Yazmin Espinoza “Me encomendé al Diablo porque Dios en esto no hace el paro”, nos dice una de las narradoras de los trece cuentos que conforman Perras de reserva, el genial primer libro de Dahlia de la Cerda y que fue el último que yo leí en 2022. Pedazo de libro para cerrar el año. Este es un libro que te devoras, y que te devora también con el paso de cada página porque, aunque la autora ha aclarado que se trata de una ficción, mientras lees no puedes dejar de pensar en estas mujeres como reales, porque dentro de ti sabes que sus historias existen, o existieron. La violencia que sufre la mujer en México es el centro de este libro ganador del Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2019, sin embargo, cada cuento te la muestra con diferentes narrativas y contexto, incluso vemos por ahí un par de propuestas que traen a la mesa la fantasía, una genialidad de la escritora. Y es que las protagonistas saben bien que escapar de esto no depende de echarle ganas, de querer salir adelante, antes de adentrarse sin retorno en una vida criminal. Un poco como sucede con Yuliana, la macabramente entrañable heredera al trono de un capo del narcotráfico. O con su mejor amiga Regina y su deseo de tener “un novio buchón con ropa de marca que no fuera a Zara y que en lugar de tener gatos Sphynx tuviera leones de mascota”. O con “la mejor bruja de la región”, que ofrece sus servicios a través de su página de Facebook, y pacta con el diablo para que le ayude con la vecina cuyos perros se saltan al patio de la bruja para hacer sus necesidades. Y es que las protagonistas de “Perras de reserva” comparten las dificultades y peligros implicados en el mero hecho de nacer mujeres, y los enfrentan con los recursos que la vida les ofrece, obligadas a formular sus propias categorías para situar la frontera entre el bien y el mal. Y nos cuentan sus vidas siempre en primera persona, haciéndonos parte íntima de su forma de habitar el mundo, con un lenguaje sumamente oral y coloquial, casi siempre cargado de una fuerte dosis de humor negro. Como si solo mediante el relato de sus aventuras y desventuras encontraran estas memorables protagonistas la redención consistente en existir atemporalmente, a través de la potente y sumamente original literatura de Dahlia de la Cerda. Y sí, a lo largo del libro vemos todo el machismo que hay en el país encargado en novios, ladrones, narcos y un largo etcétera, sin embargo, las protagonistas lejos de ser solo víctimas, les encajan los dientes a todos estos personajes. Porque las mujeres que Dhalia nos presenta no son sumisas y calladas, son bravas, meten el cuerpo y todo lo que son lo heredaron otras mujeres que les enseñaron que en este país no se vive, se sobrevive. La cereza del pastel fue cuando me di cuenta de que varios de los personajes que son protagónicos de un cuento, los encuentras en otro de una manera secundaria, lo que les da una redondez preciosa a las historias y te da la oportunidad de ver su realidad desde diferentes ángulos. Con todo esto solo, al terminar de leer “Perras de reserva” solo podía decir: más libros de Dahlia por favor. Y parece que el universo me escuchó, porque justamente este mes la autora visitó Morelia presentando su nuevo libro “Desde los zulos”, un texto que lanza al mercado sin haber pasado un año si quiera del primero, una prueba más de que el público está ávido de historias como las que ella pone sobre la mesa. Mezclando la autoficción, la crónica y el pensamiento feminista, en “Desde los zulos” Dahlia de la Cerda reflexiona sobre el racismo, el clasismo y la transfobia dentro de los feminismos y cómo estas herramientas del amo se convierten en caballos de Troya que desarticulan los movimientos emancipatorios. Usando la experiencia personal analizada desde los aportes de los feminismos marginales, logra que conceptos abstractos como el de «opresión» se vuelvan tangibles. Nos habla sobre los hombres, el borrado de las mujeres y las disputas por el poder o los recursos económicos, el fuego sororo, los protagonismos y malas prácticas dentro de los movimientos sociales, pero, sobre todo, de la importancia de articular un feminismo más allá de la interseccionalidad, de los conceptos tradicionales del feminismo blanco, como el patriarcado: un feminismo que recupera la experiencia vital, las voces y las teorizaciones de las mujeres que emergen desde los zulos. Un libro mucho más íntimo que obviamente ya estoy leyendo y del que les hablaré después. Sin embargo, mucho aprendimos de la teoría y opinión de la autora sobre estos temas también en su vista a la capital michoacana, en donde compartió con círculos de lectura de la ciudad, público que abarrotó las librerías, y firmó libros hasta cansarse, probando una vez más que para ella lo más importante son sus lectores, y que estos se vean espejeados en las historias que presenta. “Yo tengo las mejores lectoras, son lectoras brillantes, y creo que tiene que ver con que teníamos esa necesidad de ser vistas, de ser escuchadas y escuchar otras historias, de dejar de leer historias donde éramos violadas y no podíamos hacer nada, en donde éramos personajes bidimensionales”, compartió Dahlia en Morelia.