Néstor Ortiz, el científico michoacano que rescata la música ancestral de la Sierra Purépecha

Néstor Ortiz y Oliver López hablan sobre un proyecto de investigación de la música y orquestas purépechas tradicionales.

Víctor Rodríguez Méndez / La Voz de Michoacán

Paracho, Michoacán. Se llama Néstor Enrique Ortiz Madrigal y es originario de Paracho, Michoacán. Tiene 38 años es doctor en física teórica y, como parte de su área de investigación (la astrofísica relativista), en particular hace simulaciones computacionales de la dinámica de agujeros negros y estrellas de neutrones. Actualmente trabaja como investigador y docente en el Departamento de Gravitación del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM y en la Facultad de Ciencias de la UNAM, en la CDMX, respectivamente.

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Más allá de su actividad científica, Néstor Ortiz es también responsable de la investigación sobre la configuración de orquestas tradicionales de la Sierra Purépecha a finales del siglo XIX, proyecto que obtuvo en 2023 uno de los estímulos estatales del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), financiado por la Secretaría de Cultura federal a través del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC), en colaboración con el Gobierno del Estado de Michoacán, mediante su Secretaría de Cultura.

Este plan le permitió a Néstor la recopilación de fotografías, testimonios y recursos bibliográficos, con lo que pudo al fin formular una respuesta aproximada a la pregunta de investigación planteada: ¿con qué instrumentos se tocaba la música de El Año Musical de la Sierra antes de haber sido plasmada para piano en el siglo XIX? Después, el paso siguiente de su proyecto premiado fue integrar una orquesta acorde a aquellos tiempos y grabar un disco con una selección orquestada de El Año Musical de la Sierra, que es el registro escrito más antiguo conocido de música purépecha y cuyas 40 piezas, en su mayoría anónimas, se escribieron para piano en 1896 por el músico parachense Jesús Valerio Sosa (en breve se publicará un libro editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia junto con un fonograma que contiene las 40 piezas para piano).

De acuerdo con información proporcionada por Néstor Ortiz, la tradición oral atribuye algunas de las piezas al mismo Jesús Valerio Sosa; sin embargo, ninguna autoría suya explícita se encuentra en los manuscritos conocidos. En cambio, algunas piezas contienen inscripciones que sugieren la autoría del músico parachense Gorgonio Sosa Dávalos.

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En entrevista vía remota desde la Ciudad de México, Néstor Enrique Ortiz Madrigal explica que el impulso al proyecto nació hace más de dos años en Paracho al tener en sus manos una transcripción manuscrita de El Año Musical de la Sierra, que forma parte del acervo particular de una tía de su esposa. “En el documento encontramos nombres de personas, iniciales, fechas y demás anotaciones intrigantes que despertaron mi curiosidad. Me enganché a tal grado que no pude parar de trabajar hasta resolver gran parte de los enigmas. Me ha tomado meses y no lo he hecho desde cero, pues he partido de bibliografía y estudios previos de otros investigadores”.

Néstor agrega que en el proceso de su aventura de investigación musical formó y lideró un grupo de expertos en musicología, lingüística e interpretación musical para ayudarlo a analizar el manuscrito. Hoy, dice, se siente satisfecho de haber podido responder varias de las preguntas iniciales: ¿cómo surgió El Año Musical de la Sierra?, ¿cuándo?, ¿por qué se escribió para piano?, ¿quiénes escribieron las piezas?, ¿qué significan las letras de sus cantos en purépecha?

“La búsqueda de respuestas y mi cariño por la música de mi pueblo han sido mis motivaciones”, puntualiza Néstor.

Al abundar sobre las orquestas tradicionales de la Sierra Purépecha a finales del siglo XIX, el investigador michoacano señala que eran orquestas mixtas (de cuerdas y alientos) y empleaban violines, violonchelos, contrabajo, clarinete y trombón. “Me quedó claro que en ese tiempo (a diferencia de ahora) tales orquestas no usaban guitarras, trompetas ni saxofones”. Estas agrupaciones interpretaban música tradicional purépecha en celebraciones populares, muchas de ellas ligadas al calendario de festivo católico, aunque también interpretaban música proveniente de distintos orígenes, en particular arreglos de música europea.

“Suponemos que, a finales del siglo XIX, estas orquestas existían en la mayoría de las comunidades de la meseta purépecha. Es probable que la mayoría de estas orquestas hayan estado conformadas por integrantes de familias portadoras de la tradición musical de sus respectivas poblaciones”.

Sobre la orquesta que integró para el proyecto, Néstor Ortiz explica que ocho de los nueve integrantes son originario de Paracho y uno es de Santa Fe de la Laguna. Tres de los cinco integrantes del coro son parachenses, mientras que los dos restantes son de León, Gto., y de la CDMX. “Deliberadamente, evité recurrir a una orquesta ya formada. Quise formar la orquesta desde cero, con integrantes provenientes de diversas familias de músicos parachenses. El resultado fue un grupo plural de músicos de distintas formaciones. Por ejemplo, el director musical (el parachense Javier Bautista Alejo) es un talentoso compositor y violinista de carrera académica con una amplia tradición musical purépecha, pues es integrante del reconocido Grupo Erandi de Paracho; otro de los integrantes (el parachense Luis Daniel Salazar) es violinista titular de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, y su repertorio cubre principalmente la música del periodo clásico europeo”.

