Narco rap y trap corrido, las otras apologías de los cárteles

La narcocultura ha permeado más en la música popular y en los nuevos subgéneros que han surgido en los últimos años, como el trap y los “corridos tumbados”, una influencia que empezó en el corrido y se expande a un espectro musical más amplio.

Foto: La Voz de Michoacán.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En días pasados, el cantante y productor Pepe Aguilar y Natanael Cano estuvieron vueltos en la polémica, que comenzó cuando el intérprete de “Mujeres como tú” respondió en una entrevista con El Escorpión Dorado que mucha de la música actual le parecía “pinche”. Ante tales declaraciones, Natanael Cano, ofendido por pensar que el hijo de Antonio Aguilar se refería a él, contestó mediante un video cargado de palabras altisonantes e insultos.

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Después Pepe Aguilar respondió que en ningún momento se había referido a él y que no lo conocía, y además, invitó al exponente de los corridos tumbados a conseguirse un poco de educación.

Natanael… ¿qué?

Natanael Cano, de 19 años, comenzó su carrera en Hermosillo, Sonora, luego firmó contrato con la disquera y promotora Rancho Humilde. En 2018 sacó su primer sencillo titulado “El de los lentes Gucci”, un año después lanzó “F1”, el video oficial de dicho tema logró más de 11 millones de vistas en YouTube.

En 2019 participó con los grupos Herencia de Patrones y Los hijos de García en la canción “El de la codeína”.

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https://www.youtube.com/watch?v=Pjar1GtFhLs

Este año, el cantautor sacó a la venta su disco “Corridos tumbados”, que se colocó en el tercer puesto de la lista de ventas, mientras que su anterior disco, “Mi nuevo yo”, fue el primer lugar en ventas en México.

En marzo de 2020 dio a conocer su canción “Pacas verdes” una colaboración con el cantante Ovi, quien también ha trabajado con grupos como Piso 21.

El cantante define su género como “corridos tumbados”, que son una variante del corrido tradicional y que incorpora elementos del trap y, en menor medida, del hip hop. Además se caracteriza porque las letras hacen alusión a consumo de drogas, sexo, narcotráfico y demás temáticas con lenguaje explícito.

Esta polémica ha puesto en la mesa de discusión el impacto de la narcocultura en la música popular y en los nuevos subgéneros y vertientes musicales que han surgido en los últimos años, como el trap y lo que se ha dado en llamar “corridos tumbados”, una influencia que empezó en el corrido y se expande a un espectro musical más amplio.

Narco rap y narcocorridos, la lírica malandra

“Criminales inmortales, nunca voy a olvidar que aprendí a caminar las calles con ustedes; cuántas noches de licor, tiroteo y mujeres”, reza la canción “Queridos amigos”, de Fuerte Apache, en que el grupo bonaerense rememora vidas y muertes de jóvenes delincuentes del área conurbada de la capital argentina. Este tema se constituye como una pieza representativa de una tradición artística marginal pero persistente en los países de América Latina: los modernos juglares que relatan, comentan y celebran las andanzas de ladrones, narcotraficantes, asesinos y otros hombres y mujeres al margen de la ley.

Desde Sinaloa, en México, donde se rinde culto a Jesús Malverde, hasta la provincia de Corrientes, donde comenzó a venerarse al Gauchito Gil, y desde la difusión de la literatura de cordel, durante la colonización española, hasta el gangsta rap de los 90 y del narco rap ya en este siglo, la lírica criminal converge en una línea que discurre al margen de la cultura oficial.

Más allá de las representaciones de los bandidos, “hay trazos, tópicos que se mantienen: la disputa de honor con las autoridades y, en especial, con la policía, por ejemplo, y la mirada desafiante ante la posibilidad de la muerte violenta”, dice el historiador Diego Galeano, sociólogo y profesor en la Universidad Católica de Río de Janeiro. “Lo mismo puede pensarse de la búsqueda de respeto, que el antropólogo Philippe Bourgois reconoce como valor esencial para los vendedores de crack de Harlem y su vínculo con el hip hop”, agrega el especialista.

Por su parte, Osvaldo Di Paolo, profesor en la Universidad Austin Peay, en Estados Unidos, y especialista en literatura de géneros, destaca que “el bandolero crea una subcultura, dándoles a los miembros de su grupo elementos culturales que lo redefinen”. El cancionero y la literatura “reflejan las peculiaridades de los miembros de las bandas y pandillas: el bandolero es el héroe, el santo, el ángel del pobre”; no obstante, “estos fenómenos culturales también expresan homofobia y misoginia y en algunas letras la violencia llega al extremo de la estética del gore”.

