Solaris
“El idiota considera falso todo lo que no es capaz de comprender”
Tomás de Aquino


Juan Pablo Arroyo Abraham
En el año de 1972 el realizador de cine ruso Andrei Tarkovsky dirige Solaris, una película de ciencia ficción basada en la novela homónima del escritor polaco Stanislaw Lem (a quien por cierto no le gustó la versión cinematográfica). Este filme se estrenó en el Festival de Cannes y obtuvo el Gran Premio del Jurado.
Desde un ángulo existencialista, Solaris cuenta la historia del psicólogo Kris Kelvin, quien es enviado a una misión espacial con la finalidad de atender a los tres enloquecidos tripulantes de un satélite en órbita llamado Estación Solaris, cuyo objetivo es estudiar el comportamiento del planeta Océano Solaris.
A su llegada, y después de recorrer la nave en ruinas, Kris descubre que uno de los pasajeros ha fallecido; se suicidó, y que los otros dos deambulan por el lugar como seres sin vida, sin un sentido, sin una misión. Después de entablar una escueta relación con ellos, el psicólogo nota que algo no está bien. A medida que pasan las horas, Kris percibe la presencia de alguien más. Una mujer aparece entre los pasillos en repetidas ocasiones sin que él logre distinguir quién es. Cuestiona a sus acompañantes sobre estas manifestaciones, pero ellos, entre su nublada razón y su poca empatía, no le dan una explicación lógica.
Una mañana, cuando Kris se despierta, descubre a su lado una réplica de su difunta esposa, Hari, mirándolo sorprendida sin saber qué hace ahí. Es aquí, en este punto de la historia, donde todo pierde sentido. Si existe un director capaz de entrar en nuestra psique, escudriñar en sus rincones más profundos y sembrarnos una dosis de incertidumbre es precisamente Andrei Tarkovsky. Él, con la excusa de contarnos una historia sobre la exploración del universo, nos lleva de la mano por un viaje hacia nuestro propio “yo”. En Solaris, la confrontación entre la razón y la locura es una constante que nos mantiene atentos durante sus 166 minutos de duración. La capacidad de Tarkovsky por provocarnos un cuestionamiento sobre nuestra propia existencia, hace que este recorrido narrativo sea una autoexploración hacia aquellos temores ocultos, logrando un efecto inmersivo del cual difícilmente podremos escapar.
Hari, esposa de Kris, se había suicidado diez años atrás. Su sorpresiva aparición en la Estación Solaris traza una nueva incógnita en el rumbo de la trama: ¿qué hace ahí?. Así como el psicólogo no entiende lo que pasa, ella misma tampoco lo
sabe. Ambos se miran, se cuestionan y finalmente, después de dejar a un lado la lógica y arrebatados por el impulso, se besan. Al día siguiente, buscando una explicación ante esta aparición, Kris interroga a Snaut y Sartorius, los otros dos tripulantes. Ellos, por primera vez le cuentan lo que ha sucedido durante años en la nave, mientras orbitaba alrededor de Océano Solaris. “El planeta está vivo”, le dicen. Sí, Océano Solaris es un ser vivo que desde la llegada de la nave ha estado observándolos y estudiándolos, e inclusive ha logrado penetrar en los pensamientos de sus ocupantes, entendiendo sus miedos, sus penas y hasta sus pérdidas. Es este Planeta el que materializó a Hari, le dio vida y la envió a la Estación para acompañar a su dolido esposo.
Kris reflexiona en que esto no puede continuar y que esta falsa relación debe terminar. Vuelve a su habitación y con engaños lleva a Hari a un cohete y le propone huir juntos de la Estación, ella acepta y justo cuando ingresa a la nave, él le cierra la compuerta, quedándose afuera, lanzándola hacia el espacio exterior.
A la mañana siguiente, un Kris descompuesto y con mal aspecto, descubre que Hari otra vez está ahí, junto a él, mirándolo como la primera vez. Dialogan, él le explica a ella que no está viva, que es solamente una reproducción de la mujer que alguna vez fue. Hari, devastada, decide quitarse la vida. Pero no muere. Su composición molecular solo puede ser destruida con una máquina especial que, coincidentemente, está en la Estación Solaris.
Pasa el tiempo y la obsesión de Kris por Hari aumenta. Él ya no quiere volver a la Tierra; prefiere vivir ese idilio aunque sea irreal. Pero un día, al despertar, uno de los tripulantes le da un sobre a Kris. Es una carta donde Hari se despide de él. Decidió, para no hacerse más daño, desaparecer para siempre, desintegrándose hasta dejar de existir.
Solaris es una película de amor “disfrazada” de ciencia ficción, es un drama en toda la extensión de la palabra. Es el relato sobre una pareja que desea perpetuarse, pero que terminan por entender que nada es para siempre, que inclusive cuando se te presenta la improbable posibilidad de recuperar el pasado, es mejor dejarlo ir.
El 15 de junio del 2001, en una casona antigua de Morelia, abre sus puertas la sala de cine Solaris. Por aquellos años no había ningún referente de esta índole en la ciudad. Este espacio fue durante toda una época un lugar aislado, solitario, donde se hacía magia cada vez que se proyectaba una película. Solaris era como un satélite orbitando alrededor de la antigua Valladolid. Y es por ello, aludiendo a la Estación Solaris y en honor a Andrei Tarkovsky, que hoy este lugar lleva su nombre: Espacio Solaris.
Espacio Solaris es un espacio de exhibición cinematográfica independiente, alternativo e incluyente ubicado en el corazón de la ciudad de Morelia. También es el hogar del podcast Butaca 39 y de la Muestra de Cortometraje Contemporáneo 5C.
IG. Espaciosolaris FB. Espacio Solaris