Cabe señalar que, como actividad complementaria al trabajo de investigación, la orquesta presentó el recital «Música purépecha del siglo XIX. Selección orquestada de El año musical de la Sierra», que recopila piezas de Jesús Valerio Sosa de 1896, el 3 de enero de 2024 en el Teatro-Cine Rex de Paracho, como parte del Programa de Interacción Cultural y Social (PICS), perteneciente al SACPC de la Secretaría de Cultura federal.

Un proyecto que aún no termina

El nombre de El año musical de la Sierra, según señala Néstor a pregunta expresa, se refiere a que las piezas musicales describen el calendario anual de festividades populares en la Sierra Purépecha. Se trata de 40 piezas divididas en dos secciones: Estación de secas y Estación de aguas. En la primera se encuentran piezas correspondientes al Año Nuevo, la fiesta del carnaval, días de campo, entre otras; mientras que en la segunda encontramos piezas típicas de la fiesta del Corpus Christi, San Lucas, procesiones marianas, etcétera. Por éstas y otras razones, dicha colección musical posee un alto valor histórico y etnomusicológico, apunta Néstor. “Técnicamente, se trata de sones, casi todos anónimos, todos en tonalidades mayores, casi todos de carácter alegre. Hay nueve cantos con letra en purépecha, algunos de carácter filosófico-reflexivo, algunos de cortejo”.

Con todo el trabajo realizado, el proyecto no ha concluido, precisa el investigador y docente de la UNAM, pues aún falta editar los audios que la orquesta ha grabado recientemente en estudio, para luego producir el disco correspondiente. Además del disco, otro producto entregable será su reporte de investigación, el cual está en proceso de elaboración y publicación, según comenta Néstor.

Y señala: “Hasta ahora me siento satisfecho con los resultados y muy agradecido con mis colaboradores, en particular con los músicos, por su profesionalismo y su voluntad para sacar el proyecto adelante”.

El apoyo del PECDA otorgado al proyecto fue de 50 mil pesos, de un total de un millón 75 mil pesos que el programa destinó a 23 proyectos en diversas categorías. El monto, sin embargo, es insuficiente para completar los alcances de Néstor Ortiz, según dice. “Para realizar el proyecto he tenido que cubrir gastos con mis propios ahorros, pues de otra forma sería imposible. Además, he recurrido al patrocinio de donadores particulares y empresas parachenses. Todo sale muy caro: la producción de un disco, la ingeniería de audio, los honorarios de los músicos, la logística de un concierto, los honorarios del arreglista, etcétera. Al final las cosas se concretan sumando aportaciones y voluntades desinteresadas”.

Arreglos y orquestación

Compositor y maestro de piano con experiencia en pueblos originarios, Oliver Adrián López González fue el encargado de la orquestación para el concierto y también para los libros del proyecto coordinado por Néstor Enrique Ortiz Madrigal. Afincado en Pátzcuaro, Oliver explica que fue un desarrollo no exento de complicaciones “porque no ha habido una experiencia similar con relación a la música indígena, al menos que tenga que ver con una reconstrucción histórica de la música de hace 100 años en México o, inclusive, anterior a ésta”.

“Lo que yo estuve trabajando tuvo que ver con un enfoque más analítico y sintético que tiene que ver con un proceso de la reconstrucción histórica de la música a partir de grabaciones y experiencias de campo en algunas comunidades. A partir de ello empezamos a desmenuzar ciertas características de la música y finalmente quedaron plasmadas en la orquestación y bajo las investigaciones de Néstor”.

El también investigador y gestor intercultural, de 30 años, cree que los resultados fueron positivos porque se deja una pauta para que otras personas interesadas en el desarrollo histórico de la música purépecha puedan utilizar el proyecto como fuente. Es importante que se siga trabajando en la crítica a través de estos procesos, dice. Por tanto, la importancia de este proyecto radica en que es desde ahora “una base pionera para el entendimiento histórico, no sólo de la música purépecha, sino de la música mexicana vista desde las comunidades mismas”, asienta Oliver López.

Esta investigación y sus resultados tienen que funcionar, agrega, como “un llamado a la formalización de un corpus documental robusto, es decir, empezar a trabajar en equipo para desarrollar una comprensión histórica de la música indígena que vaya siendo enriquecida no solamente por las notas o melodías que se han estado trabajando, sino por la misma vivencia que sigue existiendo en la música actualmente”.

Oliver agrega que se debe trabajar y dirigir esfuerzos hacia un compromiso continuo con la investigación y la preservación de las expresiones culturales que básicamente son únicas en la música universal. “La música purépecha es la cultura que tiene más registros en el idioma en América. Este trabajo debe funcionar como una invitación a explorar la riqueza cultural y sonora de las comunidades y las culturas, no solamente a través del tiempo pasado, sino en esta época, y con esto trabajar una intersección entre lo creativo y lo académico, donde las partituras puedan funcionar no solamente en estos paisajes sonoros, sino como un puente que nos sirva para entender quiénes somos o cuál es la identidad de la cultura purépecha o de la cultura de cualquier otro contexto”.

Finaliza: “Ojalá este eco temporal pueda servir como una resonancia a través de las generaciones y que los jóvenes puedan aprender, que es algo de lo que a mí al menos más me interesa”.