Saúl Juárez presenta 'Breves historias del mundo frágil'; “en ocasiones escribir es una fuga”

El escritor y promotor cultural publica Breves historias del mundo frágil, el primer número de la colección editorial de La Voz de Michoacán, en celebración de sus 75 años.

Foto: Víctor Ramírez

Víctor E. Rodríguez Méndez

Al escritor español Juan José Millás se le reconoce como inventor del articuento, un nuevo género —a caballo entre la literatura y el periodístico— que él mismo define como «crónicas del surrealismo cotidiano dosificadas en perlas». Con ellos, añade, llegan como propósitos importantes “el sobresalto, la carcajada y el regusto placentero provocado por la irrupción de lo inaudito en una realidad que conocemos bien… o eso pensábamos”.

            Con otras referencias personales, en esta tesitura podemos ubicar los textos contenidos en Breves historias del mundo frágil, de Saúl Juárez, editado por Huella Digital y La Voz de Michoacán, en lo que es el primer número de la colección editorial del diario, en celebración de sus primeros 75 años. El libro reúne una serie de cuentos, crónicas y estampas breves (en feliz consonancia con los articuentos de Millás), cada uno de no más de mil 700 caracteres, que con el nombre de «Mirador» fueron publicadas todos los lunes desde 2018 en el periódico impreso.

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Saul Juárez Vega (27 de febrero de 1957) es un escritor y promotor cultural mexicano, autor de diversos libros de narrativa y poesía: Más sabe la muerte (1983), La muerte en el cuento mexicano (1988), Piedras del viento (1991), Si van al Paraíso (1994), Es agua esta luz (1995), Señales de viaje (1995), El viaje de los sentidos (2000) y La calle de los fresnos (2002), además de publicar en diversas antologías de México y del extranjero. También se ha dedicado por más de cuarenta años a una intensa labor como funcionario en el ámbito de la educación y la cultura. Fue director del Instituto Michoacano de Cultura y del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre otros cargos.

Foto, Víctor Ramírez.

El desafío del cuento corto

En entrevista, Saúl Juárez explica su intención de publicar un libro de relatos breves: “Siempre he practicado el cuento corto, es un género que presenta retos interesantes, desafíos que me gusta enfrentar. Desde muy joven he admirado a Julio Torri, uno de los más grandes cultivadores de la narración brevísima”. Por tanto, agrega, “la publicación de este libro me satisface mucho no sólo literariamente, sino por el hecho de tratarse de una colaboración semanal en un periódico que es un símbolo para Michoacán”.

            Para Sandra Aguilera, según se lee en la presentación del libro, los relatos de esa publicación “son piezas finas recolectadas en el instante que quiebra la historia, narradas desde la intimidad”. Por su parte, el autor espera, de inicio, que el libro despierte el interés del público lector, “que lo lea en el orden que prefiera, que descubra algo que llame su atención y lo invite a navegar en varias de las historias”. Según explica, Breves historias del mundo frágil no tienen una línea estática: “Se mueve entre el relato y la estampa, entre el cuento y la reflexión. Se aleja de la máxima, de la enseñanza y de la moraleja. Habla por igual de la vida real y de la imaginaria”.

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No sé si a alguno de ustedes ya le ha ocurrido, pero a mí me acaba de suceder: hoy desperté siendo otra persona. Es verdad que puedo reconocer la cama en donde estoy acostado bocarriba, el buró con una lámpara en forma de hongo y un frasco de Vick VapoRub. Es cierto que me encuentro en el que fue mi departamento en el décimo piso. Sé también que soy (fui) un músico de orquesta. Pero hoy ya soy otro (…).

“El hombre vacío”

Dividido en cuatro apartados: Relatos cortos para noches largas, secretos para contar el silencio, Destellos de cristal y Sendero de cuarzo, los textos recientes “son producto de la observación del presente, de la evocación y del artificio literario con el que he caminado ya por más de seis décadas”, de acuerdo con el propio autor. En cada relato breve, Saúl Juárez reaviva el lenguaje para reformular los visos cotidianos que se esconden y emergen entre la realidad y la ficción, de tal modo que estas remembranzas renuevan la propia mirada del lector o lectora. La atmósfera constante en muchos de ellos, incluso, depara una sensación melancólica y pesarosa, nunca exenta de la sorpresa y el final certero, inherentes a la literatura breve.

