Jorge Ávila / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Según el estudio “Factores de riesgo y victimización en adolescentes que cometieron delitos”, realizado por la Fundación Reinserta, el crimen organizado les ha robado la infancia a más de 30 mil niños en México, aunque la Redim habla de 460 mil. Basando en encuestas con niños y jóvenes privados de la libertad por la comisión de algún delito, el estudio revela que 70 por ciento de los entrevistados tuvo contacto con algún grupo delictivo que opera en la zona de donde son originarios. Además, apenas 26 por ciento de los adolescentes entrevistados había terminado el nivel de educación básica antes de ser recluido; más de 60 por ciento de ellos provenían de hogares con ingresos menores a 7 mil pesos mensuales, por lo que uno de cada 4 aseguró haber padecido hambre en más de alguna ocasión o con frecuencia. Otro dato alarmante: la tercera parte de los entrevistados afirmó haber tenido acceso a armas de fuego en su comunidad. Tomando en cuenta esos datos, Reinserta, en el marco del Día del Niño, señaló la importancia de que se reconstruya el tejido social, con pacificación y prevención integral ante la criminalización. La fundación además hizo un llamado a los tres órdenes de gobierno para atender estas problemáticas pero desde las causas que las originan, por lo que se urgió a las instituciones a que procuren las condiciones propicias en las comunidades, para con ello, mediante acciones positivas, salvaguardar los derechos humanos de los niños y adolescentes de México. “Únicamente a través de la implementación de modelos de reinserción medibles y eficaces, así como de la creación de políticas públicas focalizadas en la niñez y adolescencia, es que podremos prevenir que existan más niñas y niños despojados de su infancia”, enfatiza Reinserta. Y es que, según la Red por los Derechos de la Infancia en México, actualmente están desaparecidos en el país 7 mil menores de edad, y de los más de 20 mil homicidios dolosos que se cometen contra niños, niñas y adolescentes, la mayoría son por arma de fuego, y el 97 por ciento de los casos se queda en la impunidad. Pero además, México es un país de delincuentes jóvenes, ya que las personas que están en la adolescencia y la adultez joven constituyen dos grupos etarios altamente asociados con la violencia y el delito en México, ya sea como víctimas o perpetradores. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública de los años de 2011 a 2014, la mayor parte de los delitos atestiguados por las víctimas fueron realizados por personas menores a los 25 años de edad. Si bien esta tendencia cambió en los años 2015 y 2016, el grupo etario correspondiente a adolescentes y jóvenes se encuentra en segundo lugar en estos años. Lo que indica que, de 2011 a la fecha, los adolescentes y jóvenes (principalmente varones) han sido poblaciones altamente relacionadas con el delito como perpetradores del crimen. Por otro lado, con 95.6 muertes por cada 100 mil adolescentes de 15 a 19 años de edad, México tuvo en 2015 la tasa más alta de mortalidad infantil y adolescente, y según datos del INEGI, en 2016, del total de las defunciones por homicidios, el 36 por ciento fue en adolescentes y jóvenes dentro del rango de edad de 15 a 29 años, lo que representa más de un tercio de las muertes del país. A los 13, el primer robo Otro dato que llama la atención en el estudio de Reinserta, y que pone de relieve la importancia de que se atiendan a tiempo las conductas antisociales, es que la edad más frecuente en que los menores infractores comienzan a delinquir es a los 13 años. Según la encuesta, hay casos aislados de niños infractores que comienzan a los 6 u 8 años de edad, pero son casos aislados. Según el estudio “Factores de riesgo en adolescentes que cometieron delitos de alto impacto social”, el 61 por ciento de los menores en reclusión delinquieron por primera vez antes de ser capturados, mientras que 39 por ciento dijo haberlo hecho más de una ocasión antes de ser asegurados por el Estado. Entre los crímenes con que los niños y adolescentes emprenden su camino delictivo, el robo es el más frecuente, con 65.9 por ciento, seguido del homicidio intencional, 14.5 por ciento; mientras que las agresiones y amenazas, con apenas 0.6 por ciento, tienen el menor porcentaje. Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán. Ante ello, Reinserta destacó la importancia de implementar una estrategia de prevención integral del delito entre los menores. Así, tomando en cuenta esos elementos, Reinserta destaca la importancia de que se implemente una estrategia de prevención del delito con un enfoque transversal e integral desde edades tempranas de la niñez. Lo anterior en virtud de que el estudio demostró que los internos menores de edad sí tienen la capacidad de mejorar sus condiciones de vida si son apoyados de forma correcta, y por ello es que la fundación exhortó a priorizar el análisis de las causas que derivan en hechos violentos en menores de edad. La organización enfatizó además que, de acuerdo con cifras de UNICEF publicadas en 2019, hacia el año 2016, 56 por ciento de los homicidios de niños y adolescentes en el país fue ocasionado por el uso de armas de fuego, lo que corresponde a alrededor de 5 mil menores de edad que mueren en México a causa de un arma de fuego. “La indiferencia ante la importancia de la prevención y la ineficacia de una política efectiva de desarme, esta mañana y cada día, ha cobrado la vida de miles de mexicanos, incluyendo a nuestros niños”, señala Reinserta. Menores de 17 años, los que más desertaron de la escuela El estudio además indica que adolescentes de 17 años, en promedio, que no terminaron de estudiar, que vivían en entornos de riesgo y cuyas familias tienen ingresos menores a 7 mil pesos mensuales, conforman la población de adolescentes en los centros de internamiento. El estudio refleja que 73.7 por ciento de los jóvenes que se encuentra cumpliendo una sanción no concluyó su educación básica, y sólo 26.3 por ciento terminó su educación básica. Se buscó saber quién de los participantes en dicho estudio estaba estudiando mientras cumplía su sanción, y el trabajo arroja que 92.3 por ciento de esos jóvenes está estudiando y 7.8 por ciento no estudia. De ellos, 54 por ciento cursa la preparatoria, 34.2 por ciento está en la secundaria, 10.7 actualmente termina la primaria y sólo 1.1 por ciento ha comenzado estudios universitarios. El análisis indica que de los jóvenes que dejaron de estudiar, el 30.5 por ciento fue porque fueron detenidos; el 27.5 por ciento, por desinterés, y 27.3 por ciento, por comenzar a trabajar. Humanizar las cifras Para dimensionar el problema, Reinserta presentó hallazgos como que el 36.4 por ciento de los adolescentes participantes en el ejercicio sufrió algún tipo de violencia psicológica; el 20.4 por ciento de ellos fue víctima de violencia física y el 17 por ciento padeció violencia sexual durante la infancia. Además, el 35.1 por ciento señaló que carecía de espacios seguros al aire libre en su comunidad, como parques o demás lugares de esparcimiento; el 42.7 por ciento no contaba con espacios seguros de vivienda, esto al vivir hacinados o con familiares violentos, y el 57.5 por ciento dijo que no había suficiente vigilancia policial en su colonia. Por otra parte, el estudio de la UNICEF “Panorama estadístico de la violencia contra niñas, niños y adolescentes en México”, señala que entre 2010 y 2016 se registraron 9 mil 067 asesinatos de niños, niñas y adolescentes, en cuyos casos, el 76 por ciento de las víctimas fueron niños y hombres adolescentes, y el 24 por ciento, las víctimas fueron niñas y mujeres adolescentes. Según este mismo registro, el grupo de edad más vulnerable es el de adolescentes de entre 12 y 17 años, ya que representa 78 por ciento del total de defunciones. Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán. Además, entre 2010 y 2015 se cuantificaron 68 mil 211 lesiones intencionales contra niños, niñas y adolescentes a causa de actos de violencia. El 57 por ciento de las lesiones fueron dirigidas contra mujeres y 43 por ciento contra hombres. En cuanto a las edades, los ataques fueron predominantemente realizados en contra de adolescentes de entre los 12 y 17 años (80 por ciento). Conforme a este registro, las mujeres de entre los 12 y 17 años son las más vulnerables, ya que representan 47 por ciento del total de lesiones”. Relacionado con lo anterior, según el estudio “Niñas, niños y adolescentes víctimas de la violencia en México”, elaborado por el Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género de la Cámara de Diputados (febrero de 2019), cada día en México son asesinados tres niñas, niños y adolescentes, y cada día desaparecen cuatro de ellos en territorio nacional. Pero las cifras, números fríos, se dimensionan cuando se humanizan y se reflexiona sobre casos como el de Fátima, cuya desaparición fue denunciada el 11 de febrero de este año, pero la fiscalía inició las investigaciones, como la revisión de videos de seguridad de la escuela, hasta un día después de su doloroso fallecimiento. Además, en 2017, el caso de Lupita (Calcetitas Rojas) evidenció la fragilidad de la niñez, pues su breve vida la pasó en la crueldad, la marginación y el