Agencias/La Voz de MichoacánMéxico. Seguimos en cuarentena pero afortunadamente hay mucho que jugar. Esperamos que las recomendaciones del staff de LEVEL UP te hayan servido para pasar un momento ameno dentro de casa y continúes tomando precauciones ya que recientemente se anunció que el periodo preventivo como medida para evitar el contagio por coronavirus (COVID-19) se ha ampliado. https://www.youtube.com/watch?v=RhnhRfTzRnw&feature=emb_logo Primero, Pedro Cesari nos invitó a la granja con Stardew Valley, Mardokeo Galván revivió el género Beat em' up con Castle Crashers; Luis Sánchez nos compartió uno de sus juegos favoritos, Kingdom Under Fire: The Crusaders; Daniel Laguna nos habló de Tetris, el clásico por excelencia y, recientemente, Víctor Rosas apostó por la velocidad con Horizon Chase Turbo. Como mi recomendación, quiero hablarles de Okami, un juego que me intereso en un principio por su envoltura a la japonesa pero me conquistó por su alto contenido de calidad y hasta la fecha, considero este título un acercamiento directo al arte digital y un derroche de creatividad que no envejece con el paso del tiempo. Antes de comenzar, es interesante recordar el fenómeno mediático que causó Okami tras su lanzamiento para PlayStation 2 en 2006. Este título desarrollado por Clover Studio y publicado por Capcom fue todo un éxito ante la crítica, otorgando a la versión original de 93 en Metacritic. Este reconocimiento fue opacado por sus bajas ventas, hablamos de 600,000 copias vendidas desde su lanzamiento hasta marzo de 2009. Su fracaso comercial fue tal que en 2010, Okami fue condecorado con el premio al “Título ganador al juego del año con menor éxito comercial” en los Records Guinness. De hecho no fue el único premio fuera de lo común que recibió de parte de Guinness Ya tenemos un contexto del panorama que vivió el Okami, ahora toca hablar sobre lo que hace tan especial a esta obra maestra de Hideki Kamiya. El concepto de Okami se inspira en el folclor japonés para crear una historia original que retoma historias clásicas del país del sol naciente. Todo comienza cuando Nippon, nombre de la tierra en la que se desarrolla el juego, es invadida por el demonio Orochi. Esto ocurre durante el festival celebrado en la aldea Kamiki. Ahí, Orochi elige como sacrificio en su honor a Nami, una joven doncella de la que el héroe Nagi está enamorado. Con la intención de salvar a su amada, Nagi decide enfrentar solo al espíritu maligno, sin embargo, no pudo soportar el poder de la serpiente de ocho cabezas. En el momento justo que Orochi terminaría con la vida de su rival, aparece Shiranui, un lobo blanco que se había visto en las cercanías de Kamiki unos días antes de la invasión del demonio. Tras una encarnizada pelea, Shiranui lanzó un misterioso aullido que apartó las nubes y dejó ver una brillante luna creciente en el cielo. De inmediato, Nagi recuperó sus fuerzas y selló a Orochi con ayuda de la espada Tsukuyomi. Al final, Shiranui se quedó sin fuerzas y murió en la aldea Kamiki debido a la sangrienta batalla. Tras 100 años de estos sucesos, un misterioso personaje decide adentrarse al santuario donde Orochi permanece sellado para demostrar que la historia es falsa. Este individuo decide romper el hechizo y de inmediato todo el lugar se llena de energía maligna. Pronto, el ambiente en el aire se distorsiona y antes de que la estatua en honor a Shiranui construida en Kamiki sea dañada, Sakuya, el espíritu del bosque, bloquea el ataque. En ese instante, Sakuya le da vida a la estatua y surge Amaterasu, diosa del sol y reencarnación de Shiranui, quien en compañía del pequeño artista Issun comenzarán una aventura en búsqueda de las 13 bestias celestiales. De esta forma, Amaterasu conseguirá los poderes del pincel celestial y podrá enfrentar a Orochi una vez más, como hace 100 años. Okami es uno de esos juegos que si te capturan desde el principio no podrás olvidar por el resto de tu vida. Su dirección de arte es sublime, el uso de cel-shading dota al apartado visual de una apariencia similar a un pintura en acuarela. Trazos gruesos que simulan tinta, colores colores diluidos y una apariencia fibrosa similar a la textura de los papiros atrapan perfectamente una artística que se manifiesta un festín de color y elementos visuales dignos de una pintura. Todo esto en conjunto nos entrega postales de paisajes e imágenes increíbles que podríamos enmarcar sin problemas en un cuadro.