Por la colaboradora, Magali Montes. “En el cuarto de revelado cuando di vuelta al papel y vi aparecer la imagen de la fotografía me dije: ¡yo quiero esto! Abandoné mi carrera de Actuaría y me integré tiempo completo al Club Fotográfico de México”, así cuenta Elsa Escamilla la forma en que la atrapó la magia de la fotografía, quehacer que la coloca hoy en día como una de las mujeres más importantes en este arte en el país. A partir de este momento, cuando contaba con veinte años, enfocó sus esfuerzos para contribuir a la recuperación del Club Fotográfico, hecho que la introdujo a este intenso mundo y le permitió conocer a grandes personalidades, entre ellos a Alejandro Parodi y Alex Phillips. En amena plática, la Coordinadora Cultural de Fábrica de Imágenes, comenta sobre una de las primeras exposiciones que montó con el apoyo de la Biblioteca Benjamín Franklin, dependiente de la embajada de E.U., cuando en el afán por consolidar el club hizo uso de su habilidad natural de gestor cultural. “Nos facilitaron la obra de Gowin, Metz y Siskind, autores de primer nivel, montamos una exposición y busqué a Don Manuel Álvarez Bravo para presentarla”. Elsa es una mujer apasionada, se percibe por su emoción al hablar. Su firme carrera fotográfica siempre paralela a su actividad docente le permitió establecer amistad con Lola Álvarez Bravo. “Una vez fui a una de sus exposiciones y entró Doña Lola, una mujer guapa con el cabello pintado color ‘Lila’. Una amiga y yo nos presentamos y le pedimos si podía ver nuestras fotos. Aceptó y nos citó para ver nuestro material. Yo seguí visitándola, y todos los años que impartí clases ella impartió una plática a mis alumnos”. El contacto con esta gran figura que convivió con Diego Rivera y Frida Kalho causó un impacto en la egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, quien explicaa “me conmocionaba su puntualidad y su gentileza”, misma actitud que notó en Mariana Yampolsky, fotógrafa de talla internacional. Elsa posee una plática amena y es sumamente expresiva, la forma ágil en que cuenta sus vivencias nos hace compartirlas. No puede ocultar la sensibilidad que tiene para observar su entorno y a las personas, como en el caso de su primer proyecto en 1996 llamado “Fray Tormenta” realizado en Teotihuacán. El contacto con la forma de vida del sacerdote y los niños, conocer sus necesidades y el maltrato que sufrieron, la hizo descubrir todo lo que puede lograr la fotografía. “La fotografía va más allá de estar con una copita diciendo “que padre” y que todos me digan “qué bonito”. Por ello, monté una exposición en Bellas Artes en Toluca y otra en la Alianza Francesa en el DF, en donde convocamos a las personas y donaron ropa usada, costales de naranjas… Aprendí a valorar a los niños y la fotografía era el pretexto para organizar cada mes una actividad como cuentacuentos, la posada o el día de reyes.” Para leer la entrevista, consulta la edición impresa de este 25 de enero del 2016.