La música puede sanar a las personas, esa es la premisa por la que el grupo Nahualli Ancestral ofrece todo un mes de recuperación de la salud a través de los sonidos ancestrales. Durante mayo, el ensamble moreliano y su invitado Huemac Olivares (Oaxaca) –investigador e intérprete del didgeridoo, uno de los instrumentos musicales más antiguos- han preparado un programa de conciertos, meditaciones y un taller con base en instrumentos milenarios. Nahualli Ancestral está integrado por Leonardo y Ohtokani Ortíz, así como de Héctor y Abel González, quienes hacen uso de cuencos tibetanos, arpas de boca, flautas de barro y madera, además de percusiones, para influir en la energía de los que escuchan. Mientras que Olivares comenzó a tocar instrumentos ancestrales hace 15 años, poco después se acercó al didgeridoo, elemento que ha investigado durante una década, no sólo en su origen y composición, sino también en cuanto a los efectos del sonido. Por otra parte, “mi objetivo a futuro es fusionar la cuestión de la música milenaria con el rock actual, ahora estoy enfocado en sanarme a través de la música para después compartir con la gente, es mi proyecto de vida”, afirmó Othokani Ortiz, cuyas influencias vienen del rock sicodélico de los años 70, pero en el 2010 conoció a Olivares y posteriormente tomó un taller de didgeridoo, lo que le permitió, junto a otros músicos, formar Nahualli Ancestral, donde la música y los cantos tienen propósitos más allá de lo estético. Othokani ha participado en proyectos de diverso géneros, es guitarrista y compositor de la agrupación Ausslander. Leonardo Ortiz tiene nueve años de experiencia tocando en vivo como percusionista, baterista y apoyo vocal en proyectos de diferente género, compositor de temas de Nahualli. Mientras que Abel González ha desarrollado diversos proyectos musicales de géneros alternativos, es compositor e intérprete de diversos instrumentos musicales, también construye e investiga instrumentos. Para más información, consulte la edición impresa de La Voz de Michoacán.
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