Ciudad de México.- Considerada por muchos como una de las mejores periodistas de la historia, quien hizo de su mal genio una virtud y de sus preguntas, para algunos impertinentes, una escuela, Oriana Fallaci es recordada a una década de su muerte, ocurrida el 15 de septiembre de 2006. Nació el 29 de julio de 1929, en Florencia, Italia, a los 10 años ya participaba en el movimiento de la resistencia antifascista, enviando correspondencia por encargo de su propio padre, quien era carpintero. “Según me decían, antes de ir al colegio era muy apacible. En él me volví dura y agresiva, me convertí en una persona rabiosa cuando descubrí que era mejor que los demás y que ellos eran ricos”, contó alguna vez ella misma, quien en esa época creía que sacar buenas notas podría corregir esa injusticia. Según sus biógrafos, empezó la carrera de Medicina, la cual pagaba escribiendo con regularidad en el periódico “Il Mattino”, pero más tarde tuvo que abandonar la Facultad, “obligada a elegir entre la Medicina, que no me pagaba, y el periódico, que me pagaba, opté por el periódico”, detalla en su biografía “La corresponsal”. Así, se instaló en Milán para trabajar en el periódico “L'Europeo”, en donde comenzó a cubrir información de Hollywood. “Era tan irrespetuosa”, escribió Cristina de Stefano, autora de la citada biografía. Entre sus primeros textos se encuentran; “Los siete pecados capitales de Hollywood” (1959), “El sexo inútil” (1961), “Penélope en la guerra” (1962), “Los antipáticos” (recopilación de entrevistas de 1963) y “Si el sol muere” (1965). Pero su verdadero éxito comenzó en 1969, después de convertirse en la primer mujer italiana corresponsal de guerra en Vietnam y de haber escrito su diario reportaje “Con nada y así sea”. En ese momento dejó de ser Oriana para convertirse en “La Fallaci”. Tras esta importante cobertura, Oriana Fallaci se volvió la corresponsal más destacada y cotizada de su época y gracias a ello, consiguió entrevistas con personajes como Henry Kissinger, Golda Meir, Yasir Arafat, Bob Kennedy, entre otros. De acuerdo con el portal de noticias en español ABC, llegó un momento en la vida de Fallaci en que sólo pensaba en trabajar, estaba convencida de que le quedaba poco tiempo de vida y quería terminar una novela familiar en la que había invertido 10 años de investigación y escritura. La periodista disfrutaba estar sola y en alguna ocasión colocó en el timbre de su casa un nota que decía: “Go away” (márchese), esto también sirvió como respuesta para un chico estudiante estadounidense que pretendía escribir una biografía acerca de ella. Cuentan que quiso ser recibida por el Papa Benedicto XVI antes de morir y éste le concedió una audiencia privada el 27 de agosto de 2005. Tras este encuentro, Fallaci siguió definiéndose como "cristiana atea" y dispuso en el testamento que sus exequias fúnebres fueran laicas y estrictamente privadas. Oriana Fallaci pasó a ser un ícono muy importante para el periodismo, no sólo por la polémica generada en sus textos o en sus de sus entrevistas sino también por la dedicación y pasión que transmitió en cada uno de ellos. Falleció la noche del 15 de septiembre de 2006, a los 77 años en su natal Florencia, a causa de un cáncer.