Norteño, punk y con sabor cachanilla: el regreso de Juan Cirerol

El cantante regresa al país por la puerta grande, acompañado siempre de su guitarra y de su peculiar estilo de interpretar sus temas.

Imagen de Juan Cirerol hecha con Inteligencia Artificial (Midjourney) por Mikel Ocejo, CDMX, 2023.

Fernando Llanos

Juan Antonio Cirerol Romero nació en la fronteriza Mexicali, allá donde los corridos mexas inundan el espectro sonoro, pero el country y el punk yanky lo salpican también. Cuenta que su amá lo mandaba a chambear de cerillo al “Güolmar” para sacar unos pesos, pero él prefería tocar sus composiciones en las taquerías y cantinas de la ciudad. Su biografía narra que tocó en varias bandas punks antes de lanzarse como solista enarbolando la bandera de folk rock, algunos videos en YouTube así lo atestiguan y su garra en el escenario lo confirma. En 2009, con tan solo 23 años irrumpió con bombo y platillo en la escena musical chilanga gracias a su disco “Ofrenda al Mictlán” publicado por Vale Verga Discos.

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“Mi historia es muy simple, comencé tocando la guitarra a los 13 años. Mi gusto por la escritura viene principalmente por Charles Bukowsky. En un año como el 2008 me preguntaba cómo sonaría Johny Cash interpretando una canción de Miguel y Miguel. Música ranchera, que se asemeja bastante a Johny Cash, y quise darle una vena punk”.

Álbum Digital de Juan Antonio Cicerol "Picando Cebolla", de 2017.

Con acento y caló de chicali, una virtuosa guitarra acústica, letras con enorme sentido del humor y confesiones apabullantemente honestas, compartió en 13 pistas pasajes autobiográficos, historias de sexo, amor y vicios. El disco fue lanzado en formato de vinilo y fue rápidamente arropado por las escenas chilangas de arte contemporáneo y rock. Sus rolas son tan memorables que Cirerol ha sido comparado con cronistas musicales de la talla de Chava Flores o “el profeta del nopal” Rockdrigo. Ahí no más. En 2010 comenzó su blog “Claro que no moriré” donde vertió por seis años sus pensamientos y poesías, toda esa prosa poética terminó en una publicación llamada “Tonifica mi alma, el periplo de un trovador” publicada por Mono Ediciones en 2017.

Una vez,
alguien me dijo que lo único que logré,
fue lucrar con mi enfermedad mental.

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Yo le creí por completo.
Tiene toda la razón.

Pero, vamos hombre.
Nadie podría ser una leyenda hoy en día,
Para eso existen otras cosas.
No sé cuales.

(Fragmento, 2014)

Entre su talento musical y su talante lírico, Cirerol pasó del mundo independiente a firmar con Universal, una de las tres compañías discográficas más importantes del mundo. Le ha abierto conciertos a bandas como Zoé, Calamaro y Bunbury, y ha tocado solo con su guitarra y armónica en el Vive Latino, en el prestigioso festival de Austin, Texas: South By Southwest (SXSW) y hasta en la Galería Kurimanzutto. Sus rolas ya son un referente para generaciones más jóvenes. Ed Maverick (Premio Grammy Latino a la mejor ingeniería de grabación 2021), Daniel Quien o la chilena cantante de pop urbano Mariel Mariel cantan orgullosamente sus covers.

“Muchos artistas me han compartido que mi música los ha inspirado, es un gran honor, me siento muy orgulloso de que ellos me consideren parte de su inspiración”.

Poemario “Tonifica mi alma, el periplo de un trovador”, publicada en 2017.

Su jovial carrera de rockstar, con excesos, drogas y fiestas interminables, la vivió uniformado de camisas y botas norteñas, cinturones de hebillas enormes y hasta sombrero tejano. Yo lo conocí en un bar en la Colonia Roma, y lo primero que le chulee fue su enorme hebilla, y luego-luego le enseñé la mía pa’ mostrarle que teníamos gustos afines. Llegamos a tocar juntos alguna vez en “El Imperial”, y hasta lo invité a ser parte de la banda sonora de nuestra película “Matria”. Grabamos en La Casa del Lago una sesión con él, y Michael Nyman, el célebre compositor inglés. El resultado fue un hermoso desastre, ninguno de los dos quizo dejar de hacer lo que sabía y escuchar al otro. El irreverente muchacho mexicalense no se doblegó antes las canas y el renombre del músico británico. Terminó componiendo un precioso corrido para mi abuelo Antolín Jiménez en su departamento, cuya sesión de grabación fue aderezada con harta cerveza y drogas duras. Este tipo de excesos lo llevaron a un polémico resbalón por el cual lo juzgaron duramente en redes sociales. Gracias a eso y a la pandemia puso en pausa su carrera un par de años.

