Primera ParteZyanya Nallely Analco Cipriano Los géneros bailables tradicionales que han perdurado hasta la actualidad en la ciudad de Tixtla como música que baila el pueblo, sin necesidad de enseñarla académicamente, son los Sones de Tarima, que representan una manifestación cultural muy arraigada, protegida y apreciada por sus habitantes; los que se caracterizan por sus distintos géneros musicales, entre ellos: son, zamba, palomo, jarabe o zapateado, arrancazacate o chamarreado, malagueña, india y petenera. El hecho de que Tixtla haya sido una gran receptora de música proveniente de muy diversos lugares, se debió principalmente a que hasta la tercera decena del siglo pasado, gran parte de sus habitantes se dedicaban a la arriería; es decir, al comercio en bestias; por lo cual sus habitantes recorrían diversas partes del estado. De muchas otras partes e inclusive, de los estados aledaños, llegaban a esta ciudad comerciantes y peregrinos. Muchos de ellos provenían de la Costa Chica, principalmente, quienes trajeron consigo costumbres, productos y tradiciones musicales, que se manifestaban en todo su esplendor en las ferias y fiestas regionales de la ciudad de Tixtla[1]. Es de suponer que al mismo tiempo que surgieron estos sones de artesa en la Costa Chica, fueron llevados a Tixtla, ya fuera por los arrieros que comerciaban, o por los propios costeños que acudían a Tixtla durante el mes de septiembre para asistir a las festividades religiosas de la Virgen de la Natividad. Los arrieros de las poblaciones de Cruz Grande y sus alrededores llegaban hasta su atrio de la iglesia y del Santuario, donde en honor de la virgen de Tixtla y de otros santos patronos bailaban durante varias noches. Al ver y conocer los sones artesa gustaron mucho, por lo que los adoptaron e hicieron suyos y empezaron a bailarlos y tocarlos, imponiéndoles su propio estilo. Ya en Tixtla, los sones de artesa cambiaron su nombre por el de: sones de tarima, debido a que en esta ciudad no se practica la pesca y, por tanto, no existían canoas, ni tampoco se tallaban las artesas como en la costa; estas fueron sustituidas por tarimas de madera que producían un sonido similar[2]. El Fandango Tradicional Tixtleco En cada barrio cuando es la víspera y el día de la santa o santo patrono, se realiza una fiesta a las orillas de la capilla, regularmente este evento es en la calle aledaña a la capilla, en la casa de una familia; que es un lugar tradicional donde año con año se adecua para tocar la música Tixtla “los sones de tarima”. La familia, algunos amigos del gusto (músicos, bailadores) y lugareños del barrio se encargan de poner la tarima para el baile, ésta se coloca en el centro de la calle, alrededor de ella: las sillas, las bancas, de uno de los lados más largo de la tarima y también, bocinas y micrófonos para los músicos; esto se debe a que con el barullo de la fiesta patronal (danzas, cohetes, bailes populares) la música de los sones de tarima se pueda escuchar. También se colocan lonas para la lluvia, focos, estos sirven para iluminar durante la noche y la madrugada, ya que el fandango se inicia en punto de las 7 pm y no termina hasta que hayan pasado todos los músicos (una o dos rondas cada grupo) esto queda a consideración de cada grupo fandanguero, casi siempre el fandango culmina hasta el amanecer. Aunque el día de la víspera del santo en punto de las doce, el fandango se detiene y todos los músicos reunidos junto a los bailadores y demás personas del gusto; dirigen sus pasos hacia la capilla, para entonar ante el altar de este, las tradicionales mañanitas guerrerenses y un sonecito. Sí es santa se le canta la “Tixtlequita” y si es santo “El gallo plateado”, con excepción del barrio de San Lucas donde dicho barrio tiene su propio son, y ahí se interpreta “el torito de San Lucas”. Después de cumplir con las mañanitas y tener la bendición, los músicos y bailadores se regresan al lugar, para continuar con el fandango. Cabe mencionar que a esta celebración los grupos asisten sin invitación, ya que es sabido que su música es ofrenda para la santa o el santo, por lo tanto, todos son bien recibidos. El baile de Tarima El baile de tarima se inicia con la pareja frente a frente dando un paseo mientras se ejecuta el trinar del arpa o la introducción musical del son, éste paseo inicia cuando entran las vihuelas si hay arpa en el conjunto musical, o inmediatamente si solo