Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Proveniente de Uruapan, Patricia llegó a la ciudad de Morelia en busca de trabajo. Además de sus referencias personales y su currículum, la joven mujer (de 23 años en aquel entonces) llegaba con un mes y medio de embarazo, situación que no ocultó cuando intentó encontrar un trabajo en la capital michoacana. Su desfile ante varios jefes y encargados de Recursos Humanos la llevó a una única respuesta: regresar a Uruapan ante la cerrazón de oportunidades para mujeres en su situación. Si bien ninguna ley justifica o da permiso para que las empresas evadan contratar a mujeres en su periodo de embarazo, esto no ha impedido que un gran porcentaje –y de manera no escrita- impongan candados en lo corto para no hacerse de los servicios de personas que consideran no serán productivas debido a esta razón. La situación es todavía más grave, pues hay cierto denominador común también en casos de mujeres despedidas de sus centros de trabajo tras darse cuenta su encargado directo que han quedado embarazadas. El caso de Patricia no es único ni especial, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), realizada por INEGI, la cuarta parte de las michoacanas ha sufrido una discriminación de tipo laboral o una agresión en el lugar donde labora. No sólo ello, de acuerdo con este ejercicio estadístico el 8.7 por ciento de las mujeres de la entidad ha enfrentado problemas de este tipo estando embarazada, terminando una buena parte de estos casos en el despido o bien agregando un certificado médico de no embarazo para poder ofrecer la plaza. Para más información consulte la edición impresa del 7 de mayo