A finales del siglo XIX el corrido se impuso en México para recordar gestas heroicas y grandes hazañas, pero también para relatar las aventuras de los bandidos, y como ejemplo, el “Corrido de Heraclio Bernal”: “Qué valiente era Bernal en su caballo retinto, con su pistola en la mano, peleando con treinta y cinco”, dice una canción anónima dedicada al célebre salteador de caminos que tuvo en jaque a los hacendados de Sinaloa durante el siglo XIX.

Las vidas de criminales, ficticias o inspiradas en hechos reales, son también fuente de éxitos de la canción del siglo XX, como “Pedro Navajas”, de Rubén Blades, o “Pivete”, la historia de un chico de la calle en medio de las drogas y la violencia, y “O Meu Gurí”, canción que da voz a la madre de un bandido, de Chico Buarque, quien también dedicó las canciones de su Opera do Malandro a traficantes, proxenetas y ladrones.

Pero el narcotráfico es la actividad delictiva que actualmente abarca un mayor espectro en la música desde que el narcocorrido se popularizó en la década de los 70 con Los Tigres del Norte y demás grupos. Pero en los 80, Chalino Sánchez (1960-1992) sentó los precedentes del moderno narcocorrido al descubrir no sólo que a los narcos les gusta que les canten, sino que además están dispuestos a pagar por ello; con el también traficante nacieron los corridos por encargo.

https://www.youtube.com/watch?v=QjCK1yGEoxA

“Los narcocorridos forman parte de una tradición poética popular, la de los antiguos romances de ciego, las baladas de crímenes y bandoleros, o de ajusticiados”, señala el antropólogo mexicano Enrique Flores, autor de “Rimas malandras: del narcocorrido al narco rap” (2013).

El rap, destaca Flores, ha desplazado al corrido en los gustos del público narco. Los nuevos compositores tienen su modelo en Cano y Blunt, raperos mexicanos que componen a pedido de narcos y exaltan a los capos y sus crímenes: “Gente que pesa, gente que te vuela la cabeza; ándate con cuidadito o de balas te atraviesan2, o incluso ponderan los méritos de personajes como Metro 3, jefe de sicarios que tiene “toda su gente lista a cualquier horario”.

Narco rap: voceros, mensajeros… sicarios de la rima

Cuando Big Los fue deportado de Texas a la fronteriza Matamoros, Tamaulipas, en 2015, estaba preocupado. Había lanzado un tema de rap unos meses antes, “Alto calibre”, glorificando a un narcotraficante apodado El Chilango, un miembro encarcelado del Cártel del Golfo. El hombre tras las rejas había sido una figura importante en la ciudad de Reynosa.

Big Los es conocido en el rap de la frontera por su voz áspera, los videos musicales llenos de armas y demás referencias al narco y por su físico, que pareciera reminiscencia de Big Pun o Notorious B. I. G. Al llegar deportado a Matamoros, Big Los sintió que sería un blanco para la el grupo rival que controlaba la ciudad, así que dijo que llamó a alguien relacionado con el cártel.

“Le dije: ‘No me siento cómodo en las calles, hombre, todo el mundo parece conocerme”, relató en Big Los en febrero de 2017. “‘No quiero que me recojan porque le hice una canción a un tipo de allí, ‘y hay una guerra interna entre ustedes’”.

El rapero no era un extraño en Matamoros: nació ahí antes de que su familia emigrara ilegalmente a Brownsville, Texas, cuando era niño. De adolescente, cuando crecía en una parte áspera de Brownsville, vendió drogas y finalmente terminó en la cárcel. Después de su liberación, encontró la música rap y la usó como una forma de salir de las calles.

Mientras muchos raperos ven el dinero y la fama que proviene de su música como un escape de las dificultades de sus vidas, el rap de narcóticos es una excepción. La característica principal del subgénero hip-hop en español es que los narcotraficantes pagan a los raperos para hacer canciones sobre sus vidas, llamadas “dedicatorias”, invitando así a la miseria. Big Los, uno de los pioneros del rap narcotráfico, admite que recibe regularmente amenazas de muerte a través de las redes sociales de personas que afirman ser contrarios.

Esta tendencia, como modernización del corrido hacia otras vertientes, ha florecido en el rap, específicamente en lo que se refiere al cártel del Golfo, entre Texas y Tamaulipas. Pero el narco rap se está extendiendo rápidamente a otros grupos criminales en todo México, como Los Zetas y el Cártel de Sinaloa, y el MS-13 en El Salvador. También ha aparecido en las comunidades de habla hispana en los Estados Unidos con canciones de narco rap en inglés para Los Reyes Latinos en Chicago y los Sureños en Los Ángeles.