abandono. Y no menos penoso es el caso expuesto a través de un video en el que aparecen dos niños no mayores de 10 años portando armas de alto calibre y peleando a golpes para entretenimiento de una docena de hombres, que resulta un llamado urgente para rescatar a los niños de las manos de la delincuencia organizada. Los niños de la “maña” En un contexto de altos índices de inseguridad y criminalidad, los niños y adolescentes son uno de los grupos más vulnerables, una muestra de ello es que los asesinatos de menores de edad casi se han triplicado y alrededor de 30 mil de ellos engrosan las filas del crimen organizado, alertó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En su informe “Niñas, niños y adolescentes víctimas del crimen organizado en México”, la CNDH informó que la actual situación de violencia es consecuencia de problemáticas que resultan devastadoras para los menores. “En las últimas décadas, el contexto de inseguridad, violencia y crimen organizado ha tenido efectos particularmente graves en niñas, niños y adolescentes, situándolos en condiciones de gran vulnerabilidad”, señaló la CNDH. En el estudio elaborado por el organismo autónomo nacional se detectaron las distintas formas de violencia (estructural, cultural y directa) a las que están expuestos los menores en su entorno social: al ser víctimas de homicidio, al involucrarse en actividades delictivas de distinta índole, al sufrir privación de la libertad, como víctimas de trata, al sufrir desplazamiento forzado junto a sus familias a causa de amenazas directas o contra sus comunidades de origen, al quedar en la orfandad como víctimas colaterales de la violencia. https://twitter.com/CNDH/status/1255664756574375937 El organismo nacional además señala que fue hasta 2017 cuando en México se estructuró una política de carácter nacional para la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes y el interés superior de la niñez. Pero en el contexto actual urge analizar y evaluar las políticas, programas y acciones para la protección de las personas menores de edad víctimas de violencia, así como identificar y resolver las causas estructurales que han venido derivando en un estado de indefensión y vulnerabilidad. Y es que la CNDH detalla que en 10 años, de 2007, cuando inició la llamada guerra contra el narco, a 2017, el número de menores asesinados se triplicó, al pasar de mil 002 a 2 mil 858. Sólo en 2018, 467 niños y adolescentes de entre 0 y 14 años de edad fueron asesinados en México, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); la cifra en 2017 fue de 455 víctimas menores de edad. Pero de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), de diciembre de 2006 a marzo de 2019 se tiene registro de 19 mil niñas, niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso. Ocho de cada 10 son víctimas de arma de fuego, o sea, han sido ejecutados o mueren en enfrentamientos entre organizaciones rivales o contra fuerzas policiales o federales. Como ya se ha dicho, el informe de la CNDH estima que en la actualidad hay cerca de 30 mil niños y adolescentes involucrados en actividades del crimen organizado, que los recluta como “halcones”, por ejemplo, para informar si a una zona determinada entran personas ajenas o despliegues policiacos y militares, o bien para dar cuenta de cuántos migrantes llegan en un tren o camión. También se ha dado la práctica de menores que a partir de los 12 años de edad fungen como cuidadores de casas de seguridad, y a partir de los 16 años se ocupan del narcomenudeo, el traslado de droga y las ejecuciones, fenómeno que México comparte con Colombia. Según el organismo autónomo, en 2017 había una población total de 5 mil 659 niños, niñas y adolescentes privados de la libertad por delitos como robo (2 mil 137 menores detenidos), homicidio (950), lesiones (512), portación ilegal de armas (404), posesión ilegal de drogas (403), secuestro (301) y comercio ilegal de drogas (226). Esto se da sobre todo en zonas marginadas, donde el crimen organizado asegura a los niños y adolescentes las recompensas, el reconocimiento y el dinero que no encuentran en la sociedad legal. Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanas (CIDH) ha indicado que entre 2006 y 2010 la violencia generada por el crimen organizado ha dejado a más de 30 mil huérfanos en México. A lo anterior se suma que del 92.7 por ciento de las desapariciones registradas entre 2010 y 2018, el 15 por ciento de las víctimas fueron menores de 18 años. La CNDH además cuenta con un Índice Estatal de Riesgo de Violencia Asociada con el Crimen Organizado, en el que resultó que los estados más peligrosos para los menores son: Guerrero (riesgo muy alto).Baja California (muy alto).Guanajuato (muy alto).Chihuahua (muy alto).Baja California Sur (alto).Colima (alto).Zacatecas (alto).Nayarit (alto).Oaxaca (alto).Michoacán (alto).Morelos (alto). La CNDH precisó que en el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018, durante la administración de Enrique Peña, se incluyó una estrategia para hacer frente a todas las formas de violencia contra niños y adolescentes, pero no fue posible identificar programas y acciones para la atención de las víctimas de violencia asociada con el crimen organizado. Por eso, el organismo autónomo lamentó que en esos seis años las autoridades federales y locales no hayan logrado detectar y dar seguimiento a las personas menores de edad víctimas del crimen organizado, quienes han crecido y sobrevivido a la sombra de las instancias públicas. “Es urgente plantear medidas concretas para prevenir la victimización de niños y adolescentes e incorporar una perspectiva de derechos y protección”, detalla el informe. Datos de la CNDH, conservadores; son 460 mil menores en el narco: Redim Si la CNDH estima en 30 mil los menores que operan para el crimen organizado en México, la Redim estima una cifra muy superior: 460 mil menores. Desde el inicio de la década pasada, con el auge de la narcocultura y el fortalecimiento económico y operativo de los cárteles, los jóvenes de las grandes, medianas y pequeñas ciudades se han convertido en carne de cañón de las organizaciones criminales que han reclutado a miles de muchachos para engrosar sus filas. Fuera de todo eufemismo, son la generación “desechable”: vivir rápido y morir pronto. En medio de la mayor crisis de inseguridad que vive México, las nuevas generaciones crecieron en ambientes caracterizados por la pobreza y el miedo, en los que las bandas delictivas se dieron a la tarea de reclutar niños y jóvenes para ensanchar sus dominios y asegurarse un ejército que cubra sus necesidades operativas. De acuerdo con estudios de la Universidad de Nuevo León, los jóvenes que no estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”, son el blanco más fácil de la delincuencia organizada, pues ven los cárteles un medio rápido para lograr sus metas, pues es ahí donde acceden a grandes sumas de dinero. Con este objetivo, amasar dinero, tener carro, casa y demás lujos en poco tiempo, miles de menores engrosan las filas del narcotráfico con el fin de ganar grandes sumas de dinero a corto plazo, lo que contrasta con los jóvenes escolarizados que calientan la banca en espera de su incorporación al sistema laboral del país. Las ciudades de Tijuana, Mexicali, Monterrey, Saltillo, Torreón y Ciudad Juárez son algunos ejemplos del involucramiento de los jóvenes dentro de las redes del crimen; de hecho, los menores son el rostro más visible del ejército de personas que trabajan en las bandas criminales. Por ejemplo, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha enrolado a cientos de personas en los últimos años mediante engaños de trabajos seguros y bien remunerados como guardias de seguridad, pero las autoridades han alertado de que comenzó a reclutar a menores. Según informes oficiales, la organización liderada por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, es la que tiene más miembros menores de 18 años debido a que ellos reciben un trato diferente al ser detenidos, aunque se trate de delitos graves como asesinatos. Foto: Pixabay. El cártel los prepara no pensando en crear criminales profesionales, sino que aprovechan su vulnerabilidad a sabiendas de que, si los capturan o matan, hay miles más que pueden remplazarlos, y que de ser recluidos, por su condición de menores edad, pronto saldrán y podrán regresar a sus filas. Uno de los casos más sonados recientemente fue el de Juanito Pistolas, que murió decapitado en un enfrentamiento entre integrantes de la Tropa del Infierno, el brazo armado del Cártel del Noreste, y fuerzas estatales y federales en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Desde los 13 años se enfiló en el narco y soñaba con ser sicario y ya hasta tenía un narcorap. María Celeste, una jovencita de 16 años, relató cómo fue que llegó a trabajar para Los Zetas y detenida por las autoridades. Originaria de Ciudad Victoria, Tamaulipas, fue invitada por unos amigos a formar parte de la banda delincuencial, donde le ofrecían 4 mil pesos a la quincena, salario que a su corta edad era imposible de conseguir en otro trabajo. En Netzahualcóyotl se formó una banda de al menos 10 integrantes. El mayor no pasaba los 25 años y el menor tenía nueve. El más pequeño era el más