José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Mich.- Pese a que se esperaba una escalada de precios a partir del domingo pasado, locatarios del mercado Zaragoza de esta ciudad señalaron que, salvo algunas excepciones, el ajuste de precios se sujetó al índice inflacionario sobre todo en el tema de frutas y legumbres y un poco más alto en los precios de la carne. Luis Pantoja, comerciante en frutas y legumbres destacó que, salvo la uva y el mango, el resto de los productos se ajustaron al alza en un peso por kilo del resto de frutas y hortalizas; “la uva está cara ahora porque estamos casi a final de temporada y el mango porque apenas está empezando”. destacó que en este giro comercial regularmente los precios no están sujetos a temas como el índice de inflación si no a la disponibilidad de la mercancía y la demanda del consumidor. “Pero eso ya no depende de nosotros, la gente que tiene las huertas o los que nos surten son los que determinan el precio y el precio depende de muchas cosas, la producción por los temas del clima, si los dejan o no los dejan vender, te puedo decir que en una misma temporada una fruta puede valer oro o puede no valer nada; hubo temporadas en que llegó a 100 pesos el kilo y dos o tres semanas después lo vendíamos a 12 pesos”, manifestó. Señaló que en el caso de Jiquilpan y a pesar de tratarse de un entorno rural el consumo de fruta y verdura es la derrama económica más relevante para los locatarios en un comparativo de gasto promedio por comprador. “Una persona viene al mercado y se lleva 70 u 80 pesos de carne, 30 pesos de frituras y muy de vez en cuando semillas o cereales, pero en frutas y verduras la gente gasta entre 200 y 300 pesos por día, a lo mejor por eso un peso o dos por kilo no afecta”, postuló Luis Pantoja. Carne sí sube En el caso de los cárnicos sí se registraron incrementos, aunque estos, de acuerdo a la organización de tablajeros se vieron moderados debido a las bajas ventas registradas durante las festividades de fin de año, debido a una débil economía y a la competencia de las congeladoras de carne instaladas en la cabecera municipal. “La venta de fin de año la hicieron las congeladoras, principalmente SuKarne que además acaparó a todos los restaurantes del pueblo, esta temporada vendimos cuando mucho un 50 por ciento de lo acostumbrado”, explicó Claudia Alcaraz, comerciante en carne quien dijo que aunque se acordó un ajuste de precios al arranque de este año, los expendedores de carne se vieron sujetos a una serie de variantes como los precios fijados por los introductores de ganado vacuno y porcino y los precios de los forrajes. “La mayoría de nosotros compra ganado vivo para sacrificar en Rastro, pero hay otros que crían su propio ganado y es ahí donde se da la diferencia de precios porque no a todos nos cuesta lo mismo; además de que la oferta ahora es mucha porque ya no solo es el mercado ni las congeladoras, ahora hay muchos compañeros o gente que trabajó con nosotros que vende carne en las esquinas de las calles o se van a las colonias a vender y eso pues afecta”. Foto, José Luis Ceja. Otros factores de la baja en consumo de carne Además de una economía inestable en la región, el bajo consumo de carne que se registra en el municipio guarda estrecha relación con las deficientes prácticas de crianza, sacrificio y traslado de la carne a los puntos de venta en la cabecera municipal; organizaciones ambientalistas de este municipio han advertido sobre los riesgos que conllevan algunas prácticas de crianza de ganado que incluyen liberar los gatos ganaderos para pastar y abrevar en las cercanías del Río Jiquilpan, que recibe las descargas residuales, a ello se suma un ineficiente centro de sacrificio animal enclavado en la zona urbana que opera con al menos tres décadas de rezago y finalmente el traslado de la carne que se realiza en condiciones inadecuadas. Foto, José Luis Ceja. En el tema de las legumbres y cereales, datos del Módulo de Riego La Palma AC establecen que al menos el 70 por ciento de la superficie cultivable de los municipios de Jiquilpan, Sahuayo, Venustiano Carranza y Villamar se irriga con aguas negras generadas en sus zonas urbanas. Al contrario de la carne, la producción de hortalizas y cereales producidos en estas condiciones no son comercializadas en el entorno local, sino que tienen su nicho de comercialización en mercados de la Zona Metropolitana de Guadalajara y en otras ciudades del Bajío.