Notimex/ La Voz de Michoacán Ciudad de México. Muchos jóvenes y uno que otro adulto muestran sus habilidades en la patineta, y aunque conocen el alto riesgo que implica este juego, se reúnen en el nuevo espacio del Jardín del Arte en el que se diseñó un skate Park. Adolescentes de diferente nivel escolar, o algunos que únicamente se dedican a trabajar, y de diversar colonia y hasta provenientes de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, llegan a ese espacio para sentir la adrenalina de volar sobre sus patinetas. Taire Yefte Serrano Cortés, de 19 años de edad, comentó a Notimex, que viene con sus amigos desde Pachuca, Hidalgo, solamente para patinar aquí, pues le habían comentado mucho este espacio, que ha sido concurrido por conocidos que le recomendaron visitar. “Mi pasión por este juego empezó desde que tenía unos ocho años, cuando mis padres me compraron una patineta pequeña y empecé a practicarlo, lo dejé y ahora lo vuelvo a retomar desde hace unos meses”, expresó Serrano Cortés. Aclaró que cuando empezó sufrió algunos leves accidentes, que provocaron raspaduras en los brazos o piernas, pero de eso se trata, de sentir la adrenalina. https://youtu.be/XBgbBrxj2to Cortés dijo que el riego es que uno puede quebrarse un brazo, un tobillo y fracturas externas, “es a lo que uno se expone, pero sobre todo el costo de la operación cuando se requiere. “Lo que me gusta de este juego es la adrenalina, cuando voy patinando y al brincar haciendo un truco, quedas en el aire, eso para mí es lo máximo”, exclamó el joven hidalguense. Un juego que no solamente puede costar alguna lesión, sino también un costo al comprar la patineta, pues oscilan desde unos mil 500 pesos, hasta los 4 mil pesos, todo depende de la marca. Por lo regular los patinadores le dan mantenimiento a su patineta en desarmarla y luego armarla para verificar que no se hayan barrido los tornillos, y revisar los baleros únicamente, no aceitarlos frecuentemente, si no se desgastan. Óscar, de 29 años, tiene ocho años de practicar la patineta, pues desde niño tuvo la ilusión de aprender, porque en casa de uno de sus primos vio una, pero su abuelita no lo dejaba porque podría sufrir un accidente. “Como a los 20 años empecé a andar en la patineta, porque me restringían subirme a una, hasta que compré una con mi propio dinero y lo más grave que me ha pasado son esguinces”, precisó. El nuevo espacio del skateboard, que para algunos es muy angosto en cuanto al tamaño, ya que en ocasiones han chocado entre uno y otro, contiene rampas y tubos, los necesarios para que los chicos tengan ratos de esparcimiento, ante la mirada de policías que vigilan el lugar y sus alrededores.