El cantautor español José Luis Perales culminó el concierto extraordinario que reunió a todos los fans morelianos deseosos de escuchar en vivo su poesía hecha canción. Tal fue el poder de convocatoria de Perales en Morelia, que el Teatro Morelos (con capacidad para 1330 personas) resultó insuficiente. Para el único concierto programado en la ciudad debieron instalarse filas extras de sillas (que no butacas) para “vender más”. Quizá para ocultar la irregularidad del sobrecupo, se optó por correr del lugar, de manera prepotente, a camarógrafos y reporteros ahí presentes. Un séquito de seguridad obligó a la prensa a salir del lugar con prepotencia digna de guarros de la peor calaña. Si bien el artista trae, como parte de su grupo, un par de elementos de seguridad con acento chilango, la mayor parte de ellos son locales contratados para ahuyentar y dificultar al máximo la labor de los reporteros que querían dar cuenta de la visita del cantautor español más querido en la ciudad. Ellos argumentan que es petición del artista “así son los españolitos” se atrevió a decir uno que resguardaba la entrada. ¿Será de verdad que José Luis Perales sufra delirios de divo peor que los de Luis Miguel? ¿Acaso se dará cuenta de todo lo que sucede a su alrededor? ¿Sabrá de la pésima imagen que le genera el equipo con el que se rodea en México y sus promotores de plaza?