sanguinario, nunca mostraba arrepentimiento y pararse a su lado daba confianza porque sabía que, si alguien se metía con ellos, el chico lo iba a matar, contó Kevin, uno de sus cómplices. Primero fue vandalismo y robo, después, drogas, extorsiones a negocios y golpizas. “La idea era meter terror a nuestros rivales”, detalló Kevin, de 20 años. “Todo comenzó como un juego, éramos niños jugando a ser sicarios”. De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México, de diciembre de 2006 a marzo de 2019 se tiene registro de 19 mil niñas, niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso. Ocho de cada 10 son víctimas de arma de fuego, o sea, han sido ejecutados o mueren en enfrentamientos entre organizaciones rivales o contra fuerzas policiales o federales. Pasan los sexenios sin cambios En 2006, el entonces presidente panista Felipe Calderón inició la guerra contra el narcotráfico y con ello se diversificaron las formas de violencia armada. Luego, con Enrique Peña Nieto, se continuó con la política de militarización del país. Durante el sexenio del priista, el número de niños y adolescentes desaparecidos se triplicó en relación con la administración de Calderón Hinojosa, ya que pasó de mil 584 casos reportados entre 2006 y 2012 a 4 mil 394 de 2013 a julio de 2017. El gobierno de la Cuarta Transformación arrancó con la promesa de campaña de acabar con la estrategia de la guerra. Sin embargo, creó la Guardia Nacional pese al rechazo de organismos internacionales de derechos humanos y colectivos de víctimas. Según cifras de Redim, desde el año 2000 al cierre de 2019 se habían registrado 21 mil niñas, niños y jóvenes víctimas de homicidio doloso y más de 7 mil casos de desaparición infantil. Esto significa que diariamente desaparecen a 4 y asesinan a 3.6 niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años. Además, en temas de género, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), entre enero de 2015 y julio de 2019 se registraron 3 mil 297 feminicidios en México, de los cuales 317 han ocurrido entre la población de 0 a 17 años, lo que significa que uno de cada diez afecta a niñas y adolescentes. La Redim señala un aumento de 13.5 por ciento en el delito de feminicidio en contra de niñas y adolescentes en los primeros siete meses de 2019, cuando ocurrieron 59, respecto al año anterior cuando se registraron 49. Autoridad omisa Los directivos de la fundación Reinserta denuncian que “estos trágicos sucesos se relacionan con la ausencia de medidas de protección dirigidas a la infancia, con la ausencia de una política de prevención y una política criminal en la que prevalezca el bien superior de la niñez como un principio transversal para la actuación de todas y cada una de las autoridades estatales, pero también estos sucesos deberían ser suficientes para despertarnos como sociedad, indignarnos en lo más profundo y sacarnos de la apatía en la que estamos sumidos, si no es ahora y si no somos todos ¿Quiénes cuidarán a nuestros niños?”. Por su parte, el Consejo Estatal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la Violencia en Michoacán señaló este 30 de abril la urgencia de hacer un frente común para salvaguardar los derechos de la niñez. “Michoacán es uno de los estados que concentra mayor cantidad de casos de trabajo infantil, quienes además lo hacen en condiciones precarias y con escasas o nulas prácticas de gestión de su seguridad y salud, revertir estos datos y garantizar el pleno goce de los derechos humanos de nuestra niñez para terminar con la explotación, sigue siendo una tarea pendiente en la que todos debemos enfocarnos”, señaló el director general del Consejo Estatal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la Violencia en Michoacán, Alberto Hernández Ramírez. El consejero recalcó que el Día del Niño es una fecha importarte para reconocer la compleja realidad a la que se enfrenta la niñez en la actualidad, y por eso llamó a la sociedad y a las autoridades a hacer un frente común para atender dicha problemática que parece esconderse, pero está día a día en los campos, los cruceros, los comercios, entre otras. “Una de las formas de violencia más común a la que se enfrentan los niños tiene lugar en el hogar y dos terceras partes son víctimas de castigos violentos por parte de sus cuidadores, dicha realidad debe ser revertida y trabajar para que ellos vivan en paz y disfruten de su sano desarrollo y crecimiento en un ambiente de armonía y no de violencia”. Por eso, para denunciar cualquier abuso o acto de maltrato, el Coepredv cuenta con los teléfonos 443 274 3105 y 443 273 4445, así como el WhatsApp al número 443 723 3393.