Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La contingencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 trajo consigo una marcada problemática en términos económicos, representada principalmente por el cierre de empresas y la pérdida multitudinaria de empleos. En Michoacán fueron 143 mil plazas laborales, de las cuales el 58 por ciento correspondió a mujeres. De estos casi 83 mil empleos que perdieron las michoacanas durante el año pasado, el 16 por ciento se trató de plazas formales, mientras que el 84 por ciento de féminas que laboraban en la informalidad. El reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refiere que, además, el salario se precarizó, por lo que el número de mujeres que percibían un ingreso mensual suficiente se vino abajo, además de que la recontratación ha sido mucho más difícil para el sector femenino. La problemática laboral, sin embargo, no se reduce a un mal año, sino que se trata de una inercia que tiene tintes tanto de políticas públicas como de tradicionalismos sociales que terminan siempre impactando de peor manera al sector femenino, algo en lo que coinciden especialistas, activistas y mujeres trabajadoras. MUJERES, LAS MÁS AFECTADAS Sobre el tema, asegura Heliodoro Gil Corona, investigador nicolaita y coordinador de Proyectos Estratégicos del Colegio de Economistas del Estado de Michoacán (CEEM), que los mayores daños laborales los padecieron las mujeres tanto en el trabajo formal como el informal. Destaca el detrimento sufrido en el empleo femenil en dos direcciones: pérdida de puestos de trabajo y mengua de los ingresos percibidos”, señala el especialista. “Podemos establecer, que la pandemia contagio agudamente el mercado de trabajo femenil estatal. El salario tanto en la ocupación formal como en el informal sufrió un agudo deterioro”. La participación de la ocupación formal femenina estatal disminuyó de 39.8 por ciento en 2019 a 36 por ciento en 2020, que en términos absolutos significa una pérdida de 13 mil 61 empleos formales. En lo que toca a la ocupación informal femenil en el estado, la participación desciende de 37.4 por ciento registrada en 2019 a 36.9 por ciento en 2020, que en valores absolutos significa una pérdida de 69 mil 695 plazas, refiere el especialista. Si bien la pandemia ‘agredió’ por igual la estabilidad económica de hombres y mujeres, el sistema tradicionalista bajo el cual nos seguimos desenvolviendo ha dejado mucho más desprotegidas a la segundas respecto a resarcir el daño y recuperar el ingreso. EMPLEO, UN TEMA TAMBIÉN CUALITATIVO En el tema cualitativo de la problemática laboral que enfrentan las mujeres, Tsitsiki Hernández Estrada, activista feminista y licenciada en Letras y Derecho, ambas carreras por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), destaca que la problemática laboral es más que un tema de números nuevos uno que arrastra la misma sociedad desde hace tiempo. Por ejemplo, en cuanto a que esté bien pagado, a tener un empleo bien remunerado, “depende de donde trabajes, porque tiene que ver el trabajo que se desempeñe y las facilidades que se den, pero en muchas ocasiones si se menosprecia y se minimiza el trabajo de las mujeres, incluso todavía existe esta idea de que si tú tienes cierto puesto en un trabajo se lo debes a alguien”, señala, lo cual se vuelve muy complejo para muchas mujeres en tiempos actuales, que tendrán que volver a empezar de ceros para colocarse en un puesto. Foto: Agencias. Esta misma idea, la de la mujer no apta, se perpetúa, persiste en el consciente y en inconsciente de la sociedad, especialmente de los hombres en puestos de decisión y poder, que siguen buscando estas oportunidades para ‘promover’ mujeres a cambio de ‘favores’. Muchas de estas conductas pasan desapercibidas y si se denuncian no siempre se sancionan y hasta revictimiza a las mujeres, que en incontables entornos de trabajo siguen siendo tratadas como trabajadoras de segunda categoría a las cuales se considera que se les hace un favor al contratarlas. Es de ahí que viene, por ejemplo, la brecha