Hoy cumpliría 102 años Charles Mingus, el jazzista de feroz temperamento

Mingus fue un progresista que nunca adhirió a la vanguardia, fue más bien un tradicionalista que se dedicó a remover el legado del pasado

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Este lunes 22 de abril se cumplen 102 años del nacimiento del contrabajista, pianista y compositor de jazz Charles Mingus (1922-1979), una de las figuras más fascinantes de la historia del jazz, dotado de un talento formidable, conocido por su temperamento feroz y un incansable luchador por los derechos de la comunidad negra.

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Mingus fue un progresista que nunca adhirió a la vanguardia, fue más bien un tradicionalista que se dedicó a remover el legado del pasado.

Su música fue una de las expresiones más personales del género que exploró con el mismo coraje y la misma energía que mostró en su lucha por la causa de los artistas negros. No fue simplemente un modernista, sus composiciones eran declaraciones personales de un gran poder emocional conjugadas con una enorme riqueza de matices. Su música viajaba como sus estados de ánimo, desde el contrapunto puntillista hasta las explosiones masivas.

Discos extraordinarios

Mingus lanzó más de 40 discos como líder, y es que fue un compositor prolífico y un contrabajista de enorme técnica y potencia expresiva. Señalaba que podía hablar con su instrumento; más aún, decía que era más claro tocando que hablando y contaba que una noche el trompetista Fats Navarro le dio una lección. “Fats, que siempre tocó con odio", me regañó al finalizar un show. "Me dijo: ‘Mingus sólo tocas teoría; no me dijiste cómo te sentías, no dijiste ‘¡hola Fats, te amo!’. No dijiste nada hermoso’. Me despertó”.

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Entre sus discos hay verdaderas obras de arte como “Mingus Ah Um” (1959), con cuatro piezas maestras como “Better git in your soul”, “Boogie stop shuffle”, “Fables of Faubus” (donde ridiculiza al gobernador de Arkansas, Orville Faubus, notorio racista) y el hermoso “Goodbye Pork Pie Hat”, dedicado a Lester Young.

También se destacan “Pithecanthropus Erectus” (1956), “Tijuana Moods” (1957), “Mingus Dynasty” (1959), “Blues and Roots” (1960), “The Black Saint and The Sinner Lady” y “Mingus Play Piano” (1963), “Mingus Mingus Mingus Mingus Mingus” (1963), “Let My Children Hear Music” (1971) y “Three or Four Shades of Blues” (1977), entre otros.

Otro álbum destacable fue “Money Jungle” (1962), en trío con su admirado Duke Ellington en piano y Max Roach en batería.

El contrabajista grabó también mucha música en vivo, por ejemplo, el espléndido álbum “Mingus At Antibes” (una verdadera joya, con Eric Dolphy en saxo alto y clarinete bajo y Bud Powell en piano) (1960), “Town Hall Concert”, “Mingus in Europe”, “Mingus Sextet-Cornell” y “Mingus in Monterey”, todos de 1964, y “Mingus At Carnegie Hall” (1974).

Un carácter feroz

Uno de los aspectos más controvertidos de este genial artista era su carácter o más bien su mal carácter, que le complicó una y otra vez su vida profesional y personal. Quizá sus evidentes problemas psicológicos lo llevaban de alguna manera a boicotearse, a transitar por situaciones hirientes y hasta escandalosas, pero también es cierto que, en algunos de los conflictos que tuvo, tenía razón.

De todos modos, era consciente de que esa fama lo terminó perjudicando: “La reputación que me han creado no ayuda a obtener contratos”.

Un incidente con el trombonista puertorriqueño Juan Tizol, de la orquesta de Ellington, en 1953, le valió que Duke lo echara de la banda. Según cuenta en su autobiografía “Menos que un perro (Beneath Underdog)”, Tizol le dijo: “Eres como el resto de los negros de la banda, no sabés leer”, al entender que interpretaba mal una partitura que le había dado.

Mingus, sorprendido, le preguntó en qué se diferenciaba él de los negros de la banda. “Yo soy blanco”, dijo el trombonista, lo cual enfureció a Mingus que, al increparlo, se detuvo cuando Tizol sacó una navaja (por aquel tiempo casi todos los músicos de la orquesta de Ellington estaban armados).

Mingus salió de la sala y cuando ya nadie esperaba que regresara entró armado de un hacha que quitó del cubículo contra incendios del pasillo, y de un solo golpe partió al medio la silla de Tizol, casi una metáfora acerca de sus verdaderos deseos. Tamaña muestra de violencia dejó a Ellington consternado y le pidió entonces que abandonara la banda.

Tuvo también una pelea o más bien le dio una paliza a su trombonista Jimmy Knepper, en 1962, porque lo descubrió inyectándose en el baño de su casa. En la pelea, Mingus le sacó una muela de una trompada; fueron a juicio y Mingus lo perdió y recibió una sentencia suspendida; Knepper regresó a la banda del contrabajista en 1977.

Otro que también sufrió su rudeza fue el saxo alto Jackie McLean que, por su adicción a la heroína, faltaba seguido a los shows. Esas ausencias provocaron que Mingus perdiese varios contratos. “Cuando lo encontré lo golpeé mientras le explicaba la mierda que estaba haciendo con su vida. Hoy somos grandes amigos con Jackie y puedo decir que ese altercado le sirvió para dejar atrás las drogas”, recordaba Mingus.

Por cierto, el contrabajista era también un enemigo de las drogas, un verdadero cruzado en medio de un entorno que las utilizaba y abusaba de ellas. Sobre este punto enfatizaba que los jóvenes creían que Charlie Parker, a quien Mingus adoraba, tocaba de manera genial ayudado por las drogas. “Creen que la droga es indisociable con la buena música y no es así, por lo general es lo contrario”, afirmaba.

