Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Marco es un niño de 10 años de edad que vende mazapanes en la zona de Tres Puentes y hasta la Plaza de Toros, varios vecinos y transeúntes de la zona lo ubican ya desde hace varios meses. “¿Me compra un mazapán?”, le solicita a un hombre que maneja un automóvil. “Por favor, cómpreme uno, me quiero regresar”, insiste mientras se lleva sus manitas a la cara intentando no llorar. Marco es uno de los miles de niños michoacanos que trabajan desde temprana edad, y no son pocos: 15.4 por ciento de los niños en el estado se ve obligado a laborar bajo distintas circunstancias. El gesto del niño acongoja mientras intenta vender algunas piezas de su mercancía en el crucero entre Periodismo y la avenida Madero. El conductor y su acompañante intentan sacar unas monedas; la luz verde del semáforo se enciende y tienen que continuar la marcha los vehículos, no habrá compra. La desesperación de Marquito, a quien así le dicen quienes lo conocen, es evidente y se regresa al camellón con la cara baja, tallándose los ojos intentando limpiar algunas lágrimas por no vender. No quiere hablar de su situación. No da explicaciones ni le gusta que se las pidan, sólo quiere vender sus mazapanes con urgencia. A pesar del llamado al aislamiento físico y el brote de un peligroso virus, Marquito sigue vendiendo la misma zona sus paletas de dulce o mazapanes, en la búsqueda de algunas monedas; en estos tiempos de pandemia la sonrisa ha desaparecido en su rostro y no teme insistir, siempre de favor pide que le compren. Crece problemática En el estado, poco se ha avanzado en la erradicación del trabajo infantil, al contrario, los indicadores presentan pequeños crecimientos. De acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil del INEGI, Michoacán se ubica en el décimo lugar entre las entidades con una mayor tasa de este fenómeno. Son casi 190 mil menores de edad trabajando, 66 por ciento en las llamadas ocupaciones no permitidas, aquellas que por la edad de la persona no se considera apta para realizarlas o que refieren una condición de peligro. Para miles de niños, la pandemia no introdujo los riesgos en el trabajo, tienen meses o años en actividades que pueden socavar su integridad física y su salud. El fenómeno es complejo y las autoridades en Michoacán han chocado contra pared por diversas razones en su intento por mitigar la problemática. Los porcentajes, de hecho, van al alza: mientras el Módulo de Trabajo Infantil 2015 destacó que la ocupación no permitida marcaba una tasa de 10.1 por ciento, para el corte de 2017 el índice aumentó ligeramente, a 10.3 por ciento. En números netos, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refiere que en la entidad hay poco más de 1 millón 233 mil personas de 15 años o menos, de las cuales el 10.3 por ciento, alrededor de 127 mil, realiza ocupaciones no permitidas. No todos los niños trabajando o en ocupaciones no permitidas reciben un sueldo. Un sector, 39.2 por ciento, se dedica hasta a labores de corte familiar que no les corresponderían, como cuidar a familiares enfermos, o hacerse cargo de sus hermanos todavía más pequeños, o simplemente porque laboran bajo condiciones de intercambio de favores o son explotados. En muchos casos, este sostén familiar o personal significa el ausentarse de las actividades escolares, coartando con ello buena parte de las esperanzas de superación en el futuro. El 40 por ciento de los menores de edad que trabaja no asiste a la escuela ni puede hacerlo, la prioridad es el sostén económico.