“He estado bastante afectado mentalmente, tanto por el uso de sustancias como por cosas similares a eso. Tener esta vida es complicado, andar de gira, tratar de tener un proyecto musical que funcione económicamente, mudarme de ciudad, no saber si al siguiente día vas a tener para comer o si vas a tener para la renta. Afortunadamente después de la pandemia, y mis controversias, tuve que reinventarme también en el aspecto estratégico de cómo seguir trabajando en vivo. Me retiré durante un tiempo y me sirvió para agarrar fuerzas y esculpir mi persona, para que mi propio cuerpo y mente pudiesen salir resilientemente de un problema que a todos nos tocó, de una pandemia. Gracias a Dios el público sigue ahí esperando los chows”.

Hace como seis años que no lo veo, pero para esta nota retomamos la conversación. Nos mandamos varios mensajes de audio por WhatsApp. Escucho su voz, su nuevo léxico empresarial, y sé que es otra persona, más madura y centrada, totalmente desintoxicada. Y sí, celebro mucho su regreso. Hay un antes y un después en su carrera, pero la vocación y la pasión siguen ahí buscando dónde ebullir.

“Estoy practicando meditación, sigo con la lectura, pero ahora con temas de psicología. Sigo repasando a los autores que me gustan. Hago ejercicio, me gusta llevar una alimentación sana. Sigo produciendo mis eventos y pienso seguir creciendo, es un trabajo bastante complicado, lleva su esfuerzo y su estrategia”.

Juan Cirerol regresa a los escenario pagando con talento y esfuerzo el derecho de piso que su carrera le demanda. Pese a seguir siendo joven, su biografía podría ser el guion de una serie en un futuro no muy lejano. Una de esas historias entrañables que tienen personajes con atributos admirables, que los hacen avanzar hacia su meta, y en el segundo acto siempre hay un incidente que afecta al protagonista, y donde todo mundo piensa que va a perder, a rendirse, pero no, regresa con más fuerza, en búsqueda del final feliz. Así es la historia de Cirerol, que sigue buscando la inmortalidad a través de sus canciones, de su salvaje poesía. Lo admiro porque desde muy temprana edad tuvo las agallas de apostar con su voz por su arte, con letras que retratan la dura realidad que le tocó vivir, y lo hizo con ironía, ingenio y mucha gracia, y también me asombra su capacidad creativa: a sus 36 años tiene ya 16 discos, Lis y EPs, en vinilo, CD y digital. Ha vuelto, pero tomando conscientemente las riendas de su vida y su carrera.

Midjourney por Mikel Ocejo.

“Creo que la peculiaridad de mis canciones, de mi persona y personaje, y en sí de todo mi discurso artístico, son únicas, así que seria ilógico que yo me desempeñe de una manera convencional en el campo discográfico. Al darme cuenta de esta característica especial, me oí a la tarea de verle el lado positivo a las cosas y no ver esto como una limitación, si no como una virtud de la cual se puede sacar ventaja, y no a costa de ninguna empresa, disquera o persona, si no más bien siempre tratar de dejar en claro que conmigo está abierto el camino hacia la evolución de la industria, pues soy una persona apasionada de lo que hago y adoro mi trabajo”.

Juan Cirerol es uno de esos talentos que uno tiene que escuchar en vivo para creer, y tenemos la fortuna de tenerlo este viernes 8 de septiembre, a las 20 horas en el Beat Music House, en Bartolomé de las Casas 203, en el centro de nuestra bella ciudad de Morelia, Ciudad Creativa de la Música desde 2017, según la UNESCO.


Fernando Llanos es Artista plástico por la Esmeralda e historiador por la UMSNH, cronista de la Ciudad de Morelia por el Ayuntamiento de Morelia.