Dante Bernardo Martínez Vázquez A unas dos horas y media de la capital de Morelia, se encuentra la espectacular y enigmática zona arqueológica de San Felipe de los Alzati-Zirahuato perteneciente al municipio de Zitácuaro. Además de ser una de las zonas arqueológicas más grandes de nuestra entidad federativa, alberga también la construcción prehispánica más alta hasta el momento registrada en el estado y se trata de un enorme basamento piramidal compuesto por dos grandes estructuras que en realidad son dos cuerpos de muros escalonados que se conjuntan entre sí y que además, adosaron a las laderas del cerro Zirahuato, ubicado entre las comunidades de San Felipe de los Alzati y Zirahuato, comunidades donde todavía se habla la lengua mazahua y el otomí. Esta estructura alcanza unos 40 metros de altura, aunque muy probablemente con el templo que alguna vez tuvo en su cima, esta altura fue todavía mayor. Lo interesante, es que este basamento piramidal cuenta prácticamente con la misma altura de lo que el basamento piramidal más grande de la extinta ciudad de Tenochtitlán, es decir hablamos del Templo Mayor, que con todo y templo alcanzaba los 45 metros de altura. Por otro lado, la gran “pirámide” de Zirahuato-San Felipe, es más alta que otros basamentos conocidos, como el templo de Kukulkán en Chichen Itzá, el templo de las inscripciones en Palenque o la pirámide de los Atlantes en Tula. Las dimensiones de esta mega construcción de San Felipe-Zirahuato, la convierte en una de las más interesantes, a pesar de lo poco que se conoce a la fecha sobre dicha ciudad que pareció ser una de las más importantes de la región oriente de Michoacán y en general de todo el occidente de México. Desde finales del siglo XIX existían ya referencias sobre los enormes monumentos que se encontraban en las laderas del cerro Zirahuato, descrito por distintos geógrafos y cronistas; aunque las investigaciones formales del lugar no llegaron hasta prácticamente la década de los setentas, cuando el arqueólogo Otto Schöndube a principios de dicha década, comenzó a investigar gran parte de la región oriente del estado, en la que incluyó recorridos de superficie y mapeo en los municipios de Zitácuaro, Tuxpan, Jungapeo y Ciudad Hidalgo principalmente. En este momento es donde formalmente se da a conocer ante las autoridades del INAH la existencia del colosal basamento, por lo que recibió la autorización de comenzar las investigaciones pertinentes para saber más sobre esa antigua ciudad, como su temporalidad o a qué cultura perteneció. Durante estas primeras etapas de investigaciones, no solamente se consolidó el basamento para su apertura al público, sino que también se realizaron importantes hallazgos como dos monumentales esculturas de roca volcánica que representan a unos felinos con rasgos que los podrían relacionar al dios de las tormentas, de los cuales uno actualmente se encuentra en exhibición en las instalaciones del Museo regional michoacano en el centro histórico de Morelia, y el otro se encuentra bajo resguardo de la comunidad de Zirahuato. Del mismo modo se encontraron varios petrograbados que el público puede visualizar en su visita a la zona arqueológica. Durante varias décadas de estudio, la zona arqueológica de San Felipe – Zirahuato fue un enigma al cual se le dieron distintas interpretaciones, entre las más conocidas se trata de una antigua fortaleza del imperio tarasco que sirvió especialmente para proteger las fronteras de sus acérrimos rivales los mexicas; no obstante las evidencias de esto son muy escasas o hasta nulas, por lo que la mayoría de los investigadores habían llegado al consenso de que se trataba de un sitio anterior al auge tarasco, y su cerámica estaba muy relacionada con la cerámica descubierta tanto por José García Payón y Román Piña Chan en el valle de Toluca, por lo que se planteó que probablemente el sitio tenía una relación más estrecha con el grupo conocido como Matlatzincas o Pirindas. Hasta la fecha, dicha propuesta sigue siendo la más aceptada, por lo que se especuló que el sitio arqueológico estuvo ocupado en una temporalidad que iba del 900 después de Cristo al 1350 de nuestra era, tal como en su momento lo aseveró la arqueóloga Estela Peña quien durante muchos años estuvo a cargo de las investigaciones del sitio. No obstante, en las investigaciones más recientes llevadas a cabo por el arqueólogo Ramiro Aguayo Haro del centro INAH Michoacán, se ha planteado la probabilidad de que el sitio sea más antiguo, inclusive contemporáneo a la gran urbe de Teotihuacán del período clásico (0-650 d.c). Lo que ha quedado claro, es que sin duda la zona arqueológica de San Felipe – Zirahuato fue una de las ciudades más importantes de Michoacán durante la época prehispánica y las investigaciones por venir, darán más luces para descifrar los secretos que rodean a dicha zona arqueológica. Dante Martínez Vázquez, licenciado en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Colaborador de los proyectos PAPAPCSUM y REPIMTAR del centro INAH, Michoacán. Actualmente cursa la maestría en Historia en la facultad de Historia, de la UMSNH.Email: Dante_dalton@outlook.com Academia.edu / Dante Martínez Vázquez