Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. A pesar del riesgo por temblores, actividad volcánica y de otros fenómenos geológicos, Michoacán no cuenta con un Atlas de Riesgos Sísmicos ni sistemas de monitoreo debidamente instalados, tampoco hay organismos o dependencias abocadas de lleno a esta tarea, por lo que los habitantes siguen enfrentando estos fenómenos a ciegas. Ricardo Vázquez Rosas, especialista del Instituto de Investigaciones de Ciencias de la Tierra (Inicit) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), comentó que es “extraña” la ausencia de inversiones estatales y federales para a analizar el comportamiento de los suelos y los riesgos latentes, y es que el comportamiento de los sismos, la intensa actividad volcánica e incluso riesgos de derrumbes por condiciones climáticas, tendrían que ser incluidas en dicho documento. Explicó que por la falta de actualización por parte del Consejo Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred), científicos locales trabajan en la regionalización de los fenómenos y los riesgos. “Actualmente, actualizado no hay un atlas. Es Cenapred el que se encarga de actualizarlos. Con trabajos internos y de aproximación se trabaja en la regionalización sísmica del estado. Eso no es nuevo, es de años. Se está trabajando para que salga a dominio público. El Atlas de Riesgos contempla geomorfología, estructura y sismología, de tal forma que esto es una regionalización”.Ricardo Vázquez Rosas, especialista del Instituto de Investigaciones de Ciencias de la Tierra A poco más de dos semanas de que se retomó el enjambre sísmico en la región del Paricutín, que integra a cuatro municipios, los especialistas explicaron que los datos que se han recabado fueron a través de sismógrafos instalados a decenas de kilómetros de distancia. Aclararon que para identificar o descartar cualquier riesgo por la actividad sísmica o volcánica, se requiere de un mayor análisis y monitoreo de la zona en donde se han detectado 6 enjambres en 20 años y miles de microsismos. Los especialistas del Instituto de Investigaciones de Ciencias de la Tierra explicaron que, de igual forma, cada región y zona del estado tendría que desarrollar su propio Atlas de Riesgos Sísmicos y generales. “Lo que se debe hacer es que no sea un solo atlas, sino que cada ciudad y municipio tenga su propio Atlas de Riesgos de acuerdo con las zonas en las que estamos ubicados. Nos llama la atención porque en Michoacán, siendo sede del sismo, no tenemos una red, estudios sísmicos en la brecha. Otros estados después de los sismos lo han conseguido y Michoacán no”.Ricardo Vázquez Rosas, especialista del Instituto de Investigaciones de Ciencias de la Tierra No obstante, y a pesar de que Michoacán se encuentra frente a dos brechas de placas tectónicas de alta actividad sísmica y que han acumulado una alta concentración de energía durante los últimos cientos de años, los distintos niveles de gobierno poco o nada han abordado el tema en cuanto a la gestión de riesgos. Red sísmica, en el olvido La doctora Patricia Alarcón Chaires, investigadora del Laboratorio de Ensayos Símicos de la Universidad Michoacana y especialista en gestión de riesgos, ha destacado que, a pesar de la insistencia de los geólogos e ingenieros, no se ha logrado el proyecto de instalación de una red sísmica que promovieron desde el año 2004. El proyecto fue fondeado en su momento por el gobierno federal, no obstante que, en los gobiernos estatales, no ha encontrado el apoyo necesario para su operación. “Desconozco lo que están haciendo y quiero pensar que sí están haciendo algo, pero lo desconozco. El estado de Michoacán está entre los que tienen mayor sismicidad, aquí se generó el sismo del 85 en Caleta de Campos y en 1997 tuvimos otro sismo en donde hubo 35 comunidades dañadas. Las viviendas de adobe son altamente vulnerables y es una medida que puede hacerse en mejorar la respuesta sísmica de las comunidades rurales”, destacó. El riesgo no es menor por la Brecha de Michoacán, también conocida como Michoacán Gap, que es una zona sísmica ubicada en el Océano Pacífico mexicano, frente a la costa de los estados de Michoacán y Guerrero, con una extensión en el orden de los 200 kilómetros, desde el sur de Petatlán, Guerrero, hasta la costa de Colima, y que tiene alto potencial sísmico. Si bien los últimos eventos sísmicos que se han generado a nivel nacional en los últimos años no han dejado víctimas fatales, los movimientos telúricos siguen evidenciando la falta de capacidad de las estructuras para soportar este tipo de fenómenos, así como la ausencia total de documentos de vital importancia como lo son los Atlas de Riesgos municipales. Y es que especialistas han advertido que Michoacán, Guerrero y Oaxaca concentran gran parte de la actividad sísmica del país; no obstante, siguen siendo los estados con menor cantidad de infraestructura para la protección de estos eventos.