Agencias / La Voz de MichoacánMéxico. Beatriz Barba Ahuatzin, nacida en Jalisco en 1928, desafió los convencionalismos sociales al ser la primera arqueóloga titulada en México, en 1955. La maestra en Ciencias Antropológicas y fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas murió hoy a los 92 años. Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropologái e Historia (INAH) en su cuenta de Twitter escribió: “Con sus 92 años de vida generosa y fructífera, Beatriz Barba Ahuatzin, eminente antropóloga y arqueóloga, se fue a alcanzar a su amado Román por los caminos de Xibalbá. Sus compañeros del INAH le lloramos y mandamos un saludo amoroso a sus hij@s, niet@s, familiares y amig@s”. También hizo lo propio Alejandra Frausto, secretaria de Cultura federal: “Murió Betriz Barba, primera mujer graduada como arqueóloga en México, fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas. Prolífica y generosa maestra de muchas generaciones, fue columna de las instituciones en las que participó. Mi más sentido pésame a su familia”. Beatriz Barba fue una figura clave de la arqueología, antropología, etnografía y museología de nuestro país. De niña, Beatriz Barba jugaba a ser maestra, influida por la profesión de sus padres. A los 21 años y tras estudiar en la Escuela Nacional de Maestros, pero se entusiasmó al ver los carteles que anunciaban las carreras que ofrecía la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), se inscribió e inició una etapa de aprendizaje que la llevaría a titularse como arqueóloga. En un comunicado, la Secretaría de Cultura, indicó que Beatriz Barba fue maestra en Ciencias Antropológicas y doctora en Antropología por la UNAM, y en 1952 fue designada para diseñar e instalar la Sala de Introducción a la Antropología del Museo Nacional de Antropología. En el documento se apunta que en el homenaje que se le brindó en septiembre de 2019, se le entregó una cabeza en plata de un Guerrero Águila, presea que se otorga a investigadores de la institución por su antigüedad y méritos, y donde además se le reconoció como fundadora de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas. En esa ocasión, Diego Prieto, director del INAH, manifestó que “durante décadas el INAH se ha nutrido del trabajo, sensibilidad, temperamento y creatividad de Beatriz Barba Ahuatzin”. Asimismo, destacó la imaginación de la antropóloga Beatriz Barba en los albores de los años 60, para, junto con el entonces director del INAH, Eusebio Dávalos Hurtado y el jurista Julio César Olivé Negrete, conseguir que el INAH mantuviera bajo su cuidado y posesión el inmueble de la calle de Moneda No. 13, pues al trasladarse el Museo Nacional de Antropología a Chapultepec, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público intentó recuperar ese espacio aledaño a Palacio Nacional. “Gracias a sus oficios, la cuna de la antropología mexicana, el lugar donde surgió el Museo Nacional, el cual después fue el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, luego el Museo Nacional de Antropología, y ahora el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, hoy mantiene su vocación cultural. “Beatriz ha acompañado décadas de investigación en el INAH, siempre articulando las ideas de una investigación antropológica integral, que incorpora a la arqueología, ligada a su vida familiar y conyugal, pero también a la etnología y la antropología, vista como el estudio integral de los grupos humanos”, destacó el director del INAH. Con una amplia trayectoria en la arqueología, antropología, etnografía y la museología, por citar sólo algunas de las disciplinas en las que incursionó, Beatriz Barba, quien se casó con el connotado arqueólogo Román Piña Chan, investigó además numerosos sitios arqueológicos, entre ellos, Tlatilco y el citado Tlapacoya, en el Estado de México. Fungió como Secretaria de Organización del Sindicato de Antropólogos del INAH y como Secretaria General de la Asociación Mexicana de Antropólogos Profesionales. En las décadas de los 70 y 80, abordó estudios sobre la iconografía, las peregrinaciones y las romerías durante la época prehispánica. La producción académica de Beatriz Barba abarcó desde las culturas del mundo, hasta aspectos vinculados con las religiones y las prácticas esotéricas desde una perspectiva crítica. En ocasión del homenaje que se le rindió en 2019, el arqueólogo Eduardo Merlo hizo referencia a la palabra ahuatzin, que alude al segundo apellido de quien fuera su maestra, y con la cual se nombra a un pájaro pescador de las lagunas de Tlaxcala, donde, dijo, es común que la gente todavía diga: “ya vi volar a un ahuatzin”.