Redacción / La Voz de Michoacán Antes de la crisis del 2008 varios gobiernos occidentales estaban avanzando con mayor o menor fortuna en la implementación de energías renovables en su territorio, lo cual provocó que muchas inversiones del sector privado se movieran en esa dirección, y aunque gran parte del atractivo para invertir en ellas consistía en que se encontraban subsidiadas por los gobiernos, lo que distorsionaba el valor real de la inversión y terminó por encarecer mucho la generación de esta energía verde una vez se acabaron los fondos públicos para estos menesteres, lo cierto es que parecía que el mundo estaba avanzando con firmeza en esa dirección, algo que puede estar repitiéndose de nuevo y esta vez con el apoyo mayoritario de la opinión pública y de la ONU, la cual ha puesto a las energías sostenibles como una de sus principales prioridades. Sin embargo el objetivo de reducir las emisiones de carbono mediante el aumento de las energías renovables se está encontrando con nuevas dificultades, y es que, como ha demostrado la reciente crisis por la subida de los combustibles fósiles (lo cual sin obviar los riesgos del apalancamiento y la volatilidad puede ser interesante para los que arriesgan capital especulando mediante el trading con el precio del petróleo en Plus500 u otros brókeres regulados, ya que se opera en base a los cambios de precio, pero que es un quebradero de cabeza para los consumidores), el mundo es todavía muy dependiente de las energías fósiles como para que se prescinda de las mismas con demasiada alegría, ya que todavía se mueve y genera su energía mayoritariamente con procesos que emiten millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, y eso no va a cambiar pronto. Conjugar las energías verdes y la explotación del crudo Para los países que no cuentan con reservas de materias primas fósiles la descarbonización parece todo ventajas; autonomía energética, menor emisión de gases contaminantes y lo que ello conlleva de cara a cómo ven al país en el resto del mundo y de paso un excedente de derechos de emisión de gases contaminantes que pueden ser colocados en un lucrativo mercado, ya que los precios del CO2 no son bajos. Pero existen países, como México, que cuentan con grandes yacimientos de estos recursos ahora tan denostados, pero a la vez tan necesarios en todo tipo de industrias y que además han constituido gigantescas empresas públicas que funcionan no sólo como fuente de divisas fuertes, sino también como polo atractor de talento nacional e internacional y a las que no se puede colocar como enemigas públicas número uno del clima, más bien hay que utilizarlas como vanguardia en el cambio de modelo energético (tienen décadas de experiencia en el sector) y de esta forma sumar esfuerzos con autoridades y sociedad civil. En el caso de México, el Gobierno se comprometió en el año 2015 a reducir para el 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero en un veinticinco por ciento (en este apartado México ocupaba, según datos de comienzos de año, la decimosegunda posición mundial en emisión de este tipo de gases, algo creíble si se toma en consideración que cuenta con casi 129 millones de habitantes y que el transporte es uno de los principales contaminantes), pero a su vez tiene importantes planes en la extracción y exportación de petróleo. El actual ejecutivo mexicano tiene la intención de que PEMEX, empresa pública petrolera y buque insignia de la economía nacional, contribuya de forma decisiva al desarrollo de energías limpias alternativas pero sin renunciar a la materia prima que es la razón central de su existencia, a la vez que se exploran otras opciones. ¿Energía nuclear para salvar el planeta? La energía nuclear no es barata, y requiere una serie de capacidades que no están al alcance de cualquier país, pero, pese al rechazo que la energía nuclear ha generado desde hace décadas en buena parte del mundo, la verdad es que también cuenta con muchos defensores, es abundante y segura en su suministro, a la vez que implica la generación a su alrededor de una serie de profesionales altamente cualificados y porque no decirlo, una vez consolidada, la tecnología nuclear puede ser exportada con gran rentabilidad a otros países, lo que además crea fuertes lazos entre exportador e importador, ya que un reactor nuclear no es precisamente un pieza de tecnología plug and play y requiere de una asistencia continuada. Además, si no ocurren accidentes y se arregla el no pequeño problema de los residuos, los partidarios de la energía nuclear creen que podría ayudar a frenar el cambio climático sin reducir el consumo energético del planeta.