El Universal / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Ella: una buena madre, trabajadora, abnegada, discreta, callada, paciente, servicial, sacrificada y además, nunca se quejaba. Prácticamente una santa, una mártir viviente, una víctima de la humanidad. En otras palabras, no era un ser humano verdadero. Muchas veces, detrás de estas características, aparentemente de una mujer fuerte, segura, insensible, resistente, se esconde una de las que llamo enfermedades del siglo, la depresión. Y es que, en el caso de la mujer, existe una mayor predisposición en comparación con los hombres a esta enfermedad por cuatro factores: la pubertad, el embarazo, el posparto y la menopausia. En México alrededor de 10 millones de personas padecen depresión, de las cuáles, al menos una quinta parte desarrolla etapas crónicas de la enfermedad mental, por no ser diagnosticadas a tiempo, causando severos conflictos como autodestrucción, adicciones o el suicidio. Es decir, las personas ignoran que la padecen, ya que la mayor cantidad del tiempo pasan ignorándola o encubriéndola con alguna de las siguientes formas: Evasión: Cree firmemente y asegura que no padece enfermedad alguna. Se muestra como una persona tranquila, segura e independiente; usualmente cuando algo sale fuera de lo que ella pueda controlar, se torna intolerante, agresiva, necia, con una baja tolerancia a la frustración y niega la existencia de problemas personales, así como la facilidad para tener todo en orden, aunque el entorno perciba lo contrario.