“En cada texto he pretendido entregar una sensación de alegría o una percepción de tristeza”, señala Saúl Juárez. “Los he escrito en casa, en autobuses, en cafeterías y en la cama de un hospital. Son producto de un empeño semanal no exento de alguna truculencia, de atisbos poéticos y de un trazo que apela al impresionismo”.

            ¿Por qué escribe? “A veces escribo porque me resulta necesario decir algo que me conmueve, a veces lo hago para olvidarlo. Siempre es distinto. En ocasiones escribir es una fuga. Nunca se sabe bien, pero no le concedo al motivo de escribir una virtud digna de analizarse, no al menos en mi caso puesto que, cada vez, hay razones diferentes para sentarse a escribir y, entre ellas, no se cuentan la de dejar huella o la de que mis amigos me quieran más”.

            El narrador y poeta recuerda que su primer cuento lo escribió en un autobús foráneo y después no podía entenderle a su propia letra. “Creo que leer es el principal motivo para comenzar a escribir. Yo leía mucho en las carreteras, pues mi familia fue muy viajera. Todavía hoy disfruto al máximo sumergirme en un libro en los viajes por tierra o por avión. Para mí el viaje es sinónimo de concentración literaria”.

En esta carretera solitaria he escuchado la conversación entre el más desquiciado de los faunos griegos y San Francisco, domador de lobos. Han contado historias de muros circundantes e islas perniciosas. Sigo el camino y suelo detenerme a la mitad para deshacer algunos nudos de agua. Algo escribo en el mirador después de conversar con Nerval, el escritor de las langostas y los manicomios.

“Un día de carretera”

En las piezas tan cortas de Breves historias del mundo frágil, explica el escritor, “a veces se consigue sólo dejar una pregunta o sembrar una sospecha, lo mismo da. En ello radica el desafío y el hechizo”.

            —¿Prefiere Saúl Juárez algún género literario en particular?

Empecé escribiendo cuento y poesía y permanezco fiel a esos dos géneros. Son los que más abordo, aunque he practicado la crítica, la nota periodística y el ensayo. Los libros de relatos y los de poesía son difíciles de publicar. Nuestro mundo actual se siente mejor con la amplitud de la novela, el aliento largo resulta más cómodo que la contención rotunda.

Al respecto, en la introducción del libro señala que “escribir una cuartilla, casi siempre de un tirón, no sólo apela a la concisión, sino a la emoción del momento”. En el relato corto, agrega, “como en ningún otro género, la temperatura del día es un factor definitivo”.

            —¿Cuáles son el lugar y el momento ideales para escribir y leer?

—Escribo entre cinco y siete de la mañana. Leo y escucho música en la noche. Siempre ha sido así. Cuando puedo, los fines de semana suelen ser maratónicos. Es en casa donde mejor me encuentro para escribir. Suelo hacerlo en el iPad que se ha vuelto mi pluma y mi biblioteca.

Dicen que regalaste una moneda de oro a cada uno de los integrantes de tu pelotón de fusilamiento, Maximiliano. Y cuentan también que les pediste, vanidoso, que no dispararan al rostro, que apuntaran al corazón. Una moneda para pagar tu muerte, enterrar nuestro imperio y sepultar tu desamor por mí.

“La moneda”

Morelia, un oasis rodeado de espejismos

Finalmente, dada su cercanía geográfica y afectiva con Michoacán, preguntamos sobre el significado que tiene Morelia para Saúl Juárez:

“Mis abuelos y mis padres llegaron a Morelia procedentes de un pueblo del vecino Guanajuato. Viví aquí por temporadas de niño y después me fui a distintas ciudades para volver ya adulto a trabajar en temas culturales. Pienso que Morelia, más allá de su belleza arquitectónica y de su historia, es uno de esos sitios que tiene un poderoso imán literario. Nunca me he despedido de aquí y no pienso hacerlo jamás. Es una de esas poblaciones que son oasis rodeados de espejismos”.

Para muestra de ello, en el texto “El retorno” escribe:

Regresaré a beber con los amigos la copa de vino indeclinable, a morder el color de las camelinas, a rubricar las horas de ceniza con el adiós secreto. Volveré a Morelia como si jamás me hubiera ido. Regresaré sin victoria y sin derrota, uno no viene al mundo a una guerra.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.