¿Y sí…? Reflexiones futuristas sobre un mural y una biblioteca

«Con que así es la famosa civilización humana», Juan O’Gorman.

Foto: @soysamflores

Erandi Avalos
(Primera de dos partes)

8 de diciembre del 2071
Mi nombre es Eréndira y nací en la Ciudad de México en el año 2052.

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Hoy mandé una aplicación para obtener mi pase de turista en Pátzcuaro, Michoacán. Se pide con un año o seis meses de anticipación, porque su sofisticado y eficiente programa de Turismo Planificado, permite que los turistas disfrutemos al máximo nuestra estadía, conservando la calidad de vida de sus habitantes y también el delicado equilibrio ecológico de esta hermosa región, que desde el año 2040 está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial Mixto, es decir que tiene valores excepcionales tanto culturales como naturales que es necesario conservar.

Así lo hicieron también mis compañeros de la Escuela Libre de Pensamiento Creativo, Artes y Oficios, en la cual estudio en la Ciudad de México porque esta visita se toma en cuenta para varias asignaturas. Yo voy, principalmente, para ver por primera vez uno de mis murales favoritos: el que realizó Juan O´Gorman entre 1941 y 1942 en un edificio que originalmente fue un Templo Agustino.

Estoy muy emocionada, porque mi bisabuela nació en Pátzcuaro y mi abuela me contaba las historias que ella le platicaba con añoranza.

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8 de diciembre 2072

Hoy llegué a Pátzcuaro y no alcanzan las palabras para describir lo hermoso que es este lugar. Viajo sola sin ningún temor de ser acosada ni violentada, como dicen que ocurría hace muchos años en este país. Tomé el tren de alta velocidad que además de ecológico, barato, rápido y cómodo, proyecta en sus pantallas un documental muy bien realizado sobre Michoacán que me ayudó a comprender la enorme riqueza patrimonial que hay aquí. No es casualidad que sea ahora el Estado más rico, seguro y desarrollado de México; pero en el documental del tren explicaron que hubo un momento en el que Michoacán tenía fama internacional de ser un lugar caótico y peligroso. La tala clandestina para monocultivo de aguacate, el descuido general de la biodiversidad, la pobreza extrema causada por años y años de corrupción, provocaron que la calidad de vida fuera muy mala. En Pátzcuaro, creció el desorden urbano, por tantos vendedores ambulantes y uniones de transportistas que crearon mafias y se apoderaron de las calles. La delincuencia organizada tenía asolado a todo el pueblo, la mayoría de los políticos –salvo honorables excepciones– eran terribles y la mayoría de los funcionarios no tenían el perfil adecuado para realizar sus labores. Esto y otras situaciones caóticas casi llevan a este lugar a ser un infierno en el que su gente en el año 2029 supo que ya no tenía nada que perder y entonces se organizó, pero no con armas; fueron la Cultura, el Arte y el cuidado al medio ambiente las herramientas que sacaron adelante a este Municipio. El amor y respeto a sí mismos, a sus familias y al prójimo les dieron fuerza e inteligencia para visualizar otro futuro posible. Ese día, todo empezó a cambiar y hoy años después, esta tierra volvió a ser el paraíso que antes era, y mejor aún, porque la tecnología de punta que han implementado en toda su infraestructura es de las mejores del mundo y al alcance de todos. No fue fácil, porque llegó un momento en el que hablar daba miedo.

Paramos unos minutos en Morelia, parece una ciudad hermosa pero mi abuela decía: “Morelia es para Reyes, pero Pátzcuaro es para Dioses”, así que no me bajé porque ya quiero llegar a la tierra de mis ancestros. Lo más emocionante fue ver el Lago de Pátzcuaro, majestuoso, rebosante, lleno de garzas blancas que me recordaron la leyenda de Hapunda que me contaba mi abuelita. Lloré de emoción y respeto al pensar cómo sus habitantes lograron rescatarlo cuando todos pensaban que ya no había solución. Burlona, mi bisabuela decía que, si hubieran querido, con tantos millones que recibieron las administraciones municipales de su época, para “rescatar el lago”, hubiera sido posible llenarlo comprando y vaciando botellas de agua en las orillas; en fin, lo bueno es que finalmente la ciudadanía se dio cuenta del peligro que representaba que el Lago se secara y de la mano con las autoridades y muchas instituciones internacionales, lo salvaron.

