Agencias / La Voz de MichoacánPor estas horas, y si todo marcha bien, Delonte West debe estar en un centro de rehabilitación de drogas, pagado por el propietario de los Dallas Mavericks, Mark Cuban, luego de sufrir una de las caídas más dramáticas de una estrella del deporte estadounidense: en pocos años pasó de figura de la NBA a marginado en situación de calle. Los problemas de West, originados por un trastorno bipolar, agravado por el consumo de drogas, lo llevaron a desaparecer de a poco de la luz pública, hasta que hace algunos meses se viralizó un video en el cual se lo veía mendigando para subsistir. En ese momento se recordó que en sus ocho temporadas en la NBA, en las que defendió a los Boston Celtics, Seattle SuperSonics, Cleveland Cavaliers y Dallas Mavericks, había ganado 16 millones de dólares. La pregunta sin embargo no era qué había hecho con ese dinero, sino qué había ocurrido con su vida. No es el primer ejemplo de una estrella del básquet arruinada luego de dejar las canchas. Una investigación de la revista Sports Illustrated reveló hace poco que el 60% de los exjugadores de la NBA se declaran en bancarrota cinco años después de su retiro. Malas inversiones, derroche, ayudas a una vasta familia y divorcios onerosos explicaban que los millones ganados se esfumaran entre los dedos de deportistas que no estaban preparados para gestionar fama y fortuna. Suele contarse la historia rosada del joven que sale de los márgenes de la sociedad y encauza su vida a través del éxito deportivo. Lo menos conocido es que muchas veces esas historias son circulares y los deportistas terminan volviendo al arroyo de donde salieron. En el caso de West, la fortuna se fue después que su cordura. Los problemas habían empezado hace muchos años, en su infancia. Nacido en Washington D.C. en 1983, fue víctima de bullying por parte de sus compañeros de escuela debido a su aspecto poco común. Como descendiente de los indios piscataway, no era blanco entre los blancos ni negro entre los negros. Tampoco ayudaba su pelo colorado y mucho menos una gran verruga en la nuca, que se sacó con el primer dinero que hizo en el básquet. El deporte, precisamente, era su válvula de escape. Pero una lesión lo alejó por un tiempo de las canchas y eso lo llevó a dejar los estudios. Su madre lo envió a vivir con su padre. Entonces empezó a drogarse y lo asaltaron los primeros pensamientos suicidas. "Nadie me enseñó a reconocer mis sentimientos y saber exactamente qué me afligía", contó años más tarde. Como vano intento de huida comenzó a cortarse y a consumir pastillas, lo que lo llevó muchas veces a hospitales infantiles. En una de esas ocasiones, según relató al Washington Post en 2015, tomó la decisión de suicidarse allí mismo. Pero se puso a rezar y le propuso a Dios: "Ayudame a salir de esto y cuando sea famoso me encargaré de glorificar tu nombre". Al salir del hospital se inscribió en una high school, llegó al equipo de básquet, se destacó porque más allá de todo tenía grandes condiciones y llegó a ser elegido Jugador del Año en su categoría. Eso le aseguró el ingreso de la Saint Joseph's University, donde su fama siguió creciendo. Los Boston Celtic lo eligieron en el draft de 2004. Su carrera en la NBA tuvo altibajos, primero por una lesión y luego por los problemas fuera de la cancha. Su mejor momento fue seguramente cuando defendió a Cleveland. En resumen, West disputó ocho temporadas en la liga, con promedios de 9,7 puntos y 3,6 asistencias. Sin embargo, lo bueno de Cleveland empezó a arruinarse cuando surgió el rumor de que tenía un romance con la madre de LeBron James, su compañero y estrella del equipo. West siempre lo negó. Se declaró culpable de dos de ocho cargos delictivos que enfrentó y fue sentenciado a ocho meses de detención domiciliaria, dos meses de libertad condicional y 40 horas de servicio comunitario. La NBA lo suspendió por diez partidos y volvió a las canchas. La indisciplina apareció sin embargo otras veces, como cuando le metió un dedo en el oído a un árbitro. Se despidió en la temporada 2011-2012 en los Mavericks. En su última época llegó a dormir en una camioneta estacionada junto al estadio, porque no tenía dinero ni buenos antecedentes penales para alquilar un departamento. El equipo no le quiso renovar y ninguna otra franquicia de la NBA se interesó por alguien que era visto como una bomba de tiempo. Se fue a jugar a Texas Legend, filial de los Mavericks en la D-League, luego a China y Venezuela y se retiró tras un fugaz regreso al Texas Legend en 2015. "Solo quiero que dejen de reírse de mí", confesó. En enero de 2020 apareció en un video sentado en una calle de los suburbios de Washington, descamisado y esposado, mientras murmuraba cosas incoherentes a la policía. Las autoridades informaron que acudieron al lugar tras recibir una denuncia por una pelea entre dos hombres. Al llegar vieron al exjugador sangrando y decidieron esposarlo, aunque la difusión del video fue realizada por uno de los policías sin autorización . La patética aparición de West encendió alarmas en el mundo deportivo estadounidense. LeBron anunció que haría todo lo necesario para ayudarlo a salir de su situación. Los meses pasaron, llegó la pandemia también a Estados Unidos, y el caso West pasó al olvido. Ahora, el anuncio de que Cuban le pagará un tratamiento reabrió el tema. Y se supo que el exjugador había rechazado todas las propuestas de ayuda. La NBA tiene ahora un programa para atender la salud mental de sus jugadores. Para West, la noticia llega tarde.