Lucina Jiménez, impulsora del diálogo intercultural desde nuestra música

La trayectoria internacional en educación artística y especialmente por su impulso a las músicas de México

Foto: Cortesía

Hoy nos reunimos en el Conservatorio de las Rosas para que las y los Niños Cantores de Morelia, entreguen un reconocimiento a la Dra. Lucina Jiménez, quien se ha distinguido en su importante trayectoria como experta internacional en educación artística y especialmente por su impulso a las músicas de México en la educación, la cultura y el diálogo intercultural.

Este compromiso con la música mexicana se remonta a 1987 cuando la SEP edita el Cancionero Popular Mexicano, una obra en dos tomos que reúne 1000 canciones y que representa la música que México canta cuando le entra el sentimiento.  La Doctora Lucina Jiménez como editora, acompañó a Mario Kuri Aldana y Vicente Mendoza a realizar para dotar al cancionero de certeza y de un sentido de apropiación social que dejó huella en muchas generaciones.  Desde entonces empezó la colaboración con la Sociedad de Autores y Compositores de México.

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En 1989, bajo la conducción del prestigiado antropólogo Guillermo Bonfil Batalla titular de la entonces Dirección General de Culturas Populares, la Dra. Lucina Jiménez junto con Raúl de la Rosa, Héctor Madera Ferrón, Alejandro Aura, Miguel Nieto y otras personalidades, colaboró en la recuperación del bolero con un sentido latinoamericano, dado que este género musical había dejado de escucharse entre las nuevas generaciones. Para ello, hizo una investigación exhaustiva sobre la época del bolero y sus principales exponentes, dada la ausencia de estudios al respecto.  

Esta iniciativa del escritor colombiano Gabriel García Márquez y Guillermo Bonfil, fue abrazada por el primer presidente del CONACULTA, Víctor Flores Olea, cobrando vida en el primer gran Festival Latinoamericano del Bolero. Lucina Jiménez escribió sobre el bolero y promovió a sus principales exponentes en secciones  y suplementos culturales de los más importantes periódicos nacionales. Igualmente coordinó la edición de programas de radio que se producían en los estudios del Instituto Mexicano de la Radio  (IMER) y se difundían en todas la radiodifusoras posibles, a la vez que se organizaron conciertos en el Teatro Esperanza Iris, el Auditorio Nacional, teatros del IMSS, además de plazas públicas, salones de baile y presentaciones  en varias ciudades del país, con el único propósito de que el bolero se encontrara con nuevos públicos en territorio mexicano. Participaron grandes y épicas figuras como César Portillo de la Luz, Amparo Montes, Omara Portuondo, Ruth Fernández, Argelia Fragoso. Guadalupe Pineda, entre muchas otras leyendas nacionales y de América Latina. De ese movimiento surgieron Dimensión 13:30 y el Fonógrafo en la radio, así como los programas de bolero de la televisión pública, así como nuevos intérpretes.

Al dirigir el Centro Nacional de las Artes, entre 2001 y 2005,  impulsó el diálogo entre mujeres compositoras que no se habrían cruzado en el camino, dado que su enfoque era muy distinto. Uno de los encuentros más fructíferos fue el que celebraron Consuelo Velázquez y Cecilia Toussaint, quienes luego compartirían escenarios sorprendentes por la innovación que juntas hicieron o cada una por su cuenta. Igualmente, impulsó la creación del Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras en Morelia, para lo cual invitó al músico y compositor  Rodrigo Sigal a regresar a México, quien perfiló este innovador espacio musical en toda su actual dimensión.

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Foto: Cortesía

En 2005, la Dra. Lucina Jiménez dejó de trabajar en el gobierno para fundar en 2006 una iniciativa civil especializada en educación artística que permitiera a niñas y niños crear sus propias frases de movimiento, encontrar su arquitectura interna y generar una nueva cultura de convivencia sana y armoniosa en las escuelas públicas. Para ello, entra en contacto con el maestro Daniel García Blanco, fundador de la Escuela de la Música Mexicana, con quien realiza la selección de un repertorio y partituras para que la música viva que se escuche en las escuelas sea música mexicana. Poco después dirige la creación de un método de enseñanza del canto, titulado Ah que la Canción, Música Mexicana en la Escuela, con el cual impulsó la alfabetización musical de muchos maestros del sistema educativo de todo el país, formó formadores y compositores, directores de coros y músicos, hombres y mujeres, se sumaron a esa tarea.  Fue la impulsora del movimiento coral más importante del país, luego de que se perdiera el impulso que dieron a la música mexicana en la escuela, maestros como Luis Sandi.