Caminé por todo el Centro. Cuentan que hace muchos años, estas calles coloniales estaban llenas de autos y un transporte público llamado “combis”, que se convirtió en una plaga. En ese tiempo los autos eran ruidosos y contaminaban, además, no permitían admirar en plenitud el Centro ni sus plazas. Hoy tienen un transporte especial para la zona peatonal, pensando en las personas que no pueden caminar varias cuadras. En realidad, sorprende lo bien que está planeado todo.

Antes había puestos ambulantes y permanentes de chucherías, que provocaban suciedad y desorden. No eran tianguis tradicionales, de esos que se pueden ver en fotografías de inicios del Siglo XX, y que eran muy bonitos.

Abundaban los puestos de tacos en la calle, que además de ser antihigiénicos, no pagaban impuestos. Por eso mis bisabuelos se fueron de Pátzcuaro, porque un taquero y un bar les robaron su tranquilidad y además los intimidaba y amenazaba. Muchos de estos ambulantes se plantaban afuera de casas de ciudadanos y les hacían la vida imposible con su ruido insoportable, olores desagradables, vandalismo y obstrucción de sus entradas. Hubo un Presidente Municipal que intentó cambiar las cosas, tuvo varios logros y dejó un precedente, pero no tuvo el apoyo necesario de la ciudadanía ni de otras autoridades y se necesitaron años más para lograrlo. Finalmente, la Sociedad Civil organizada, forzó al gobierno a tomar acciones y llamó la atención de países amigos de México. Juntos financiaron los grandes cambios que fueron necesarios, tanto de infraestructura, cultura y medio ambiente. En este último aspecto, la enorme planta tratadora de aguas residuales y el cambio a nuevos sistemas de deshechos hicieron posible el milagro.

Hoy eso es sólo un mal recuerdo. Es increíble el orden, la limpieza, el grado de conservación de los edificios. La educación de la gente es impresionante, nadie tira basura y tienen un sistema de reciclaje que funciona a la perfección: existen contenedores especiales para cada tipo de desechos en cada calle y plaza. No existe ya el basurero municipal, no es necesario porque todo se recicla y con el desecho orgánico se realiza composta, que es usada para abonar los árboles frutales, fresnos, encinos y pinos que adornan toda la ciudad, que se siente fresca y verde. El silencio permite escuchar la variedad de pájaros que habitan aquí, e incluso el sonido del viento a través de los árboles. El murmullo de la gente haciendo sus trajines diarios y de los turistas disfrutando sus paseos es agradable.

Hay algunas personas paseando a sus perros, con correas y bolsas para recoger sus heces. Me resulta increíble pensar que hubo un tiempo aquí en el que existían perros callejeros.

Comí y cené delicioso, comida tradicional y orgánica, cultivada en la región. Me gusta ver cómo no se perdieron los usos y costumbres, sino que se refinaron las formas y se facilitó a la ciudadanía una mayor calidad de vida.

9 de diciembre 2072

Salí a caminar a un mirador que se llama El Estribo. En la cuesta hay un centro cultural muy bonito, que dicen que fue donado por descendientes de algún político de antaño. La vista es maravillosa. Se ven los pueblos y la bonanza de cada uno, herencia rescatada de la cultura p´urépecha y posteriormente de la visión de dos hombres clave: Don Vasco de Quiroga, que trabajó para implementar aquí la Utopía de Tomás Moro y que logró fomentar la paz y el trabajo comunitario después de la terrible invasión española. A él le debemos en gran parte la conservación de los oficios artísticos de cada pueblo de la región lacustre. Estoy segura de que, Don Vasco estaría muy satisfecho de ver lo que se ha logrado y la dignidad con la que viven los pueblos originarios, en armonía e igualdad con mestizos y extranjeros. Otro gran hombre que aquí todos quieren todavía, fue el gran Tata Lázaro, y precisamente durante su mandato como Presidente de la República, fue que se expropió en 1936 el Antiguo Templo Agustino que ahora alberga el mural que pronto conoceré. Comienzo a sentirme muy orgullosa de mis raíces p´urhépechas.

*Ponencia leída en el Primer Congreso de Pensamiento Crítico y Muralismo, organizado por la Fundación Espacio Nancarrow O'Gorman; realizado en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra de Pátzcuaro, Michoacán el 8 de diciembre 2022.