UNAM. Fue docente en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha publicado cuento, crónica, reportaje, entrevista y crítica. Colaborador del sitio digital: zonaoctaviopaz.

@vazquezgjaime