José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Michoacán. La producción artesanal de queso en particular y en general la industria ganadera de la microcuenca lechera de la Sierra de Jiquilpan podrían desaparecer en los próximos dos años debido a la falta de condiciones de competitividad y a causa del crecimiento de procesadoras de lácteos, de acuerdo con productores lecheros de la localidad jiquilpense de La Breña. En la última década, aseguran los productores de leche, el costo de los insumos para la producción, como el forraje y los servicios veterinarios, se han incrementado hasta en un 300 por ciento, en tanto que, según sus cálculos, el valor de venta de la leche apenas si se ha incrementado cerca de un 50 por ciento. “Para invertir sí se necesita mucho y la leche sale muy abajo porque está muy bajo el precio, ahorita está a 7.20, nuestro principal problema es el precio, porque si no tienes precio no se puede menear uno”, señaló Jesús Martínez, líder de los productores de la microcuenca lechera de La Breña, La Purísima y Las Ánimas, quien señaló que el precio que plantean para mantener la competitividad de hace una década es de 12 a 13 pesos por litro. “Hace 10, 12 años, el bulto de pastura estaba sobre 100, 110 pesos y la venta de leche sobre 4 a 4.30 pesos, ahorita el bulto de pastura, de la menos, vale sobre 300 a 400, y el litro de leche a 7.20”. Señaló también la carencia de apoyos tangibles por parte de los tres órdenes de gobierno, lo que ha orillado a que al menos 20 ganaderos de esta región hayan decidido desistir de las actividades de producción, lo que ha llevado al decaimiento de la producción lechera, además de que la utilización de productos químicos en las procesadoras de lácteos resta cupo a la leche líquida y, por tanto, resta posibilidades de incrementar la ganancia para los ganaderos. Con la intención de generar mejores prácticas de ordeña y manejo del ganado, los productores se han sometido a talleres impartidos por especialistas para la prevención de enfermedades, como la mastitis, que es de las que más afectan en cuanto a la productividad. Derivado de ello, dijo, se ha logrado mejorar la calidad y la cantidad de producción; sin embargo, ello no ha valido para lograr el incremento en el precio de compra. Jesús Martínez, productor de leche en la Sierra de Jiquilpan. Foto, José Luis Ceja. Sin rentabilidad en la producción de queso artesanal La producción de queso artesanal fue durante muchos años uno de los sellos distintivos de estas localidades en la Sierra de Jiquilpan; sin embargo, luego de la aparición de varias descremadoras, el queso artesanal comenzó a perder terreno, principalmente por la falta de condiciones para la elaboración de este producto con mejores estándares de calidad. De hecho, Jesús Martínez destacó que la de sus padres, fue la última generación que ocasionalmente producía queso artesanal con fines de comercialización ya que ahora sólo se produce para consumo interno. Sin embargo, y de acuerdo con las conclusiones de Carlos Eduardo Ceja Mora, maestro en Ciencias en Producción Agrícola Sustentable por el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional del Instituto Politécnico Nacional (Ciidir-IPN), la posibilidad de que la producción de queso artesanal se constituya como un pilar de la economía de los ganaderos depende en gran medida de la implementación de prácticas que cambien radicalmente los esquemas de crianza, producción y procesamiento, para adecuarse a los estándares, sobre todo en el tema de la evaluación sanitaria. “El diagnóstico realizado en los talleres de producción de los quesos artesanales mostró que estos no cumplían con las especificaciones de la NOM-120-SSA-1994”; de hecho, esta revisión arrojó la existencia de puntos críticos que podrían representar riesgos para la salud del consumidor”. Foto, José Luis Ceja. Entre esos indicadores, Ceja Mora destacó la presencia de Salmonella sp. y Escherichia Coli en los quesos muestreados, así como recuentos bacterianos elevados de Staphylococcus aureus, lo que indica contaminación por una deficiente manipulación en los procesos de producción. En esa idea, la intención es generar las condiciones necesarias para apuntalar las fortalezas de estos talleres y erradicar las debilidades, para lo que resulta indispensable la participación de los productores. Ante este panorama, Jesús Martínez señaló que en máximo un par de años la actividad ganadera en esta microcuenca lechera podría desaparecer ante la falta de rentabilidad, pero también ante la falta de capital humano, ya que las nuevas generaciones no ven atractiva la ganadería por los esfuerzos económicos y la cantidad de horas-hombre que es necesario invertir. “No quieren ser vaqueros, mejor se van de peones de albañil o a sembrar, pero los hijos no quieren nada con las vacas”.