Lo que desconocemos del Síndrome de Down

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Foto: Samuel Herrera Jr. Esta mañana niños desfilaron.

Agencias/ La Voz de Michoacán

 

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Ciudad de México. Hoy se celebra el día Internacional del Síndrome de Down pero a lo que más se debe apostar es a conocer sobre este tema ya que a  nivel mundial, se estima que la incidencia de este síndrome se encuentra entre 1 de cada mil y 1 de cada mil 100 recién nacidos. Durante 2017, en México nacieron 401 niñas y 339 niños con síndrome de Down.

El desconocimiento ha provocado que estas personas no sean vistos como lo que son realmente, personas iguales a nosotros. Si bien su proceso de aprendizaje es un poco más lento con terapia y apoyo pueden hacer las mismas actividades o incluso mejor.

¿Qué es el síndrome de down?

El ser humano en su conformación esta constituido por 46 cromosomas, 23 que aporta el hombre y 23 que aporta la mujer. En el caso de las personas que tienen este padecimiento tienen 47, 1 más. Aún no se conoce si es el padre o la madre quien lo aporta. Alteración cromosómica, de cuya existencia tenemos constancia desde 1.500 años A.C. (Rogers y Coleman, 1994).

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Ha ocurrido que, por un error de la naturaleza, el óvulo femenino o el espermatozoide masculino aporta 24 cromosomas en lugar de 23 que, unidos a los 23 de la otra célula germinal, suman 47. Y ese cromosoma de más (extra) pertenece a la pareja nº 21 de los cromosomas. De esta manera, el padre o la madre aportan 2 cromosomas 21 que, sumados al cromosoma 21 del cónyuge, resultan 3 cromosomas del par 21. Por eso, esta situación anómala se denomina trisomía 21, término que se utiliza también con frecuencia para denominar al SD.

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No hay dos personas iguales a pesar de que todas tienen 46 cromosomas; tampoco hay dos personas con SD iguales aunque ambas tengan 47. Su desarrollo, sus cualidades, sus problemas, su grado de discapacidad van a ser muy distintos. La segunda es que no hay ninguna relación entre la intensidad de los rasgos físicos (por ejemplo, la cara) y el grado de desarrollo de las actividades cognitivas. Por muy acusado que sea el SD en la cara, puede que no lo sea tanto en el desarrollo de su cerebro. La tercera es que el progreso en la actividad cerebral no es fruto exclusivo de los genes sino también del ambiente que hace nutrir y progresar esa actividad.

John L. Down llamó al síndrome también mongolismo, conociéndose así durante mucho tiempo ya que en dicha época se creía que la raza mongol presentaba menos evolución, siendo así menos inteligentes también. Debido a este uso, Mongolia presentó una reclamación a la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconociéndose en 1965 la improcedencia del término mongolismo y cambiándose por Síndrome de Down.