Si escuchas cuetes, hoy se celebra al Sagrado Corazón de Jesús; esto es lo que debes saber

Fue el beato Papa Pío IX quien designó que la solemnidad del Sagrado Corazón se celebraría universalmente el viernes después de la Octava de Corpus Christi cada año

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Para la comunidad católica, la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se conmemora cada año el viernes siguiente a la Octava de Corpus Christi; es decir, ocho días después del Jueves de Corpus. Se trata de una solemnidad; es decir, una celebración del más alto grado para la Iglesia católica, reservada a los misterios más importantes de esa religión.

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Fue el beato Papa Pío IX quien designó que la solemnidad del Sagrado Corazón se celebraría universalmente el viernes después de la Octava de Corpus Christi cada año.

Hoy es el día

En este año, el día del Sagrado Corazón de Jesús se celebra el 7 de junio; es decir, ocho días después del Jueves de Corpus Christi, que en 2024 se conmemoró el jueves 30 de mayo. Ambas celebraciones de la Iglesia católica son movibles; en el caso de la solemnidad de Corpus Christi se celebra 60 días después del inicio de la Pascua, que en el año en curso se conmemoró el domingo 31 de marzo.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús también se conmemora nueve viernes al año: los nueve primeros viernes de cada mes, sin importar cuál sea el periodo, siempre que se tomen nueve meses consecutivos y sin interrupción.

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Santa Margarita María Alacoque

El origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene que ver con la historia de Santa Margarita María Alacoque, una religiosa francesa de la Orden de la Visitación que en el año 1675, durante la Octava de Corpus Christi tuvo una revelación divina que marcó su vida.

Aunque había tenido antes muchas otras manifestaciones divinas, la que tuvo en esa ocasión fue para ella tan especial, que vivió una verdadera transformación: comenzó a destacar entre sus hermanas por su fervor ante el Santísimo Sacramento y por su obediencia en todos los encargos de su superiora, como el ayudar incondicionalmente a las hermanas de la enfermería.

“Me emplearon en la enfermería -escribiría años más tarde Santa Margarita María Alacoque en su libro autobiográfico-, y sólo Dios conoce lo que tuve que sufrir allí. El demonio me hacía caer con frecuencia y romper cuanto tenía en las manos; y después se burlaba de mí, riéndose en mi misma cara, diciendo: ‘Torpe, jamás harás nada de provecho’. Me quedaba con tal tristeza que no sabía qué hacer, ya que con frecuencia me quitaba hasta el poder decírselo a nuestra Madre”.

Santa Margarita María Alacoque buscaba en todo la mortificación: recogía, por ejemplo, los pedazos de pan mordidos que habían caído al suelo, y los llevaba a la cocina para que hicieran con ellos la sopa que ella habría de comer; era común en ella hacer cosas parecidas para vencer su natural aversión a la suciedad y a la poca limpieza.

En cuanto a los trabajos comunes, era ella la primera en acudir, y se daba a ellos con tal entusiasmo que era necesario llamarla a la obediencia para retirarla de la labor. Además, era tan desprendida de todos los bienes materiales, que rechazó una pensión vitalicia que sus parientes quisieron darle.

En sus servicios dentro del Convento de Paray-le-Monial (Francia), llegó a desarrollar un hambre tan insaciable de humillaciones y mortificaciones, que incluso accedió a dejar sin efecto una de las condiciones que su hermano había exigido en la firma del contrato cuando fue recibida en el convento. Ésta consistía en no obligarla a comer queso, pues se trataba de una aversión familiar.

Viendo que no podía vencer esa natural repugnancia a comer queso frente a su Maestra por más que trataba, después de tres días fue ante el Santísimo Sacramento, y ahí estuvo unas cuatro horas llorando y gimiendo para obtener la fuerza de vencerse a ella misma.

“Después fui con mi Maestra pidiéndole por piedad que me permitiera hacer lo que de mí había deseado (comer queso) y lo hice, jamás había sentido tal repugnancia, la cual se renovaba todas las veces que debía hacerlo, sin que por eso dejara de hacer lo mismo durante ocho años”.

¿Pero qué prodigiosa revelación divina llevó a Margarita María Alacoque a desear someterse a esas y muchas otras humillaciones y mortificaciones?

Pues nada menos que ver al mismo Jesús -quien durante dos años se le había aparecido los primeros viernes de cada mes-, pero en esta ocasión se le manifestó señalando su Corazón expuesto, al tiempo que exclamaba:

“He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Este es el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: las revelaciones divinas que Dios hizo a Santa Margarita María Alacoque, a quien le pidió comunicar a todos los hombre y mujeres las Doce Promesas de Su Corazón:

  1. “Daré a las almas devotas todas las gracias necesarias para su estado de vida”.
  2. “Voy a establecer la paz en sus hogares”.
  3. “Voy a consolarlos en todas sus aflicciones”.
  4. “Voy a ser su refugio seguro en la vida, y sobre todo en la hora de la muerte”.
  5. “Voy a conceder abundantes bendiciones sobre todo a sus empresas temporales y espirituales”.
  6. “Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia”.
  7. “Las almas tibias se harán fervorosas“.
  8. “Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección“.
  9. “Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi Sagrado Corazón”.
  10. “Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos“.
  11. Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y nunca serán borrados”.
  12. “A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante 9 meses consecutivos, le concederé la gracia de la perseverancia final“.

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús

Pompeo Batoni pintó en 1760 un cuadro al óleo sobre cobre para la Iglesia de Jesús, en Roma, en el que representó a Jesús mostrando su Sagrado Corazón, y para llevar a cabo la obra siguió lo más fielmente que pudo la descripción de Santa Margarita María de Alacoque.

El corazón

En la Biblia, el amor se relaciona con las entrañas, más aún con los riñones; el corazón, en cambio, se considera sede del entendimiento y la voluntad. ¿Entonces, por qué muestra Su corazón? Porque se adaptó a nuestra sensibilidad. Sabe lo que para nosotros significa un corazón y quiso dar una representación de Su amor.

La corona de espinas

Jesús tenía el cuerpo flagelado por 120 azotes que cayeron una y otra vez donde ya estaba lastimado, provocándole un dolor insoportable, cuando los soldados trenzaron una corona -la Sábana Santa muestra que fue más bien un casco- de espinas. Sabía que se la pondrían con saña en la cabeza, clavándole 50 espinas, causándole un sufrimiento indescriptible.

La cruz

Cabe hacer notar que en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús la cruz está asentada en el corazón. Podía haber estado a un lado, arriba o abajo, pero surge del corazón. ¿Qué quiere decir esto? Que la cruz es fruto del amor.

El fuego

Jesús dijo: “He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12, 49). Las llamas que brotan en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús recuerdan el fuego que ilumina los corazones hacia la fe.