En 2012 impulsó un programa de música que se llamó RaízFusión, el cual lanzó con la Fonoteca Nacional y el trío Jazzfalto, para brindar una formación a colectivos juveniles de música, que les permitiera vincular matrices musicales mexicanas con otros ritmos. Fruto de ello fue la creación de un acervo sonoro en la Fonoteca y la edición de varios discos. En 2015, en Ciudad Juárez, con la creación de núcleos y ensambles para la reconciliación de las familias, impulsó con varios músicos, una pedagogía compactada para la enseñanza musical que permitía a padres, madres, adolescentes, niñas y niños irse sumando a un ensamble, a partir del avance propio. Los grupos más avanzados hicieron también sus composiciones con esa perspectiva vincular música mexicana con otras matrices musicales y se grabaron varios discos con esas composiciones. “Suena a Juárez”, decían los titulares a 8 columnas cuando dieron cuenta de esa inédita producción musical hecha por jóvenes de las periferias de la ciudad fronteriza.

Al frente del INBAL, la Doctora impulsó la presencia de la música mexicana en todas las agrupaciones artísticas, abrió la puerta al bolero y a otros géneros que poca o nula presencia habían tenido en el recinto más importante de México, pero lo hizo con excelencia y dando el protagonismo a las y los artistas, a compositores de todo el país, con los homenajes a José Alfredo Jiménez, Roberto Cantoral, Gonzalo Curiel, lo mismo que a Olivia Revueltas. Por primera vez se escucharon muchas de las obras completas de Mario Lavista y se apreció la música en museos, hospitales y otros lugares. Igualmente, apoyó a Luis Jaime Cortés y a la Dra Eugenia Revueltas en la recuperación de la obra musical de Silvestre Revueltas, a través del CENIDIM. Dio impulso jóvenes ganadores del Concurso de Música de Cámara Arturo Márquez, quienes por primera vez, fueron interpretados en el Palacio de Bellas Artes. Fue su idea proponer al maestro Arturo Márquez, a la Orquesta de Cámara de Bellas Artes y a la SACM el concierto  10 de 10, con el cual se abrió paso a la música de jóvenes menores de 30 años, cuya música se inspira en esos ritmos tradicionales o urbanos mexicanos creadores de música de cámara a través de fusiones de gran sensibilidad. También dio paso a la música de las mujeres compositoras en prácticamente todas las agrupaciones, en estrenos de danza contemporánea  y en la dirección orquestal. Igualmente, impulsó al vínculo con el CECAM, para darle una doble acreditación y poco a poco, darle vida a una posible formación de profesionales en pedagogías musicales.

En ese impulso a la diversidad de músicas de México, entregó sendas Medallas Bellas Artes a grandes figuras como al doctor Rodrigo Sigal, pionero en la música electroacústica y la investigación y pedagogía de la música y la tecnología, al maestro Héctor Infanzón, virtuoso del jazz y compositor generoso o a Cristina Ortega, gran cantante mexicana.

Siendo una convencida de la riqueza de la diversidad musical de México y siendo facilitadora de su expresión, consciente del gran talento que entrañan nuestros compositores, mujeres y hombres, quienes son poseedores de un universo infinito, es que también fue sensible a la necesidad de proyectar al máximo nivel a la actual generación de las y los niños Cantores de Morelia, entidad emblemática en la historia de la cultura musical de México. De igual manera, estimuló el diálogo de estos niños con jóvenes exponentes de la ópera de nuestros días y abrigó el estreno mundial de la pieza Oro Verde, del maestro Manolo Marroquín, dedicada a esa gran riqueza biocultural que produce Michoacán y que coloca a México en los escenarios internacionales como un gran productor.

Es por ello, que Las y Los niños cantores de Morelia, quienes son grandes exponentes de una educación musical de excelencia donde se combinan en diálogo armonioso la música de Michoacán, la música de México y la música internacional, le entregan a la Dra. Lucina Jiménez, hoy este reconocimiento aquí en el Conservatorio de las Rosas, el más antiguo de América Latina y donde han egresado grandes figuras de la música en México.

Foto: Cortesía