Erandi Avalos / La Voz de Michoacán La tecnología actual aplicada al ámbito fotográfico ha cambiado radicalmente la forma de relacionarnos con esta actividad. Al alcance de todos, la facilidad de capturar imágenes digitales y el acceso inmediato a todo tipo de fotografías e imágenes, nos convierte en una generación en la que la vista reina sobre cualquier otro sentido. En medio de esta vorágine visual existen fotógrafos profesionales para los que la formación y aplicación técnica, estética, conceptual y laboral va más allá de tomar selfies con su nuevo celular de gama alta. El sol sale para todos y no se intenta demeritar la práctica fotográfica amateur; sino que la generalidad de la población reconozca, valore y disfrute el trabajo de los profesionales. Es el caso delfotógrafo Pablo de Aguinaco Llano, nacido en la Ciudad de México en 1950,quien durante cinco décadas se ha especializado en fotografía editorial, con la particularidad de haber realizado su trabajo siempre desde una mirada artística y nunca por mero compromiso laboral, lo que ha dado a sus colaboraciones un nivel estético elevado. Su formación en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (1969-1974) con énfasis en pintura y posteriormente fotografía en L Ecole´Nationale Superieured´ Architecture et des Arts Visuels “La Cambre” (1975-1978) en Bruselas, Bélgica; impregnan sus imágenes de un sentido pictórico y en el caso de las fotografías a color, de un impacto cromático que no proviene solamente del azar externo que ofrecen las locaciones urbanas o rurales –o en el caso de la fotografía de estudio, las combinaciones aleatorias– en su caso, el conocimiento de la teoría del color, combinado con la libertad creativa y la intuición; resultan en imágenes que vibran. Esta misma libertad e impulso creativo le han impedido estancarse en un estilo o temática, explorando así el retrato, el paisaje, la abstracción, el fotomontaje manual y la fotografía etnográfica, todo con disparos de francotirador más que de ráfaga –herencia del uso de equipo analógico y del dominio automatizado de la técnica análoga–. Esos años de trabajo devienen en un impresionante archivo de miles de imágenes impresas, negativos, transparencias a color, portadas e ilustraciones de revistas entre las que destacan la Revista de la Universidad de México, Artes de México, y libros como El ropero de Frida (2007) o El color del tiempo (2007), con textos del poeta Rafael Vargas, varios libros de la serie La cocina mexicana a través de los siglos, de la Editorial Clío, entre otros; todos con soluciones conceptuales variadas, lúdicas, elegantes y novedosas. La conservación, catalogación y divulgación de este archivo, constituye un patrimonio para la historia de la fotografía en México, tan rica y tan poco apoyada, generalmente. Dato interesante para los michoacanos es que este archivo cuenta con una gran cantidad de imágenes de nuestro Estado, la mayoría inéditas, sobresaliendo los registros de celebraciones y rituales de pueblos originarios, principalmente el Purhépecha. A pesar de que los circuitos profesionales fotográficos ubican bien el trabajo del maestro Pablo de Aguinaco Llano, de que ha sido reconocido con varios premios y becas, y de que miles de sus imágenes se han publicado editorialmente; vale la pena una revisión profunda y seria de su labor como artista, ya que sus propuestas definitivamente no se quedan en simples ilustraciones y cuenta con obra personal que muestra la versatilidad y compromiso de este fotógrafo que marcó un alto nivel en la fotografía editorial artística en México. Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com
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