El Universal/La Voz de Michoacán Karaganda, Kazajistán. Detrás del gran escenario montado en medio de la estepa, de pronto se escucharon unos acordes que contagiaron a más de un músico latinoamericano ahí presente. "La Bamba", el conocido son jarocho que en los años 50 hiciera famoso la estrella de rock and roll Ritchie Valens, sonaba en voz de un grupo de jóvenes músicos provenientes de las montañas de Polonia. Los ensayos del Primer Festival Internacional de Música Clásica y Folclórica "Zhezkiik" en la provincia de Zhezkazgan, apenas comenzaban. Hoverna, agrupación integrada por cuatro músicos provenientes de la zona montañosa del sur de Polonia, interpretaban ese himno jarocho en un improvisado camerino con carpas blancas instaladas en la reserva natural y cultural de Ulytau, un sitio emblemático ubicado en la región central de Kazajistán y que este fin de semana fue sede de ese encuentro que reunió a unas once agrupaciones de música tradicional de diversas partes del mundo. Ahí, estos jóvenes intérpretes polacos demostraron que esa pieza musical sigue conquistando corazones en todos los rincones del mundo, sin importar las fronteras geográficas o del lenguaje. En Polonia, relató a este diario Chris Tomasiak, uno de los integrantes del grupo formado en 2013, es una canción obligada en las bodas o fiestas especiales. Es una canción muy popular para bailar, la tocamos mucho en las bodas; la gente la conoce en todos lados", expresaba el joven después de atraer la atención de sus colegas músicos y la de una que otra persona curiosa en la carpa donde se preparaban para el concierto. A la interpretación de ese son jarocho en polaco se sumaron las percusiones y violines del ensamble Takinan, un grupo de peruanos residentes en Suiza que promueven la música tradicional del país andino en Europa. El mundo no es tan grande como ustedes piensan", expresaba Jeff Nevin, director del Mariachi Champaña Nevin, durante la conferencia de prensa que algunos músicos ofrecieron previo al festival organizado por el gobierno kazajo. El trompetista y compositor estadounidense se refería a las coincidencias que normalmente se encuentran en eventos musicales de este tipo, donde entre las aparentes diferencias de voces, instrumentos musicales o idiomas, siempre es posible hallar grandes o pequeñas similitudes. Sus palabras cobraron sentido más de una vez en este festival.