Sí, todos cambiamos cuando estamos frente al volante y en la mayoría de las ocasiones, no es culpa de nosotros. El que pasemos de Dr. Jekyll a Mr. Hyde depende de factores que, en muchos casos son ajenos a nuestro control: agentes de tránsito, el típico tráiler que se volcó en carriles centrales del periférico provocando un congestionamiento kilómetrico, la señora que se estacionó en doble fila en una callecita de apenas seis metros de ancho, etc. El estrés es, al igual que el aire acondicionado, los aromatizantes que van en las entradas del aire acondicionado, inseparables compañeros de todos los automovilistas y esto es algo que sabe los psicólogos sociales de la London School of Economics and Political Science (LSE). El Profesor: aquel que asegura que los demás saben en qué se equivocan y quiere que reconozcan sus esfuerzos. El Sabelotodo: Cree estar rodeado de inútiles, y por lo consiguiente, se limita a gritarles desde la zona de seguridad de su vehículo. El Competitivo: Siempre quiere ir por delante de los demás y es capaz de cerrar el paso para evitar que lo adelanten. El Justiciero: Le gusta castigar a aquellos que cree que han hecho algo mal y hasta se puede bajar del coche para enfrentarse directamente a quien se haya equivocado. Estos conductores abundan en México. El Filósofo: Acepta los errores de los demás e intenta dar una explicación racional, siempre controlando sus sentimientos. El Evasivo: Considera a los infractores un peligro y los trata de forma impersonal. El Fugitivo: No es aquel que se da a la fuga, sino aquellos que se refugian en su vehículo con música o incluso hablando por teléfono con tal de evitar interactuar con los demás conductores.