Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En Michoacán persiste una gran brecha de género en el tema laboral y las condiciones de ocupación suelen ser menos favorables y sectorizadas para las mujeres. De las más de 813 mil michoacanas trabajadoras en la entidad, apenas el 7.7 por ciento percibe un ingreso mayor a los tres salarios mínimos, mientras que prácticamente la tercera parte (30 por ciento) de ellas aspira a un salario mínimo o incluso menos. En medio de los discursos emitidos las cúpula política y empresarial al emprendimiento y la inclusión de las mujeres, y encabezados buena parte de ellos por hombres, las estadísticas de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI reflejan una realidad compleja que sigue vigente. Foto: Especial De acuerdo con los datos levantados por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al corte del tercer trimestre de 2021, sólo el 3.9 por ciento de las mujeres económicamente activas son jefas de su propia empresa o negocio, mientras casi la cuarta parte trabaja por cuenta propia, principalmente en temas de ventas como minorista; están, por ejemplo, las ‘nenis’, emprendedoras que en medio de la pandemia encontraron en las redes sociales un nicho de mercado para vender diversos productos de catálogo o elaborados por ellas mismas. La ENOE detalla que de los 2 millones 125 mil personas que componen la población ocupada en Michoacán, poco más de 813 mil son mujeres, es decir, 38 por ciento. Del lado de los hombres son un millón 312 mil en la fuerza de trabajo, el equivalente al 62 por ciento. Este dato refleja, de entrada, que persiste una marcada diferencia entre la cantidad de hombres y mujeres laborando, pese a que en Michoacán hay alrededor de 137 mil féminas más. TRABAJOS PARA MUJERES Cuestiones como los roles de género y menos oportunidades laborales siguen marcando esta amplia diferencia, a la cual habría que sumarle la brecha salarial de género. De acuerdo con el salario de cotizantes formalmente registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el promedio salarial para los hombres es de 11 mil 251 pesos al mes, mientras que el de las mujeres es de 9 mil 745 pesos; es decir, los varones ganan un 15 por ciento más, lo que significa que tienen mejores empleos o con niveles jerárquicos mayores. El ejercicio del INEGI también muestra que las mujeres tienen una presencia relevante en el sector comercial y servicios sociales, pero en cambio, dentro de la industria, la manufactura y la construcción su presencia es tres veces menor; también en el aparato de Gobierno y la burocracia suman 42 mil mujeres empleadas contra más de 51 mil varones; en servicios corporativos, financieros y profesionales. son 66 mil hombres contra 45 mil michoacanas desempeñándose en este sector. ‘ESPACIO SE HA GANADO PULSO’ “En muchas ocasiones si se menosprecia y se minimiza el trabajo de las mujeres, incluso todavía existe esta idea de que si tú tienes cierto puesto en un trabajo se lo debes a alguien”, refiere sobre el tema Tsitsiki Hernández Estrada, activista feminista y licenciada en Letras y Derecho, ambas carreras por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Explica que esta idea de la mujer no apta (o menos apta) para la generalidad del trabajo, se perpetúa, persiste en el consciente y en inconsciente de la sociedad, especialmente de los hombres en puestos de decisión y poder, que siguen buscando estas oportunidades para ‘promover’ mujeres a cambio de ‘favores’. Muchas de estas conductas pasan desapercibidas y si se denuncian no siempre se sancionan y hasta revictimiza a las mujeres, que en incontables entornos de trabajo siguen siendo tratadas como trabajadoras de segunda categoría a las cuales se considera que se les hace un favor al contratarlas. Reconoce que ha habido avances en la materia, más a pesar del sistema que gracias al mismo, un avance que si se ha ganado ha sido a pulso por parte de las mismas mujeres en espacios públicos y privados. “Pienso que tiene que ver con el nivel de estudio, que para muchas de nosotras se está normalizando estudiar, el cuestionarnos si queremos casarnos a temprana edad; incluso también la misma familia te ayuda a seguir estudiando y eso nos hace ganar espacio en las universidades y, por ende, también en los trabajos”, concluyó.