Yazmin Espinoza colaboradora de La Voz de Michoacán Nunca he sido fan de la novela histórica, sin embargo, con el tiempo mis amigas lectoras me han hecho dejar a un lado mis prejuicios y encontrar en géneros que no estaban en mi librero; verdaderas joyas. Fue en 1995 cuando Ángeles Mastretta escribió una historia que, considero, es una de las mejores novelas históricas del país, y todo eso con un trío romántico en el medio. “Mal de amores” me atrapó como lo hacen las telenovelas de las 9pm, y me volví adicta a ella como al café con leche de mi abuela. En el convulso México prerrevolucionario de finales del siglo XIX Emilia Sauri crece en el seno de una familia liberal. Durante su infancia, transcurrida entre conversaciones políticas, infusiones y remedios naturales, tiene la fortuna de aprender el mundo de quienes viven con ingenio, avidez y entereza. Con los años, Emilia se convierte en una mujer que lucha por sus convicciones y se niega a renunciar a sus sentimientos, enfrentando las limitaciones impuestas a su condición femenina y el peligro de amar locamente a dos hombres: a Daniel Cuenca, un aventurero y revolucionario que pobló sus sueños infantiles y, ya en su madurez, a Antonio Zavalza, un médico que busca la paz en medio de la guerra civil. Regida por la mejor tradición de las novelas costumbristas, “Mal de amores” fue galardonada con el prestigioso Premio Rómulo Gallegos en 1997, y es hoy una obra querida y siempre recomendada por cuantos se han perdido, o encontrado, entre sus páginas. Ángeles Mastretta, su autora, es una escritora y periodista mexicana conocida por crear personajes femeninos sugerentes y ficciones que reflejan las realidades sociales y políticas de México. “Tenía su libertad como pasión primera, y su arrojo como vicio mejor. Solía desbaratar un argumento con la luz ominosa de su mirada despreciándolo, y era lectora como pocas y erudita como ninguno”. Y es que si algo me atrapó de esta novela, fue el personaje de Emilia Sauri, a la cual nos presentan desde recién nacida y, a lo largo de la historia, la vemos crecer y convertirse en una mujer consiente de las tristezas, pero también de los grandes amores que trae la vida. Emilia Sauri es hija de un boticario que, después de mucho viajar por el mundo, regresó a su México encontrándose de frente con el amor de su vida, Josefa Veytia. Así, Emilia creció con los ideales de su padre por la política antiporfirista, con las ideas de la revolución en su cabeza, entre las tertulias de la casa del Doctor Cuenca y los días metida entre botes llenos de yerbas y polvos medicinales en la botica de su padre. Con ella en el centro, el mal de amores, tema de la novela desde su título, se desarrolla de una forma dinámica pues Emilia tiene varios maestros a lo largo de su vida, quienes la ayudan a crearse una mente abierta, diferente, y fuera de contexto. Y alrededor de este mal de amores humano, leemos también sobre los inicios de la insurrección contra Porfirio Díaz, el ambiente hostil a la llegada de Madero y la vida de quienes dieron su vida por la patria. “Habían puesto parte de sus vidas en la búsqueda del país brioso que se adormecía bajo la dictadura, habían querido un país de leyes, en el que no se hicieran los deseos de un general. Pero de la guerra contra la dictadura no había salido más que guerra, y la lucha contra los desmanes de un general no había hecho sino multiplicar a los generales y a sus desmanes”. Con todo esto la novela me atrapó. El contexto histórico enmarca a la perfección los vaivenes político de México, el amor y una familia cuya historia tiene muchos tintes de realismo mágico. Debo decir que el conocimiento de la autora de la historia alrededor de 1900 y la revolución mexicana es impresionante, pero aún mejor es su conocimiento de la humanidad. “Alguna vez, la vida sería tan generosa que ambos tendrían tiempo para sentarse a leer lo que se le había ido ocurriendo en esa época ciega que no se cansaba de abominar, pero que tampoco hubiera cambiado por otra. Antes que seguirlo sin más hasta convertirse en una sombra, había elegido perderlo”. En medio de esto, destaco que el personaje de Milagros es quien me parece más interesante que los demás. Una tía que llega a abonar todo ese pensamiento del “cambio”, pero también contiene en ella toda la ternura y el cuidado de las mujeres que la antecedieron. Para mí, Mal de amores es una oda a las mujeres mexicanas, su resistencia y su pasión por la vida. Cierro con esta cita, larga pero preciosa, de una oración de Milagros a su recién nacida sobrina. Un párrafo lleno de deseos que envío a las mujeres, no solo de México, sino de todo el mundo. "—Niña —dijo Milagros con la solemnidad de una sacerdotisa—, yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos. Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede. Amén". Datos del libro Autora: Ángeles Mastretta Editorial: Seix Barral Año de edición: 1995 No. de páginas: 392 Sobre Yazmin Espinoza Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias. Instagram: @historiasparamama