Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. El avance tecnológico ha conectado a personas en distintas partes del planeta, permitiendo una interacción como nunca antes a pesar de la distancia gracias a las opciones de mensajería, videollamadas y las publicaciones compartidas en redes sociales. De forma paralela, esta conectividad ha incidido en una problemática cada vez más común: el ciberacoso. Según cifras del INEGI, con respecto a un estudio realizado entre 2019 y 2020, una de cada cuatro mujeres en Michoacán es víctima de esta problemática, en donde la insinuación sexual y relaciones sentimentales ocupan un lugar preponderante, con por lo menos la tercera parte de los casos. ‘FANTASMA’ DEL PASADO María es mujer del interior del estado que se trasladó a la capital michoacana para estudiar la universidad. Más allá del ajetreo propio de la época estudiantil y enfrentarse a una ciudad nueva, su vida transcurría en una cómoda tranquilidad, hasta que un “fantasma” de su pasado la acechaba y a acosaba mediante a Internet. “Me comenzaron a agregar algunas personas por medio de Instagram, gente que no conocía... ni siquiera se veían como perfiles que fueran verdaderos, vaya. Se me hizo curioso, pues no subo casi contenido y muchas veces hasta borro fotos que ya no me gustan, no es como que la tenga muy activa (la cuenta) y sólo comparto historias”, narra la joven. Las ‘historias’ son un formato de contenido que permite Instagram a sus usuarios, mediante los cuales se pueden compartir fotos o videos cortos que duran visibles 24 horas; se pueden segmentar por grupos (como mejores amigos, para que otras personas no las vean) y se considera un tipo de contenido más personal, que suele compartirse principalmente con los conocidos. Por mera seguridad nunca contestó los mensajes ni agregó a los perfiles. Pero las solicitudes continuaban y empezaron a llegar algunos mensajes: “hola, ya sé dónde trabajas”. “Fue en ese momento que capté de quién se trataba, o al menos lo intuía; pero yo estaba segura que lo tenía bloqueado desde hace años”. María, a quien obviamente se llama así para evitar dar a conocer más datos personales, tuvo una relación tormentosa durante su último año de preparatoria. Empezó con una especie de control sobre mí, ¿sabes? Quería que yo lo siguiera a todos lados y me hablaba de cómo debía ser una mujer sumisa para que los hombres se fijaran; la verdad en ese momento sólo pensaba que sabía que la relación estaba condenada a terminar pronto, pero estaba chava, no veía más allá de eso”. Siguieron agresiones verbales y psicológicas, humillaciones, mentiras. Finalmente, los golpes. “Terminé con él, intentó acorralarme un tiempo. No me vine a Morelia para escapar de esa relación, pero sí consideré que era un respiro después de ese episodio”. Las marchas feministas, los mensajes en redes sociales y el discurso de equidad le confirmaron que había sido víctima dela violencia machista, esa que muchas veces está normalizada, especialmente en algunas poblaciones del interior, donde las costumbres parecen más fuertes que la razón. Yo les explicaba a mis amigas y prácticamente me decían que era mi culpa... o que era normal. Con el tiempo uno comprende y aprende: no es normal y la violencia nunca tiene que serlo”. A más de seis años distancia, ese “fantasma” de su pasado había vuelto. “Ya no te hagas, sé dónde estás, te quiero ver”, continuaron los mensajes privados que recibía mediante Instagram. Denunció y bloqueó y terminó restringiendo su perfil. Pero los mensajes continuaron por Facebook. “Confirmé que era él, hasta había subido algunas fotos de cuando yo era niña. Denuncié a Facebook, pero me dijeron que no podían hacer nada porque el contenido no infringía sus reglas. Cerré mi cuenta por unos días”. Algunos antiguos amigos y amigas con los cuales no había interactuado en bastante tiempo de pronto empezaron a buscarla, a preguntar en dónde vivía, a qué se dedicaba, si se acodaba de su exnovio. “No pude tener cerrada mi cuenta mucho tiempo porque hasta por trabajo se necesita... tenía más mensajes”. “Ya sé dónde vives, vamos a vernos, qué te parece”. ¿Y tus amigos? “Nunca me creyeron que me golpeaba, insistían que lo viera... y no... no es buena persona, es alguien con quien no quieres ya ni ver ni saber nada y que tampoco sepa nada de mí. Es obvio que me estuvo ‘stalkeando’ (espiando en redes sociales)... fingía saber... pero lo que aprendí es que nunca se puede ser demasiado precavida”. María había sufrido aventones, arañazos, golpes y hasta la humillación, pues su exnovio se encargó de contar una serie de historias y mentiras para que, “me advirtió, nadie quisiera andar conmigo”, porque “sólo él podía estar conmigo”. El caso de María es uno entre miles. Reconoce que no hubo denuncia porque ni siquiera en un principio sabía que la conducta de su exnovio era tipificable como delito. Ahora no está segura, de momento prefiere simplemente mantener la distancia, blindar sus redes sociales e incluso dejar amistades en común que pudieran darle alguna pista a su antiguo agresor. EN MICHOACÁN 1 DE CADA 4 MUJERES SUFRE ACOSO De acuerdo con las cifras del módulo de Ciberacoso del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), una de cada cuatro michoacanas sufre este tipo de violencia en Michoacán. Mujeres que son acosadas por la vía digital, principalmente en temas de pareja y violencia sexual aprovechando las herramientas que la tecnología y las redes sociales facilitan. No son las únicas, ciertamente. Los hombres son acosados en un porcentaje similar (25 por ciento), sin embargo, la dinámica de las agresiones es muy distinta: la situación de ciberacoso más frecuente que experimentaron las mujeres fueron las insinuaciones o propuestas sexuales (36 por ciento), mientras que en el caso de los hombres fue el contacto mediante identidades falsas (37 por ciento). En ambos casos, el acosador es mayoritariamente un hombre. Las cifras del INEGI colocan a Michoacán entre las siete entidades que más sufren de esta problemática, situación que llama la atención pues no se trata de los estados con mayor conectividad ni en que los usuarios dedican más tiempo a la Internet. Las situaciones experimentadas con mayor frecuencia por parte de las mujeres que han vivido ciberacoso fueron: recibir insinuaciones o propuestas sexuales (36%), contacto mediante identidades falsas (33%) y recibir mensajes ofensivos (33%). El estudio también revela que las mujeres entre 12 y 39 años son las que mayoritariamente son víctimas de esta problemática, en un 58 por ciento, que coincide con los rangos de edad más jóvenes, que son quienes usan estas plataformas, aunque no las únicas. En 58% de los casos de ciberacoso no se identificó a las personas acosadoras, en 24% se logró detectar solo a personas conocidas, mientras que en 18% se identificó tanto a personas conocidas como a desconocidas. De la población de 12 años y más que fue víctima de ciberacoso durante los últimos12 meses y pudo identificar el sexo de su o sus agresores, 60 por ciento se trató de hombres agredidos por hombres y 53 por ciento de mujeres agredidas por hombres. No obstante, aún aquellos casos donde el agresor presuntamente se identificó como mujer o no se logró identificar, se tiene la tendencia de que son, en buen porcentaje, varones.