Big Los ha dicho en reiteradas ocasiones que él no pertenece al Cártel del Golfo, es más, que ni siquiera conoce a los protagonistas de sus canciones; simplemente lo contactan vía electrónica explicando lo que quieren la canción diga, corrobora que las canciones son aprobadas por los jefes del cártel y les pone precio.

Así, el corpulento rapero cobra alrededor de 3 mil dólares por canción y otros 3 mil si el cliente quiere un videoclip. Él es el mejor pagado, ya que 5050, asesinado en 2019, cobraba 500 dólares por canción, y Lirik Dog, otro narco rapero de Reynosa, cobra 200 dólares por dedicación.

El rap narco se remonta a la canción “El Tigre” de MC Babo, miembro de Cártel de Santa. Se cree que es la primera dedicatoria para un miembro del Cártel del Golfo, lanzada alrededor de 2009. Aunque Cártel de Santa se ha mantenido alejado del narco rap, el género fue rápidamente retomado por el dúo de hip-hop Cano y Blunt, en Reynosa, y el mexicano Boy en Matamoros, quienes comenzaron la proliferación de dedicatorias alrededor de 2010.

Sonorizando el horror

Cano y Blunt viven en Reynosa, no son narcotraficantes o sicarios, sino raperos que viven de componer canciones para los narcos. Su narco rap idealiza los asesinatos, a los capos y la guerra contra el Ejército y los federales.

Alejandro Coronado (Cano) y Mauro Vázquez (Blunt) están en sus veintes, ambos con la cabeza rapada. Antes trabajaban en plantas maquiladoras automotrices, pero los tiempos han cambiado: ahora tienen coches de lujo, admiradoras y fama en las calles.

El primer gran éxito de Cano y Blunt, “Reynosa maldosa”, ilustraba los crecientes niveles de violencia relacionada con el narcotráfico en esta ciudad de medio millón de habitantes.

https://www.youtube.com/watch?v=kQJqN8AF5S8

Las versiones de estudio de algunas de las canciones de Cano y Blunt, como “Comandante Poli”, están mezcladas con sonidos de ametralladora y explosiones.

En una de sus últimas composiciones rinden tributo a otros de los líderes locales del cártel del Golfo y se refieren a los sicarios de la banda como “guerrilleros”.

Y es que pese a las macabras imágenes que ofrece la guerra contra el narcotráfico en México y entre cárteles, para muchos jóvenes, los líderes de estos grupos delictivos son verdaderos héroes locales. Eso se debe a que los narcos y sicarios “exitosos” parecen representar el triunfo de los pobres frente a los ricos y frente a un gobierno que, dicen, se ha olvidado de ellos.

Y el trap se mezcló con los corridos

Poco a poco el trap se apodera de la música urbana. La tendencia que inició en Atlanta ha creado microgéneros en todo el mundo. Hoy, las ramas incluyen desde interpretaciones específicas de cada idioma como trap en español, germano o árabe, hasta movimientos rítmicos experimentales como funk trap, trap and bass, o incluso trap para flotar. Ahora hay otra nueva versión haciéndose escuchar, inspirada por la vida en el norte de México y en la frontera con Estados Unidos: el trap corrido.

Aunque la idea del trap mezclado con el corrido parece improbable, para los pioneros en el género, como el dúo La Plebada y el Grupo Codiciado, que recientemente con la estrella emergente del trap Gera MX, la combinación de los dos estaba destinada a suceder.

Después de todo, como señalan los raperos detrás de La Plebada, Fntxy y Cozy Cuz, al crecer en Los Mochis, Sinaloa, los corridos y el hip-hop estaban en todas partes. Fntxy, de 29 años, dijo en entrevista con For the Record que escuchar los corridos de su abuela es su primer recuerdo musical; los corridos están en su sangre. Pero como no podía cantar, “tuvo que rapear”. La fusión de los dos géneros fue algo natural para el dueto. “Un día grabamos con una guitarra, al día siguiente con un beat y al día siguiente inventamos un género que no existía”, nos dijo Fntxy.

Para el Grupo Codiciado, de Tijuana, la decisión de combinar el corrido con el trap fue mucho más deliberada. Colaborar con Gera MX les dio la oportunidad de superar los límites creativos del corrido. Erick Aragón, el vocalista de 26 años, originalmente fundó Grupo Codiciado porque los grupos de corrido más tradicionales en los que estaba tocando no le permitían experimentar con el género. Cuando se enteró de que su colega, Gera MX, no sólo era un fanático del corrido, sino que estaba dispuesto a colaborar, se acercó a él. Después de lanzar algunas ideas en WhatsApp, se fueron al estudio para grabar “Ahí les va”.

