Madrid, España. El problema no era el castellano. Promovidos por el hastío y el desencanto del eterno fracaso, España rompió este año con su tradición eurovisiva. Atrás quedaron 55 años en los que el español fue el idioma en el que artistas como Massiel, Salomé, Raphael, Julio Iglesias, Karina o Mocedades consiguieron triunfar en Eurovisión con canciones que, también después del certamen, se convirtieron en un éxito internacional. Pero tras repetitivas debacles y fracasos, el castellano ha comenzado a verse como un gran problema, el supuesto lastre que impide que España alcance la gloria en Eurovisión. Por ello, TVE aceptó este año enviar un tema íntegramente en inglés, el primero de su historia, para intentar poner fin a ese tortuoso camino por el desierto en el que se ha convertido Eurovisión para España. El experimento funcionó a medias. Barei, que cantó "Say Yay!" durante la gran final celebrada en el Globe Arena de Estocolmo, sólo pudo ser vigesimosegunda tras renunciar a incorporar el castellano en su canción. La representante española fue la decimosexta en las votaciones del jurado y sólo la 23 de 26 en el televoto. Su resultado empeora incluso el cosechado por Edurne el año pasado con "Amanecer", interpretada íntegramente en castellano. Y todo pese a que Barei ofreció una actuación muy enérgica, optimista y en la que la representante española estuvo vocalmente impecable. Pero no funcionaron los golpes de efecto que la artista ideó para atraer el voto de los europeos. Tampoco su famosa caída a mitad de actuación, uno de los momentos más comentados de la noche. La sorpresa llegó hacia el final del primer estribillo, cuando la cantante realizó un giro que la desequilibra y acaba cayendo. A partir de entonces, tres segundos intensos, eternos, desconcertantes. La música se detuvo en un estadio donde, totalmente a oscuras, sólo se escuchaba la respiración entrecortada de la artista. Un foco la buscó entre el gran vacío y Barei reapareció en el suelo, con gesto nervioso y dubitativo. Y entonces, siguió cantando a capella el tema e incorporándose con fuerza para transmitir el mensaje de superación que destila la letra de su tema. La española terminó su actuación en el satélite del escenario para bailar junto a los fans en un mar de banderas y gritos de apoyo. Su interpretación fue, sin duda, una de las más aplaudidas de la noche por el público. Para su participación en Eurovisión, Barei optó por un vestido camisero corte trapecio en pallet de lentejuelas doradas del diseñor Raúl Amor. La prenda, elegida tras muchas dudas a lo largo de la semana, llevaba impreso también un "tres", su número de la suerte. Una superstición que no surtió gran efecto a tenor del resultado obtenido. Quien sí tuvo la suerte de su lado fue la ucraniana Jamala, que se alzó con la victoria cuando la noche parecía inclinarse a favor de Australia. Ucrania vence en su regreso al festival después de que el año pasado abandonara el concurso por los problemas políticos y económicos derivados de su enfrentamiento con Rusia por la península de Crimea. Y precisamente esta confrontación es el pilar sobre el que se construye "1944", la canción ganadora. Una balada dedicada a los tártaros de Crimea que sufrieron deportaciones masivas aquel año por orden del estalinismo. La propia cantante, como gran parte de los tártaros de esta zona, nació en la república centroasiática de Kirguizistán, donde sus familiares fueron reubicados. Tras la independencia de Ucrania de la URSS en 1991, regresó junto con su familia a la península de Crimea, que hace dos años fue anexionada por Rusia tras un polémico referéndum no reconocido por la comunidad internacional. Pese a que Rusia protestó oficialmente al entender que la canción violaba la norma que no permite temas con contenido político en el concurso, Ucrania logró el visto bueno de los organizadores y finalmente ha conseguido alzarse con el triunfo. Mientras, el representante ruso Sergey Lazarev, que ganó el televoto, sólo pudo quedar segundo por los malos resultados obtenidos por el jurado. Australia ganó la votación de los expertos y durante parte de la ceremonia se vio como ganadora gracias a la la voz de Dami Im y la fuerza arrolladora de su balada "Sound of silence". El televoto, sin embargo, la colocó finalmente segunda. Bulgaria, que regresaba al festival tras dos años de ausencia, obtuvo su mejor resultado histórico gracias al cuarto lugar de Poli Genova y la anfitriona Suecia mantuvo su buen pulso en el festival con un digno quinto lugar. Para el Big5, como ya es habitual, hubo suerte desigual: Francia volvió a los puestos de cabeza gracias a Amir y su contagiosa "J'ai cherché", mientras que Italia y Reino Unido se hundieron. Alemania, además, volvió de nuevo a quedar última. Petra Mede y Måns Zelmerlöw fueron los encargados de presentar, derrochando carisma y grandes dosis de humor, una gala de Eurovisión que por primera vez se emitió en directo en Estados Unidos. El show contó incluso con la actuación de una gran estrella internacional. Justin Timberlake presentó junto a su banda en directo su nuevo single, "Can't stop the feeling". El Globe Arena, que acogió a más de diez mil espectadores, se entregó al norteamericano en una actuación que, probablemente, acabará convirtiendo este intermedio en uno de los más recordados de la historia del festival. Con información de ABC.es.