salarial, que ronda el 14 por ciento sólo en el terreno formal y hasta el 25 por ciento en informal. Es decir, los hombres ganan en promedio hasta una cuarta más que las mujeres, lo que significa que tienen mejores empleos o con niveles jerárquicos mayores Sin embargo, “también hay que reconocer que hay mujeres en puestos muy importantes, tenemos una jefa de Gobierno en el país (Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México), y eso no es para menos; digo, si estamos de acuerdo o no con ciertas políticas públicas, ya es otro tema, pero ahí hay un espacio ganado muy visible, y eso es muy interesante”. SE PRECARIZA EL INGRESO No obstante, el tema cuantitativo no deja de ser importante. De acuerdo con el INEGI, la pandemia agudizó la brecha salarial y precarizó la situación de las mujeres; la mayor población ocupada femenil se ubica ahora en niveles de ingresos más bajos. De manera paralela, las trabajadoras con niveles de ingreso de más de 5 salarios mínimos en el empleo formal disminuyeron de 15 mil a 4 mil mujeres debido al paso de la crisis por la pandemia. El avance de las mujeres en las diferentes tareas familiares, económicas, laborales y de dirección en los ámbitos público y privado, es una realidad. Sin embargo, sigue habiendo pendientes, destaca Heliodoro Gil Corona, quien agrega que “el trabajo de conducción en el hogar es fundamentalmente de las mujeres y es marginalmente compartido por los hombres, sin reconocimiento familiar ni social”. El reto de los gobiernos, expone, es crear el andamiaje funcional necesario para que la igualdad, las oportunidades, el reconocimiento al trabajo productivo de las michoacana sea plenamente reconocido. “Más mujeres en espacios públicos y privados no significan más igualdad de oportunidades ni reconocimiento remunerativo”, concluye Heliodoro Gil Corona. NO BASTA CON PREPARARSE Pese a tener estudios suficientes y una gran capacitación en materia de Derecho, Dilcia Vidales Silva ha batallado en el tema laboral, más por su condición de mujer que por sus habilidades. Con licenciatura en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Michoacana y actualmente maestra en una primaria en la comunidad de Cherán, comenta que una de las razones por las que decidió estudiar leyes fue percatarse de las injusticas que hay en el país, tema que la apasionaba desde muy pequeña. Ahora, en el caso de la mujer, aunque ya exista el término de la equidad, la realidad es que no se da lo que corresponde a las mujeres, dice, “a pesar de que somos capaces, somos trabajadoras”. Desde que salió de la universidad intentó ingresar a la Secretaría de Seguridad Pública o al Ejercito, pero no lo logró por el tema de la estatura; encontró un lugar en la Fiscalía General del Estado, donde, no obstante, tuvo problemas principalmente por ser mujer y del interior: el hostigamiento se transformó en sobrecarga de trabajo, horarios exhaustivos, burlas y desdén. En ese momento, destaca, hubo los clásicos comentarios condescendientes y el estigma del sometimiento laboral por ser mujer, “de que eres mujer y tienes que obedecer y si nos quejábamos nos obligaban a renunciar”. La discriminación era sensible y visible: “también, ahí, en la Fiscalía había mucho favoritismo por lo hombres y por las mujeres que consideraban bonitas”. En el tema de los casos que seguía la dependencia, refiere que se puede trabajar mejor en cuanto feminicidio y violencia de género en general, “pero tiene que haber más personal, porque la realidad es que también hay muy poco, entonces no se dan abasto, porque aparte se tienen que atender los demás delitos”. Originaria de Paracho, recuerda que entre los casos que trató, en una ocasión le llegó el de una mujer que fue despedida de un taller de guitarras y no tenía seguro. “En esos lugares las explotan y con sueldos que van desde los 400 a los mil pesos por semana y sin prestaciones laborales, una persona no puede vivir, menos si es madre soltera”, atajó. El sueldo en este municipio y dentro de sus talleres es más precario para las mujeres y para las indígenas.