Morelia y Pátzcuaro recibieron la exposición “De la invisibilidad a la transparencia” de Didier Dorval

Desde el 2001, Dorval radica en Pátzcuaro, Michoacán, donde actualmente tiene su estudio y organiza conciertos de música clásica, así como otras actividades artísticas.

Foto: Víctor Ramírez

Yazmin Espinoza

Las salas Alfredo Zalce y Jesús Escalera del Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro (CCACJ) recibieron la exposición “De la invisibilidad a la transparencia” del artista francés Didier Dorval, muestra que tendrá una permanencia hasta el 10 de julio del año en curso.

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La muestra, que es un proyecto que explora los significados de la nada, la existencia y la percepción, está compuesta por más de 50 obras de pintura, dibujo, escultura, fotografía, instalación y poesía.

“Hay mucha variedad, es abstracto no, hay forma y geometría, porque salir de la figura humana es difícil. Esta forma del arte depende de la calidad del papel o tela, de la tinta y de la fuerza del golpe cuando estás creando”, comparte en entrevista para La Voz de Michoacán, el artista".  

De acuerdo con Dorval, la exposición que abarca dos salas del Colegio Jesuita, es una mezcla de varias muestras, formatos e ideas, pero que en el fondo tienen el tema en común de la nada o, como su nombre lo refiere: la invisibilidad y transparencia.

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“Quiero contruir, y es terrible porque eso es una forma de control, pero siempre hay una historia entre el equilibrio, la piedra o el papel y la nada, que es el texto que está a la entrada, un discurso de la creación del universo”.  

Y es que, para el artista, cada pieza toma un significado diferente dependiendo de los ojos a través de los que se vean, una capacidad de mutación que el arte genera.

“La gente debe decir, ‘qué está diciendo…’, pero la invisibilidad es que cuando llegamos a la tierra nos preguntamos quién somos, porque no somos nada, cómo pasar de eso a algo, a ser alguien, haciendo qué. Todo es cuestion de observación, escuchar, comunicar, educación, sensibilidad, son las cosas que creo que forman a una persona y la hacen evolucionar”.  

Para Didier, la verdadera revolución consiste en construir una personalidad a través de la sensibilidad pues, señala, todos somos libres de ser quienes queramos ser, pero llega un momento en donde se tiene que pasar a la acción.

“Tú puedes ver quién es Didier, es claro: soy artista, estoy construyendo un discurso que puede valer o no, aportar o no, porque siempre hay una interpretación de lo que estoy haciendo y diciendo”.  

Como parte de su obra, por ejemplo, podemos encontrar un tinta sobre papel en el que conviven dos mil 666 figuras en transformación. De acuerdo con el autor, “son figuras con interacción, porque estamos juntos, pero podemos no saber nada del otro, casi siempre porque no nos ponemos a escuchar”.

Justo esta falta de conexión entre los seres humanos es otro punto que Didier toca a través de su obra, también con páginas de un libro compuesto por 133 páginas donde no hay ni una palabra.

Artista del mundo

Didier Dorval nace en París, Francia, en 1950. Muy joven se apasiona por la música y las artes gráficas. En su ciudad natal estudió fotografía y filosofía, convirtiéndose a los 19 años en asistente de Jean Dubuffet, uno de los pintores y escultores franceses más famosos de la segunda mitad del siglo XX, y creador del Art Brut (arte en bruto), una corriente de arte producida por no profesionales que ponen en tela de juicio los cánones académicos.

Posteriormente, Dorval se hace miembro del grupo Centre d’Art de Lainville, dirigido por Hugues Pissarro. En 1986 se instala en Toronto, Canadá, donde abre un estudio de fotografía, publicidad y comunicación corporativa, cuyos proyectos le permiten viajar por todo el mundo.

Desde el 2001, Dorval radica en Pátzcuaro, Michoacán, donde actualmente tiene su estudio y organiza conciertos de música clásica, así como otras actividades artísticas.