José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Mich. Hasta un 40 por ciento de incremento en la carga laboral registra la industria de la construcción y la renovación de espacios habitacionales en las últimas semanas, de acuerdo con Marcos Godoy Ochoa, integrante de la organización local de albañilería y construcción de esta ciudad que busca legalizar su registro como asociación civil. Según la postura del entrevistado, el incremento de trabajo durante el bimestre noviembre-diciembre de cada año es algo cíclico, salvo los dos años de la contingencia por la COVID-19 en los que si bien no se registró este incremento tampoco se pusieron en riesgo las casi 5 mil plazas laborales que, se estima, genera esta industria. “Ahora que ya no tenemos el problema de la restricción de viajar de Estados Unidos para acá se ha acelerado el ritmo de trabajo en la construcción y tenemos estimaciones de que en las últimas semanas, en las diferentes obras de construcción y remodelación que traen los compañeros hay una inversión casi de 200 mil dólares”. Destacó que al igual que la mayoría de los giros comerciales, industriales y de servicios de los municipios de la Ciénega de Chapala, la industria de la construcción sustenta hasta el 70 por ciento de su operatividad en las remesas que, en el caso de Jiquilpan, se estiman en 20 millones de pesos mensuales. “La mayoría de los sectores dependemos en gran medida de las remesas que fluyen continuamente, pero ahora que los paisanos pueden viajar, sobre todo en este periodo de noviembre y diciembre la derrama económica se incrementa considerablemente principalmente porque el migrante entiende el valor que tienen en México sus dólares por el tipo de cambio”. Eso, dijo, ha permitido que a través de una correcta calendarización de los trabajos por la parte patronal que se puedan garantizar las fuentes de empleo al menos hasta la segunda semana de enero del 2023. “La idea es programar los trabajos para que la gente que tenemos contratada pueda seguir teniendo ingresos por lo menos hasta la segunda semana de enero; los últimos dos años paramos prácticamente una semana antes de Navidad y sí te genera como empleador un cargo de conciencia dejar a la gente sin trabajo en fechas tan complicadas como Navidad, Año Nuevo y Reyes”, dijo. Agregó que “con esta programación de trabajos queremos evitar eso y lo estamos platicando con los migrantes dueños de las construcciones porque a final de cuentas sus proyectos son a mediano y largo plazo, excepto los que buscan terminar para pasar las festividades de fin de año en Jiquilpan”. La otra derrama económica y desigualdad Para Martha Santillán, representante del Comercio Unido del Centro, si bien la realización de la Expo Feria local con motivo de la conmemoración del inicio de la Revolución Mexicana ha generado una importante derrama económica, ésta no se ha visto reflejada propiamente en el comercio local sino en el comercio temporal foráneo. “Sí hay mucha gente, sí circula mucho dinero, pero podríamos decir que entre el 70 y 80 por ciento de ese dinero no se queda en el comercio local o en el municipio, ese dinero se lo llevan los comerciantes que se instalan por el periodo de feria, gente que viene de Sahuayo, Jalisco, Guanajuato, Estado de México y otros lugares y que a final de cuentas no se ve reflejado en la economía de los jiquilpenses”. A lo anterior se suma el incremento en la circulación de la divisa estadounidense entre el comercio, tanto establecido como informal, lo que en ocasiones va en detrimento de la economía de los migrantes; en los comercios establecidos y en los puestos de feria se anuncia la aceptación de dólares como forma de pago con tipos de cambio que van de los 18.70 y hasta los 19.15 pesos por dólar. Esta dinámica de comercio, destacó Santillán Orozco, ha orillado a que incluso algunos migrantes se vean precisados a apoyarse en familiares para poder hacer una estimación de los precios. Las experiencias en el comercio local De acuerdo con Luis Escalera, representante del club migrante Jiquilpan Mágico uno de los grandes problemas que enfrentan los migrantes que residen temporalmente en el municipio es justamente el ser migrantes al momento de hacer las compras cotidianas ya que para este sector los precios siempre se incrementan. “Lo que hacemos ya es pedirle a algún familiar o amigo que nos haga las compras porque si va uno siempre es más caro; fui a un puesto de fruta del mercado, compré pepino, naranjas, una sandía y me cobra casi 200 pesos, llego a casa y le pido a la muchacha que nos ayuda con el aseo que vaya y me compre lo mismo y le cobran 75 u 85 pesos”, estimó.