El Universal/La Voz de Michoacán EUA. Queen comenzó a levantar vuelo al poco tiempo de formarse, a principios de los 70, y Freddie Mercury no tardó en convertirse en un sex symbol. Todas las mujeres querían algo con él y él les devolvía la gentileza. Estaba en sus 20 y todavía no se hacía cargo de su atracción por los hombres. Solíamos reunirnos por el barrio de Kensington, famoso, entre otras cosas, porque siempre había chicas lindas. Una de ellas fue Mary Austin", contó en el documental Days of our livesBrian May . El guitarrista de Queen fue el primero en "descubrir" a esa joven rubia, de ojos claros y lookeada a la perfección con el estilo boho que caracterizaba a las groupies del brit rock de los 70. Mary los había ido a ver tocar en un show en el Imperial College. La conocí en un recital y como era muy tímido no me animaba a acercarme a ella. Salimos un par de veces, pero ella también era tímida así que nos despedíamos con un beso en la mejilla y nada más. Freddie me dijo que le gustaba así que decidí presentarlos. Creo que lo de ellos fue amor verdadero", dijo el músico. Pero los comienzos no fueron tan sencillos. Según contó Mary Austin, ella no creía que él estuviera tras sus pasos. Convencida de que se le acercaba interesado por una amiga suya, lo rechazó sistemáticamente durante seis meses. Freddie decidió ir al grano y la invitó a salir para festejar su cumpleaños número 24, el 5 de septiembre de 1970. Otra vez recibió un no. Pero, aunque introvertido, Freddie siempre supo cómo conseguir lo que quería: insistió, y al día siguiente logró que la bella Mary lo acompañara a ver a Mott the Hoople, banda que Queen teloneó en sus albores, en el club Marquee del SoHo. Cinco meses después de aquella cita, se mudaron juntos a una habitación amoblada por la que pagaban 10 libras por semana, en la calle Victoria, al lado de Kensington High Street. Crecimos juntos. Hicieron falta tres años para que yo me enamorara de verdad. Nunca he sentido lo mismo, ni antes ni después, con nadie. Amaba mucho a Freddie, muy profundamente", dijo Austin en una cita que recupera la biógrafa Lesley Ann Jones. La conexión entre ellos fue total y duró para siempre. "Sabíamos que podíamos confiar el uno en el otro, y que nunca nos haríamos daño mutuamente a propósito", contó. Mary supo entender a Freddie como nadie. Toleró todo lo que significaba estar con una estrella que muy pronto se reveló como un suceso de proporciones globales. A los arranques de furia que le daban cuando algo no le gustaba, desde un jarrón en el lugar equivocado hasta unos tulipanes en el jardín, ella concedía una disculpa con el argumento de que ese "era su estilo". Estuvieron seis años juntos, hasta que la relación se fue en picada. "En los últimos tiempos notaba que algo le pasaba. No era el Freddie que yo conocí. Se sentía incómodo y evitaba verme", relató. Un día, le dijo: "Mary, hay algo que tengo que contarte. Creo que soy bisexual". "No, Freddie, no creo que seas bisexual. Creo que sos gay", respondió Mary Austin. En una entrevista para un documental sobre su vida, Mary admitió que esa revelación, lejos de lastimarla, la alivió. Hasta entonces había estado convencida de que había otra mujer y eso la llenaba de celos. Que fuera homosexual, en algún punto, sólo hizo que su relación cambiara de estado. "Quiero que siempre formes parte de mi vida", le pidió entonces y pronto Mary se mudó a un departamento a pocos metros de la casa de él. La mayor ironía de la vida de Freddie es que, aunque era gay, su relación más significativa fue con una mujer. Había un verdadero amor entre él y Mary. La cuestión sexual no era tan importante como sus lazos emocionales y espirituales", dijo a Lesley Ann Jones el fotógrafo Mick Rock, quien llegó a entablar una estrecha relación con ambos. Freddie siguió mostrándose en todas las recepciones públicas junto a Mary, y ella aceptó ese rol durante años hasta que decidió rehacer su vida. Se casó con Piers Cameron, con quien tuvo dos hijos, Richard, que fue el ahijado de Freddie, y Jamie, que nació poco tiempo después de la muerte del artista. "Love of my life", su balada más famosa y más romántica, fue escrita para ella. Austin también recibió la mitad de su fortuna y su adorada mansión de Kensington, Garden Lodge, el lugar en el que deseaba envejecer pero que lo vio partir demasiado temprano.