Ciudad de México. Convencida de que el lugar al que pertenece es la escritura misma, la poeta y traductora Pura López Colomé, Premio Nacional de Traducción de Poesía 1992, recibirá un merecido homenaje por su trayectoria, este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Como parte del ciclo “Protagonistas de la Literatura Mexicana”, la homenajeada compartirá sus experiencias con sus amigos y colegas Víctor Cabrera y Fernando Solana, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en un comunicado. Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952), Premio Nacional Alfonso Reyes de Ensayo 1977 por su obra “Diálogo socrático en Alfonso Reyes”, compartió que su padre le enseñó a querer el lugar donde actualmente reside, en el estado de Morelos, y también fue él quien la acercó a la literatura. En la adolescencia comenzó a escribir sus primeros versos y desde entonces no se ha separado de la palabra, la cual venera y califica como receptáculo de lo divino. “Nunca he considerado que mi travesía entre poemas sea un logro, y mucho menos, que sea mío del todo. Sigo creyendo que es una aspiración y, como diría uno de mis maestros, un umbral al que constantemente nos sentimos convocados”, expresó. Reconoció que en 32 años de labor, en lo esencial no hay nada diferente, “al leer poemas de mi primer libro me reconozco. Mi percepción del poder de la palabra, dentro de las inmediaciones del poema, es francamente la misma: la pluralidad de significados sigue manifestándose en una transformación interior”. López Colomé ha forjado una trayectoria literaria sólida y ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2007 (que comparte con Elsa Cross) por “Santo y seña”. En 1985 incursionó en la poesía con “El sueño del cazador” y hasta ahora cuenta con más de una decena de libros publicados, así como otro gran número de obras traducidas de autores de talla mundial como Samuel Beckett, Bertolt Brecht, Ernest Mandel, William Carlos Williams y Philip Larkin. Entre sus libros de poesía destacan “Aurora” (1994), “Tragaluz de noche” (2003) y “Por si acaso no” (2010), pero hay dos títulos en específico que han modificado su visión a pesar de que “cada uno de mis libros ha sido un viaje distinto”. Se trata de “Santo y seña” (2007) y “Via Corporis” (2016), a los cuales califica como “piedras de cruce”. “En cada uno me he ido atreviendo a avanzar por terrenos insospechados. Confieso que no todos me gustan igual”. Al respecto, sostuvo que tanto “Santo y seña” como “Via Corporis” poseen la oscilación del tiempo francamente lírico al propio del poema en prosa. “Si bien la temática del dolor y del placer se muestra de manera singular en cada uno, siendo el segundo desgarrador en comparación con el primero, el hilo conductor de la verdad encerrada, que grita por expresarse, por revelarse, resulta reconocible. He ahí mi entrecomillada poética”, finalizó.