Otra de sus grandes batallas fue la que libró contra el racismo. Defensor incansable de los derechos civiles de la comunidad negra, cuando encontraba algún entrevistador blanco condescendiente, que los había, los descalificaba: “Nadie puede comprender el racismo si no es negro”.

Era terminante. Fijó su posición en uno de sus primeros discos, “Pithecanthropus Erectus”, donde claramente toma partido por su raza y por su identidad de negro explotado por el blanco. Una vivencia que no lo abandonó en toda su vida. Mingus parecía sentirse fuera de un mundo que repudia, pero del que, inevitablemente, formaba parte.

Un hogar violento y racista

Nació cerca de Nogales, en Arizona, el 22 de abril de 1922. Su madre falleció a los meses de nacer, mientras que su padre pidió la baja del ejército y se trasladó a Watts, en los suburbios de Los Ángeles. La mano dura del padre, que dirimía con un cinturón las menores desobediencias de sus hijos, estaba acompañada por un discurso racista en torno del color de la piel.

Mingus tenía abuelos de origen sueco, chino, británico y negros, lo cual le daba una tonalidad de piel particular sobre la que se apoyaba su padre para descalificar a los negros, un asunto que mantuvo confundido a Charles hasta que en la calle se encontró con que era tratado como un negro más, generalmente con desprecio y rechazo.

La música siempre estuvo cerca de Charles; su madrastra era una devota feligresa de la Holiness Church, donde el canto y el góspel eran vehículos centrales de devoción. Su primer instrumento fue el trombón con el que no logró conectarse razonablemente, su padre de un día para otro, cambió ese instrumento por un violonchelo que inmediatamente lo atrapó.

El jazz, a través de la música de Ellington, ya había ganado su interés. En su adolescencia cambió el chelo por el contrabajo, aunque por cierto nunca dejó de tocarlo. Un amigo bien intencionado le advirtió que estaba tocando un instrumento de blancos y que no sería aceptado en ninguna orquesta, una lógica incontrastable que determinó que Mingus adoptase el “mueble fino”.

Mingus y la cumbia

Charlie Mingus tenía 30 años cuando, junto a Max Roach, fundó su propio sello, Debut Records. El álbum insignia de ese período es “The Quintet: Jazz at Massey Hall” (1953), grabado en Toronto junto al propio Roach, Bud Powell, Charlie Parker y Dizzy Gillespie (de hecho, es la última grabación de Bird & Diz juntos).

Pero fue entre mediados de los 50 y la década siguiente que Mingus se ganó un lugar en el olimpo jazzístico, construyendo un universo propio, en el que confluían sus raíces bluseras con una proyección armónica integrada al Third Stream, el movimiento fundado por Gunter Schuller, que unía al jazz con la música clásica, y a las primeras expresiones del free jazz.

Ya había coqueteado con la música mexicana ("Tijuana Gift Shop", "Los Mariachis"), en otro indispensable: “Tijuana Moods” (1962), pero fue en 1977, en el que sería uno de sus últimos trabajos antes de contraer esclerosis lateral amiotrófica, cuando fue convocado para musicalizar una película italiana sobre el tráfico de cocaína entre Colombia y Nueva York. Ese disparador hizo que Mingus se fascinara con la música de raíz colombiana y realizara una de sus composiciones más fantásticas: "Cumbia & Jazz Fusion", una suite de 28 minutos que Jaime Andrés Monsalve, director musical de la Radio Nacional de Colombia y ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolivar, definió como "una tromba vanguardista de media hora que mezclaba sonido de big band, free jazz y ecos de la música de Nueva Orleans con la cumbia".

El nexo entre Mingus y la música colombiana fue el saxofonista Justo Almario, que había llegado desde su Sincelejo natal a los Estados Unidos en 1965 y que unos años más tarde, en 1971, se había transformado en el director musical de la banda de Mongo Santamaría. Según indica Monsalve en “Los años cumbieros de Mingus”, su artículo publicado en la revista El Malpensante, fue a principios de 1977 cuando el contrabajista citó a Almario y un par de colegas colombianos (Alfredo Ramírez "el Opita" e Hiram Remón) a su casa de campo en Woodstock. Llegaron con una buena pila de discos de música folclórica: Los Gaiteros de San Jacinto, Lucho Bermúdez y la Orquesta de Pello Torres.

Después de una escucha informal ("esto es música de mi raíz, de raíz negra", dijo Mingus), hicieron una maratónica jam session en la que develaron la rítmica de la cumbia.

Luego de esa experiencia, Mingus, con el saxofonista y oboista Paul Jeffrey como aliado, trabajó arduamente para lograr esa fusión entre la cumbia y el jazz de avant garde. Ante la ausencia de gaiteros colombianos en Estados Unidos, decidieron emular esas sonoridades con oboes, fagots, flautas piccolo y clarinetes bajos.

La grabación de la suite, finalmente, se realizó el 10 de marzo de 1977. En el estudio confluyeron músicos de extracción jazzística como el trompetista Jack Walrath, el trombonista Jimmy Knepper, el saxofonista Ricky Ford y el pianista Bob Neloms, junto al legendario percusionista cubano Cándido Camero y los colombianos antes mencionados, salvo Justo Almario, que no pudo participar de la sesión porque estaba de gira con Mongo Santamaría.

El resultado trasciende la rareza, lleva al folclore colombiano a una nueva dimensión.

A fines de 1978, Mingus se mudó a la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a donde viajó para recibir tratamiento alternativo, ya que no hay una cura para la ELA. Allí falleció a las pocas semanas, el 5 de enero de 1979. Fue cremado y sus cenizas se esparcieron en el río Ganges.