Notimex/La Voz de Michoacán México. Leyendo en el Metro el libro de El amigo, de Sigrid Nunez, entre la estación Chabacano y Viaducto, una mujer desconocida me dijo a bocajarro y sin meditar mucho en la distancia: "Y el libro, ¿le dice algo? Es decir, ¿le está dejando un mensaje positivo?". Le dije que no, que el libro que leía era todo, menos positivo. El amigo podía ser todo, menos amable con el lector. La trama va sobre una escritora que se hace cargo del perro Gran danés de su amigo y mentor que acaba de suicidarse. A través de anécdotas literarias y hablando sobre las vidas de diversos escritores y escritoras, Nunez no sólo explora la premisa de su trama, el suicidio, sino que por medio de distintos tópicos en los que el género femenino interviene como una pieza fundamental, como el centro desde donde se mueven sus opiniones sobre la dominación masculina y los exabruptos de pensadores que teníamos por brillantes, pero que a la luz de una nueva era resultan machistas y superados por el tiempo. El Gran danés que la protagonista hereda puede considerarse un motivo por medio del cual la escritora explora la relación entre los seres humanos y los animales, las obras que han abordado dicho tema y los bemoles que al hacerlo encuentra para quedarse con él. El amigo es una novela que recuerda los ejercicios reflexivos contemporáneos —por la explotación de la hipertextualidad— de otros escritores como Tabucchi, LeCarré, Sebald, donde el papel del escritor se difumina entre la trama y el ensayo, entre un texto que parece biográfico y a la vez insinúa su propia falsedad. Finalmente, el escritor de alguna forma se autoficciona para escribir ficción creíble, o al menos Nunez lo hace de manera convincente. La escritora estadunidense nos entrega una novela ágil que mantiene al lector sobre un melodrama que se bifurca, no por las historias que abarca, sino por los pensamientos y divagaciones que acompañan a los personajes principales, que a la vez se minimizan sin dejar a la deriva la trama. El amigo logra ser un catálogo de vanidades literarias y también un ejercicio concienzudo del papel de la literatura en la vida del escritor. Dicho papel no es fácil de sobrellevarse, pues puede ser un fardo aplastante; tal vez por eso declare en uno de sus momentos memorables una cita de Simone Well: “Cuando tengas que tomar una decisión en la vida, acerca de lo que deberías hacer, haz lo que más te cueste...”.