"El Padrino" sigue proyectando su luz y sus sombras sobre Nueva York

El próximo lunes se cumplen 50 años del estreno de esta película mítica.

Foto: EFE. Hace 50 años, Francis Ford Coppola revolucionó el cine de mafia con "El padrino". Y con el esplendor recuperado gracias a una minuciosa restauración y remasterización, los espectadores del siglo XXI pueden volver a disfrutar de una obra maestra que encumbró a Al Pacino.

EFE / La Voz de Michoacán

Nueva York. En el púlpito de la antigua catedral de San Patricio, en el barrio italiano de Manhattan, se rodó una de las escenas más memorables de "El Padrino", cuando Michael Corleone (Al Pacino) se convierte en padrino de su sobrino y de la Mafia, mientras son asesinados los capos de las familias que controlan el lado más tenebroso de Nueva York.

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El próximo lunes se cumplen 50 años del estreno de esta película mítica. Francis Ford Coppola había logrado embarcar al gigante Marlon Brando (Don Vito Corleone), al desconocido Al Pacino, a James Caan (Sony Corleone) y Diane Keaton (Kat Adams) entre otros muchos, en un proyecto en el que prácticamente solo Coppola y el escritor y guionista Mario Puzo creían, para convertirlo en una joya shakespeariana de la gran pantalla.

El tiempo no ha pasado para una película que ha dejado en el acervo popular de medio mundo frases como "le haré una oferta que no podrá rechazar" o "no es personal, son solo negocios", aunque sí que ha pasado por la Mafia neoyorquina, que en las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado acabó perdiendo el pulso con las fuerzas de seguridad y la clase política por el control de los hilos que manejan la metrópoli.

Foto: EFE

REALIDAD Y FICCIÓN CONFLUYEN EN "LITTLE ITALY"

"Little Italy", el barrio italiano de Manhattan, tampoco es el superpoblado distrito que en los años 30, con casas insalubres y abarrotadas de inmigrantes que huían del hambre y la pobreza de Italia, vio el surgir de los gangsters italo-americanos, la "Mano Negra" o la "Cosa Nostra".

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Pero entre las decoraciones festivas para atraer a los turistas, las tiendas de recuerdos y las innumerables terrazas y restaurantes italianos que hoy inundan el barrio, se mezclan los lugares míticos de la historia real de la mafia italoamerincana y de la ficción de la gran pantalla.

Joel, guía turístico de "Metro NYC Tours", desvela a un grupo de curiosos algunos de los secretos que esconden las calles Mulberry, Mott, Kenmare, Hester o Prince, desde la vieja catedral de San Patricio donde Michael Corleone renuncia a Satán mientras mata a sus rivales, hasta el restaurante donde el 7 de abril de 1972 fue asesinado el gangster Joe Gallo y cuyo nombre "Umbertos" aún se puede leer, si se presta atención, frente a la puerta del actual restaurante situado en la calle Mulberry.

En el mismo barrio, en la calle Mott, se encuentra la ficticia compañía de aceite de oliva "Genco" de Vito Corleone y, enfrente, el lugar donde el capo fue a comprar unas naranjas cuando un matón del narcotraficante Virgil Sollozo intenta asesinarlo sin éxito, y que ahora es parte del barrio chino de Manhattan.

No muy lejos de ahí se encuentra también el local que albergaba el club social "Ravenite", que durante décadas fue el cuartel general de la familia Gambino, una de las cinco familias reales que impusieron su ley en la ciudad junto a los Bonano, los Luchese, los Colombo y los Genovese.

Y también el local "The Mulberry Street Bar" donde se rodaron escenas de la tercera entrega de El Padrino, del largometraje Donnie Brasco o la serie "Los Sopranos".

"En este paseo turístico puedes apreciar dónde la realidad y la ficción difieren y donde se superponen", dice a Efe Joel tras concluir la visita de dos horas.

Foto: EFE

EL TORTUOSO CAMINO HACIA EL OLIMPO

Pero la creación de esta película, considerada por muchos como la mejor de todos los tiempos fue un camino plagado de espinas, con problemas de presupuesto y agrias discusiones entre Coppola y la productora Paramount, que había comprado los derechos de una novela inacabada de un Puzo que necesitaba desesperadamente dinero.

Con mucho esfuerzo y paciencia, acompañados de miedo a ser despedido y continuos quebraderos de cabeza, el joven Coppola consiguió que el proyecto inicial, que tenía dos millones de dólares de presupuesto para una película de una hora y 45 minutos de duración, acabara en una historia épica rodada entre Nueva York, Sicilia (Italia) Las Vegas (Nevada) y Los Ángeles (California) de dos horas y 55 minutos y un coste tres veces mayor que el presupuestado.