Redacción / La Voz de Michoacán Apatzingán, Michoacán. En vista de la situación de violencia y de inseguridad provocada por el crimen organizado, los obispos de las diócesis del estado de Michoacán realizaron una misa para promover la paz, así como una rueda de prensa para dar a conocer su posicionamiento respecto al tema. El propósito de esta conferencia fue el de posicionarse como conductores de paz en un estado constantemente afectado por las actividades delictivas del narcotráfico, las cuales se extienden a la extorsión, los atentados y los homicidios. “Buscar la manera de construir la paz desde nuestra presencia evangelizadora en nuestra iglesia católica”, expresó el obispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos. Para ello, incitaron a las personas que forman parte de los grupos delictivos a abandonar los actos que ocasionan sufrimiento. “A quienes provocan y promueven la violencia, a los grupos del crimen y aquellos que apoyan a estos grupos, la palabra es: conviértanse. Dejen de hacer el mal, cambien su vida. Están siendo causa de mucho sufrimiento para tantas personas”, enunció el obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García. Sin embargo, su postura respecto a los miembros de los cárteles no es condenatoria, sino que pretenden ser de ayuda para que estos puedan reintegrarse a la sociedad y dedicar su vida a otros oficios no delictivos. Esto es debido a que consideran que se trata de una “cadena de violencia”, en la que los integrantes de las células delictivas han sido víctimas y se volvieron victimarios. “No condenar a quienes hacen violencia, sino abrir el espacio para la misericordia de Dios y para considerar que, muy probablemente, ellos han sido objeto de violencia y de injusticia, lo que los ha orillado a tomar ese camino. Pero eso no se justifica: es una oportunidad de encontrarnos con Jesús que nos invita al perdón, a no devolver mal con mal y a buscar otros caminos de paz”, expuso el obispo de Lázaro Cárdenas, Armando Antonio Ortiz Aguirre. Así, los obispos han manifestado su empatía con los grupos del crimen organizado sin justificar las acciones de violencia que han llevado a cabo, profesando que aun se encuentran a tiempo de darle una nueva dirección a su trayectoria. La diversificación de las actividades de los grupos del crimen organizado más allá del tráfico de sustancias ilegales, como cocaína y metanfetamina, les sirve para no depender únicamente de una fuente de ingresos, actos que incrementan la inseguridad en el territorio. Las actividades principales de tales células delictivas son trata de personas, tráfico de migrantes, tráfico de armas de fuego, tráfico de recursos naturales, extorsión o “cobro de piso”, comercio ilegal de flora y fauna, venta de medicamentos adulterados y delincuencia cibernética, acorde con los datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).