Las Aguadoras de Uruapan, un ritual para pedir al Creador que no falte el agua en la población

En sus orígenes solo participaban doncellas, muchachas, señoritas solteras, en edad casadera, por eso, el blanco del mandil, como símbolo de la pureza de la aguadora. ¡Conoce más de esta tradición!

Redacción / La Voz de Michoacán 

Uruapan, Michoacán. El tradicional desfile de Las Aguadoras, es un ritual, mediante el cual, se pide a la madre naturaleza, que no falte el agua a la población. Una tradición, a cargo de los barrios tradicionales de Uruapan, quienes lo han mantenido vivo, y que se lleva a cabo, en el marco del Tianguis Artesanal de Domingo de Ramos.

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Pero esta tradición, apenas renació en 1977. Señala Maya Lorena Pérez, - doctora en antropología social; hija de Manuel Pérez Coronado (Mapeco) - en el libro Las Aguadoras de Uruapan, que, anteriormente, el ritual se celebraba el sábado de Gloria, sin embargo, el padre José Luis Calderón Tinoco, de la parroquia de San Francisco, cambió la fecha al Domingo de Pascua, ese año de 1977.

Después del desfile, se realizaba una convivencia en el Parque Nacional, comida y gran ambiente. Las Aguadoras, llenaban sus cántaros de barro, en el manantial de la Rodilla del Diablo, partían en desfile hasta el templo de La Inmaculada, donde se ofrecía una misa.

Inicialmente, en 1950, ese manantial tenía un aforo de 19 metros cúbicos por segundo; en 1970, apenas 17.5 metros y para 1997, el aforo era de 8 metros cúbicos, en la actualidad, es una lástima dicho manantial, se encuentra en el total abandono y descuido. Se desconoce el aforo.

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Debido a que, en estos momentos, no se cuenta con las condiciones debidas en el Parque Nacional, Las Aguadoras, tendrán que llenar sus cántaros, con agua de la fuente en el monumento a Fray Juan de San Miguel, de donde partirá el contingente.

Anteriormente, según testimonios orales, señala la investigadora Maya Lorena, participaban solamente doncellas, muchachas, señoritas solteras, en edad casadera, por eso, el blanco del mandil, como símbolo de la pureza de la aguadora.

Este ritual, pudo haberse suspendido allá por 1933, debido a problemas entre personas que se embriagaban y creaban conflictos.

En el renacimiento, a partir de 1997, participaron muchas, muchas personas, desde mucho tiempo antes, en la organización, como Benjamín Apan Rojas, María Lemus Carrión, Trino y María Esperanza Rodríguez, Jesús Montelongo, Patricia Bucio Escobar, Enrique Valencia Oseguera, Raquel Hernández Salazar, Toñita Rodríguez Chávez, Francisca Tulais Urbina (pachita), Ma. de la Luz Tungüí Olivo, Gustavo Flores Bailón, Trino Rodríguez, Laura M. Rivera Soto, Raquel Hernández, Lupita Calderón, Gerardo Paleo Flores y otros.

En aquel inicio, apenas fueron unas 50 aguadoras; ahora rebasa el millar y ya participan mujeres de todas las edades, de todos los barrios tradicionales de Uruapan, cada uno, lleva la insignia de su santo patrono y al frente, la respectiva Ireri. Parten del jardín a Fray Juan de San Miguel, frente al Parque Nacional, toman Emilio Carranza y hasta el templo de La Inmaculada.

Ahí, se ofrece una misa, se bendice el agua y luego, las aguadoras, se encamina a la Uatápera, donde se habrá de entregar un reconocimiento a los participantes. Cada comitiva, regresa a su respectivo barrio, con el agua bendecida y hacen sus fiestas.

El traje de las aguadoras, consta de un rollo, enagua, mandil, guanengo bordado o deshilado, rebozo libre sobre la espalda o cruzado, también como molde de rodete en la cabeza o huancipo, donde se coloca el cántaro. Aretes y huaraches.

La trenza, con tejido sencillo o adornado de coloridos listones. Van algunos hombres, que ayudan en la organización y logística, con el traje tradicional purhépecha; camisa y pantalón de manta, bordados, sombrero de palma, morral, huaraches, gabán de la sierra y un guaje con agua. Los hombres no bailan, van de apoyo a la aguadora.

Pero el objeto más importante, aparte de la aguadora, es el cántaro de barro, que es adornado, de acuerdo a la creatividad de cada barrio, según la tradición, lleva flores, frutas, dulces, botellitas de licor y artesanías del tianguis, de barro o madera. Se trata, pues, dice Maya Lorena Pérez y Benjamín Apan, de un ritual espiritual; una tradición renacida.

Las aguadoras, continúan con ese ritual de llenar el cántaro de agua, danzar en la procesión, recibir la bendición del agua, retornar a su barrio y, distribuir el agua bendita.

Bibliografía

Zavala Paz, José, “Bocetos Michoacanos”, México, 1953. Selección del texto, Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.
Pérez Ruiz, Maya Lorena y Apan Rojas, Benjamín. (2022). Las Aguadoras de Uruapan. Ritual de vida y esperanza. Imprenta de Juan Pablos, S.A.