El Universal / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Sin duda, el sismo que se vivió en el centro de México el pasado martes 19 de septiembre fue una experiencia que, seguramente, a nadie le gustaría volver a vivir. Pero, ¿a partir de ese día te asustas con facilidad?, ¿cualquier mínimo ruido te altera?, ¿tienes miedo de salir a la calle? Cuidado, puedes sufrir de estrés postraumático. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, es un tipo de trastorno de ansiedad. Puede ocurrir después de que uno ha experimentado un trauma emocional que implica una amenaza de lesión o de muerte. Los genes, las emociones y el ambiente familiar juegan un papel importante, ya que no todas las personas que se enfrentan a una situación de riesgos desarrollan este trastorno. Los traumas emocionales del pasado pueden incrementar el riesgo de este trastorno después de un acontecimiento traumático reciente. El trastorno de estrés postraumático se considera como el cambio de la respuesta del cuerpo a una circunstancia estresante. "Normalmente, después del evento el cuerpo se recupera. Las hormonas y los químicos del estrés que el cuerpo secreta debido a dicho estrés regresan a los niveles normales. Por alguna razón, en una persona con trastorno de estrés postraumático, el cuerpo sigue secretando las hormonas y los químicos del estrés", aseguran los expertos. Algunos sucesos que pueden desarrollar este padecimiento son: *Una agresión *Accidentes automovilísticos *Violencia doméstica *Desastres naturales *Encarcelamiento *Agresión sexual *Terrorismo *Guerra Los principales síntomas son: la reviviscencia del hecho, lo cual perturba las actividades diarias con recuerdos reiterativos y angustiantes del hecho o pesadillas; la evasión que se traduce como la insensibilidad emocional o sentirse como si no le importara nada; la hiperexcitación que es cuando examinamos siempre los alrededores en busca de signos de peligro, no poder; y por última los pensamientos o sentimientos negativos. Físicamente el cuerpo puede experimentar agitación, mareos, desmayos, sensación de latidos del corazón en el pecho y dolor de cabeza. El tratamiento implica psicoterapia y medicinas. Siempre se recomienda acudir con un médico para evitar un mal diagnóstico.