AP/La Voz de Michoacán Oregon. Gestionar el último videoclub Blockbuster del planeta conlleva desafíos. El sistema informático debe reiniciarse utilizando disquetes que solo la mánager general, que forma parte de la generación X, sabe cómo usar. La impresora matricial está rota, por lo que los empleados entregan tarjetas de membresía escritas a mano. Y sus transacciones comerciales están registradas en una cinta magnética que no puede sustituirse porque Radio Shack quebró. Pero nada de esto ha evitado que esta humilde franquicia ubicada en una calle comercial de Oregon prospere frente a la competencia de los servicios de películas en streaming. Cuando un Blockbuster en Australia cierre sus puertas por última vez el 31 de marzo, el establecimiento de Bend será el último operativo en la Tierra. "Esto es pura tozudez. No queríamos darnos por vencidos", dijo la manager general, Sandi Harding, que lleva 15 años trabajando en la franquicia y recibe gran parte del reconocimiento por mantenerla viva más allá de su fecha de expiración. "Hicimos todo lo posible para reducir costos y mantenernos relevantes”. En su día, la tienda fue una de las cinco que tenían la pareja formada por Ken y Debbie Tisher en tres localidades del centro de Oregon. Pero el año pasado, el de Bend era el último Blockbuster local que seguía abierto. Su ajustado presupuesto suponía que no había dinero para actualizar la tienda, algo que ahora le está ayudando gracias a la nostalgia que hace que los visitantes primerizos de cierta edad se detengan al verla: techos de palomitas de maíz, luces fluorescentes bajas, estantes metálicos para los videos y el omnipresente logo con forma de boleto azul y amarillo que fue un referente cultural para una generación.