hay vihuelas. Cuando inicia el cántico de los versos, la pareja queda hombro con hombro, para el frente (de la parte más larga de la tarima), que el bailador elija, ya que, en este baile el varón es el que indica la dirección de hacia dónde se tiene que bailar. El bailador inicia el zapateado con un botón (brinco o redoble de sonido fuerte) y la mujer lo secunda con la base del zapateo de tres. Sobre la tarima se ejecutan diferentes evoluciones coreográficas: medios giros por dentro por fuera, giros completos, cruces laterales dónde el bailador paso por atrás de la mujer, elevando el varón el paliacate por arriba de la cabeza de su pareja. Bailadores tradicionales del Son de Tarima: Isaura Ramírez y Enoc Hernández, del grupo Zoquiapan, fotografía: Antonio Castro García Los sones están conformados de tres o cuatro coplas, donde el bailador de la pareja que está sobre la tarima elige cuantos versos bailará; esta es una decisión del bailador, aunque haya bailadores abajo esperando, él puede elegir bailar un verso, dos o todo el son (aunque esto no pasa con frecuencia). El tiempo para que pueda subir otra pareja a bailar la tarima es acercarse cuando esté terminando la parte musical del verso anterior, y entrar cuando inicie el siguiente verso cantado por el conjunto musical. El son concluye con un remate final que consiste en un redoble único, el cual hacen ambos bailadores. La tarima: Está hecha generalmente de madera de pino o ayacahuite, tiene más o menos medidas fijas que son las siguientes: 2 m de largo por 1 m de ancho y 30 cm de altura, en cada costado de lado largo, lleva dos perforaciones circulares de 15 cm de diámetro, que tiene por finalidad dar salida al sonido que produce la pareja al bailar. En la parte interior de algunas tarimas se fijan con armellas en los refuerzos interiores de la tarima, varias argollas de unos 10 cm de diámetro dispuestas por pares para chocar entre sí y dar otro agradable sonido metálico al zapateo. El conjunto musical:Hay dos maneras en que se organizan los grupos fandangueros para tocar los sones de tarima, según las referencias que dejaron los grupos antiguos. Una de ellas es, como ejecutaba los sones el grupo “Los Azohuaztles” sólo vihuelas y cajón de tapeo. Otra manera es, la misma instrumentación musical, pero se le agrega el arpa, como el grupo “As del sur”. En la actualidad cada grupo puede utilizar ambas instrumentaciones en el fandango, ya que esto depende de los sones que se interpreten. Instrumentación del conjunto musical:En la antigüedad, el conjunto musical estaba compuesto por: un arpa grande donde se realizaba el tapeo (percusión), una vihuela de cinco cuerdas gato, una jarana de tipo guitarra chica. Posteriormente la percusión sobre el arpa fue sustituida por otro instrumento, un cajón de tapeo. Esto se debió a que se cambia el arpa grande por un arpa jarocha, que es más pequeña y frágil. Actualmente los instrumentos que integran el conjunto son: dos vihuelas, un cajón de tapeo y un arpa de estilo jarocho. Arpa: Es un instrumento de cuerda pulsada, formado por un marco resonante y una serie variable de cuerdas tensadas entre la sección inferior y la superior. Vihuela:Este instrumento es usado en las agrupaciones de mariachis, es redonda en la parte de atrás, tiene cinco cuerdas y un cuerpo de madera. En los grupos tradicionales actuales están presentes dos de estos instrumentos. Cajón de tapeo: Este instrumento está manufacturado en una caja hecha de madera, cerrado por todos lados excepto por uno y tiene una perforación circular en el costado, para darle mayor resonancia. Mide aproximadamente 50 cm de largo por 35 cm de ancho y 40 de altura. En la tapa superior se percute con ambas manos, una de las cuales sostiene un trozo de madera. Zyanya Nallely Analco Cipriano, Afrodescendiente, apasionada del Fandango, la poesía, las músicas y los bailes tradicionales de México. Gestora y promotora cultural independiente de 11 ediciones del Encuentro Nacional de Música y Baile Tradicional Fandango “Vida y Son”, en Tixtla, Gro. Música tradicional en el grupo de sones de tarima “Cielo Mixteco”. Estudiante de Posgrado de la Maestría en Historia, de la UMSNH. [1] Vélez, Raúl y Vélez, Efraín. “¡Vámonos al fandango! El baile y la danza en Guerrero, México, 2006, PACMYC, p. 136. [2] Vélez, Raúl y Vélez, Efraín. ¡Vámonos al fandango! El baile y la danza en Guerrero, México, 2006, PACMYC, p. 141.