Redacción/ La Voz de Michoacán Ciudad de México.- Todos tenemos cicatrices emocionales, aunque intentemos ocultarlas. Es curioso cómo las heridas que más persisten frente al paso del tiempo no son las heridas físicas. Poco nos importa esa cicatriz en la rodilla del día en el que nos caímos de la bicicleta. Duele más y por más tiempo, esa palabra de nuestra madre o de nuestro padre que se hundió en nuestro corazón, para siempre. Esas son las llamadas heridas emocionales, esas heridas sutiles, invisibles, que dejan sin embargo un terrible castigo y que perduran ya para siempre en nuestra edad adulta. Por lo anterior debes poner más cuidado en tu trato ya que tu hijo puede quedar marcado.