Tanto el trap como el corrido son “géneros de la calle”, dice Aleman. El rapero, oriundo de Cabo San Lucas, Baja California Sur, prefiere combinar los dos mediante la superposición de ritmos de trap con letras que se inspiran temáticamente en el corrido, mientras describe la vida en el norte de México. Apropiadamente, el video musical de su single “Rucón” presenta una estética inspirada en el corrido. Vestido con camisas abotonadas, sombrero tejano y botas vaqueras, Aleman rapea “esto es 100% México” a un tradicional ritmo de trap pero a ratos con la letra de “Pacas de a kilo”, de Los Tigres del Norte.

La sicaria despedida con narco rap

En enero de 2020, tras un enfrentamiento fue abatida María Guadalupe López Esquivel, conocida como La Catrina, presunta líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Michoacán.

Luego del enfrentamiento registrado en Aguililla entre integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación y elementos de la Guardia Nacional y de la Policía de Michoacán, y el sábado 18 de enero se hizo pública una canción en memoria de La Catrina, en la que se hace mención sobre la emboscada a los policías municipales y sobre cómo vivía entre lujos.

La canción fue subida por el canal JR Rap Music, el cual se dedica a subir canciones de ese mismo tipo hablando de la narcocultura, y claro sobre el famoso cártel de las cuatro letras, el canal actualmente consta de 113 subscriptores y tiene al menos 30 temas subidos a su canal.

https://www.youtube.com/watch?v=B-bRnYzyZPk

Juanito Pistolas, niño sicario

Juanito Pistolas tenía 16 años de edad cuando fue abatido por la Policía de Tamaulipas en un enfrentamiento. El menor fue uno de los siete presuntos criminales abatidos el 27 de agosto del año pasado.

Eran integrantes de la Tropa del Infierno, brazo armado del Cártel del Noroeste (CDN).

Juanito Pistolas había sido detenido por la Fuerza Tamaulipas en 2015, pero fue puesto en libertad por tener en ese entonces 13 años de edad.

La foto del niño sicario comenzó a difundirse tras el enfrentamiento, al quedar decapitado debido a las ráfagas de disparos que intercambiaron los integrantes del Grupo de Operaciones Especiales del Centro de Análisis, Información y Estudios de Tamaulipas (CAIET) y la Tropa del Infierno.

El cuerpo decapitado quedó sobre la parte trasera de una camioneta donde viajaban. Tenía un arma larga con él y a sus costados, hombres que también fueron abatidos.

Juanito Pistolas se sumó al CDN como sicario desde los 13 años, según circula un video en redes sociales. También es llamado como Comandante Chikitín.

https://www.youtube.com/watch?v=8xr8DfxLu2M

Mr. Yosie Locote, el rapero asesinado por el CJNG

En abril de 2018 fue asesinado el rapero tapatío Ramón Conchas, Mr. Yosie Locote, y el móvil fue por pertenecer al Cártel Nueva Plaza, el grupo rival que le disputa el control por la venta de drogas al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Además de rapero, Conchas era señalado por encabezar la pandilla Florencia, que opera en el barrio aledaño a Santa Cecilia.

El rapero, de 42 años, cantaba sobre sus experiencias en la calle y leyendas sombrías y violentas de la vida de la calle sobre beats de G-funk.

La madrugada del 20 de abril de 2018 fue localizado en las calles de Tetlán Río Verde, donde su pandilla opera. Las autoridades confirmaron que le clavaron una cartulina con un mensaje amenazante al cuerpo.

QBA, MC y narcopozolero

Antes de los 18 años de edad, Christian Omar “N”, QBA, se integró al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) como narcomenudista y halcón, según el reporte de inteligencia de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Jalisco.

El rapero formó parte de una pandilla y ahí se asoció con un sujeto apodado El Diablo para asaltar a transeúntes. Su forma de asaltar siempre fue con uso excesivo de violencia y amenazando a las víctimas con armas de fuego.

Christian Omar y su cómplice fueron reclutados por una célula del CJNG en Tonalá para disolver en ácido los cuerpos de dos hombres, tal como lo hizo en 2018 con los cadáveres de los estudiantes de cine Javier Salomón, Daniel Díaz y Marco Ávalos.

QBA no tenía un empleo fijo, dejó la secundaria inconclusa y ya era padre de un niño. Por sus actividades como “pozolero”, el CJNG le pagaba un salario semanal de tres mil pesos. Las letras en las canciones de QBA hacen apología del delito y lo que él describe es su realidad y la de miles de personas en los barrios más marginados del país.

Mientras, niños y jóvenes seguirán consumiendo narcocultura, idealizando la vida malandra, en tanto estos artistas siguen cantando sobre y para los narcos, todo ello mientras los grupos de la delincuencia organizada siguen sembrando más y más cadáveres en este país y esparciendo más sangre, violencia y corrupción.